La legisladora Ofelia Fernández salió al cruce del actor Diego Peretti por respaldar a Pablo Rago, quien tiene dos denuncias de violación en su contra. Peretti había dicho que le mediatización de estas situaciones de abuso le estaban provocando a Rago “demasiado daño” . Frente a este comentario, Ofelia Fernández lo cruzó en Twitter: “Daño es ser violada”, lanzó. 

Los movimientos feministas y su grito de #NoNosCallamosMás posibilitaron que más mujeres se animen a denunciar los abusos sufridos. La mediatización y la condena social exponen un aparente dilema y la comunidad de Página/12 debatió sobre esto.

Acá las contribuciones más destacadas: 

Por un lado una víctima debe ser contenida, se le debe creer y proceder con los mecanismos institucionales para que pueda denunciar sin ser re-victimizada. (No creerle sería re-victimizarla). Se le deben dar los recursos del Estado para que no siga en peligro, y que se haga un proceso que lleve a la justicia, que la víctima la perciba como tal y que la sociedad la entienda como tal. Por otro lado, el supuesto victimario es inocente hasta que se pruebe su culpabilidad. Tratarlo como culpable sin el debido proceso es convertirlo en víctima. Una víctima que, aunque haya sido victimario si se comprueba, no deja de ser víctima de una vulneración de derechos. Los dos son daños, diferentes, de distinto nivel, pero ambos son daños. Que a la postre desgarrarán el tejido social. Pareciera ser que el problema es la mediatización de la denuncia, que lleva a la percepción social que el denunciado es culpable hasta que pueda demostrar su inocencia... (lo cual debería ser inverso). Eso es vulnerar derechos. Del supuesto victimario. Que también tiene derechos. Como la víctima. Pero como a priori no sabemos, tenemos que demostrarlo. Alguien puede confundirse pensando que como es más grave ser abusado que vulnerado el derecho a defensa, se justifica. Pero eso no es así, dado que institucionalmente las dos cosas son graves. Al mismo tiempo, dar a conocer una denuncia de abuso, ayuda a tomar conciencia socialmente de la importancia de denunciar, ayuda a que las víctimas se animen a hacerlo y les brinda contención social para hacerlo. Esta pareciera ser una segunda contradicción irresoluble para mí personalmente.
Aún si luego se comprobara la inocencia del denunciado, o no se lograra comprobar que es culpable, que es diferente pero a los efectos similar porque no hay condena, el mote de abusador que fue publicado no se lo saca más. Más aún, como el abuso es un delito de acción privada, sin denuncia no hay acción pública. Y para animarse a denunciar la víctima debe ser contenida, apoyada en su denuncia a nivel social. Y eso llevaría a que otras víctimas también denuncien.
Sin embargo, la condición humana es diversa. Y en la diversidad existe la posibilidad lógica de una falsa denuncia. Claro que ni el Estado, ni el entorno de una víctima deben asumir esto, sino creerle a la víctima y proceder. Pero el resto de la sociedad ¿debe creerle sin más a cualquier denunciante, convirtiendo en culpable a la persona denunciada sin más que los dichos de alguien? (...)
Es obvio que la inmensa mayoría de víctimas son mujeres y hay que tomar conciencia y luchar contra la violencia ejercida de mil formas ancestralmente. Pero para hacerlo, ¿estamos dispuestos a vulnerar los derechos de otras personas?
Con todo esto en mente, leo lo de Peretti, y lo entiendo, apoya a su amigo y le cree (como nosotres le creemos a la víctima) pero cuida sus palabras y habla de la condición personal de su amigo sin entrar a cuestionar qué sucedió en la intimidad. Hace hincapié en el daño de la mediatización (dado que el otro daño del abuso ya sucedió, no lo cuestiona ni lo afirma, hasta tanto haya sentencia). No creo que se tenga que deconstruir ni nada de eso. Si fuera yo, apoyaría a mi amigo sin hacer declaraciones públicas. Pero el daño está, y aún no sabemos si Rago se merece ese "castigo" social.
Me parece perfecto la militancia de Ofelia, la felicito, me congratulo y me sumo. Pero no entender que aquí hay un problema complejo no es lo mejor para nuestra militancia. Por eso pienso que debemos analizar, entender, establecer protocolos que no re-victimicen a las víctimas, pero tampoco prejuzguen a los presuntos victimarios hasta tanto tengan condena. No veo cómo es posible que no trascienda mediáticamente, no veo que se pueda prohibir, no veo cómo se puede auto-limitar, en fin, no le encuentro solución a mi propia contradicción. No podemos luchar contra las violencias con otras violencias, eso nos va a estallar en la cara muy pronto. Sí, deconstruyamos todo... aún nuestros posicionamientos y nuestros dogmas. Pero también tengamos cuidado al deconstruirnos porque deberíamos ver qué reconstruimos en su lugar. El patriarcado está mal pero condenar sólo por los dichos también está mal.
Avef

Ofelia no es «sacada» (este término es peyorativo); en todo caso, es rotunda y es tajante, que no es lo mismo. Habla con los términos de cualquier joven de su edad, para quienes «chabón» o «boludo» son casi signos de puntuación. Que Peretti sea psiquiatra no cambia nada. En todo caso, justifica que una joven lo interpele por sus declaraciones públicas en relación con una joven denunciante. 
Ofelia ha hecho su construcción subjetiva y política como exponente de una generación que no tiene tolerancia ante la naturalización de la violencia de género, ni ante aquello que pretende negarla, minimizarla o justificarla. Ni tolera la condescendencia de los adultos hacia los jóvenes, ni las microviolencias del machismo, ni el mansplaining de los hombres con las mujeres.
Ha asumido como su tarea señalar estas conductas y cuestionarlas, y trabajar para que no se olvide ni se desdibuje el propósito de las militancias de las jóvenes mujeres, porque sabe que cambiar prácticas requiere de un trabajo sostenido durante muchos años, y no basta solo con expresiones circunstanciales de rechazo. Hay que insistir y ser estrictos para generar el cambio que hace falta. Entonces cuando se cruza con actitudes públicas que «desaprenden lo que el movimiento enseña», lo señala en términos enérgicos.
Es cierto que el proceso penal tiene que hacerlo la justicia. Pero el tema salió a los medios no porque Ofelia lo haya develado, sino porque lo develaron las presuntas víctimas. Y Peretti se expidió públicamente, lo cual le dio a Ofelia el derecho a réplica. Creo que los abusos sexuales y los avances no consentidos han sido la regla fáctica en el mundo del espectáculo durante años y décadas. Y estamos en otro momento en el cual se empiezan a llamar las cosas por su nombre. Ante actos de violencia y de injusticia largamente naturalizados, hacen falta respuestas contundentes y está bien que Ofelia, como representante de una generación que no se anda con vueltas, se permita ser esa voz. No voy a condenarla por su estilo discursivo. Prefiero entender las razones que la llevan a actuar así y observar que atrás de ella hay miles y miles de chicas que se identifican con esa necesidad de reparación y de cambio social.
Paula_T

Peretti debería pedir disculpas y ya. Una persona se siente abusada, concurre a la comisaría y hace la denuncia, la policía da intervención a un juzgado donde se sortea la denuncia e interviene un fiscal, que cita a las partes, informa al juez y este, en base a protocolos e indagatorias decide procesar o no. ¿Dónde está el presunto daño? Según Peretti ¿que debería hacer la víctima? Y si sos una persona pública y tu imagen puede se dañada, la víctima en este caso puede reclamar indemnizaciones siguiendo el mismo camino. Ser famoso tiene sus privilegios y también sus riesgos. Como decía Néstor: todos somos iguales pero con responsabilidades diferentes.
Bandomar

Si una mujer o un hombre se considera violado, tiene todo el derecho del mundo en denunciarlo y la justicia de juzgarlo. Nosotros solo tenemos que escuchar y contener a la víctima y nos corresponde por cercanía o amistad. Pero no hagas apología de la defensa del supuesto victimario cuando todavía, aun procesado, no ha sido condenado... y me refiero al procesado Rago, quien para salir del país tiene que pedir permiso al juez…
Edudan

Creo que el problema es que a much@s les cuesta muchísimo separar las diferentes facetas de un ser humano. Los torturadores luego de picanear y violar volvían a sus casas y besaban a sus hij@s, y a veces vivían justo enfrente del CCDyE. ¿Cuánta gente tiene amigos maravillosos y fieles que no podrían presentarle a nadie porque como pareja son horribles machistas? Puede ser que sean excelentes compañeros de trabajo y cometan actos aberrantes en la intimidad. Creo que cuando se le pregunta a alguien sobre estas situaciones debería simplemente decir que la justicia deberá determinar y no aportar nada sobre otras facetas de la persona que no aportan ni quitan ni nada, sólo alimentan los debates en torno a los linchamiento mediático a víctimas y victimarios.
Mele

Hasta ahora, salvo padres , hermanos, etc... de una mujer violada, nunca he observado que los hombres se atrevan a opinar en contra de los acusados pero si ponen en duda las denuncias de las perjudicadas. No pierdo la esperanza que con el tiempo, mucho, deconstruyan su formacion machista y sumen a la creación de una nueva mirada. Digamos una mirada real, objetiva y humana. En cuanto a Peretti que me gusta mucho como actor, derrapó porque se deja llevar por su sentimento de compañerismo. 
Santaclara