La semana que comienza será importante para la suerte de la emergencia que el gobierno provincial quiere tener aprobada antes de iniciar las paritarias con estatales y docentes. Sabe que en Diputados juega de visitante, lo que lo llevó a replantear la táctica de diciembre y mover jugadores, con el ministro de Gobierno Esteban Borgonovo como articulador. En el Senado juega de local, pero el equipo está entre algodones y no sobra nada. 

La rueda de contactos no se detiene. Primero fueron algunos bloques minoritarios, el viernes pasaron los foros de intendentes de todos los partidos y el martes será el turno de las autoridades de la UCR, con el presidente Carlos Fascendini a la cabeza y el presidente del bloque Maximiliano Pullaro, que fue quien pidió que la convocatoria se haga de esa forma. Seguirá con el socialismo, que para el gobierno es la piedra más dura de roer, no sólo porque las decisiones las toma el ex gobernador Miguel Lifschitz sino porque las relaciones son pésimas desde los tiempos de la transición.

Con paciencia de orfebre, el ministro de Gobierno Esteban Borgonovo hace lo que no se pudo o no le dejaron hacer cuando la emergencia fue rechazada en diciembre: básicamente consumir horas y días de paciencia, minutos de teléfono, horas de reuniones y prestar oído a los que ostentan mayorías y capacidad de veto en ambas cámaras para que no se repita el bochazo. 

“A veces, le toca hacer como Penélope, lo que teje a la mañana se lo destejen a la noche algunos de sus compañeros de gabinete, y al día siguiente tiene que empezar de nuevo”, observó para Rosario/12 un perspicaz peronista conocedor de esas cocinas y atento a no todos los ministros son funcionales al plan de Borgonovo.

Avances y riesgos

En ese sentido, la posición del ministro de Gobierno no es del todo cómoda. Aún así, como dijo a la salida de la reunión que armó para que el gobernador pudiera explicarle cara a cara a todos los foros de intendentes el proyecto que pretende: “Ya no discutimos si es necesaria la ley, sino sobre su contenido”. Eso solo ya es mucho más de lo que el gobierno había logrado hasta aquí. 

El éxito no está garantizado, menos cuando se negocia sobre la montaña rusa en la que se transformó la política santafesina desde septiembre de 2019 para acá. Todos discuten con el cuchillo entre los dientes y los humores son inestables. El Ejecutivo teme por el riesgo de que la oposición, e incluso adversarios internos, conviertan el diálogo en una pose sin efectos concretos o que directamente aprueben poco y nada, pero no tiene más elección que transitar ese camino. 

El enojo, las acusaciones al por mayor, la idea de que haber ganado la elección resolvió la disputa de poder, hasta ahora sólo sirvió para depositar al Ejecutivo en callejones sin salida que no le reportaron beneficios. Es evidente que esto motivó al gobernador a abrir el juego y escuchar a otros funcionarios de su gabinete.

El resultado es la apertura al diálogo y un cambio de estrategia. El megaproyecto de nueve emergencias rechazado en diciembre quedará circunscripto esencialmente a dos: económica y seguridad. Todavía no está resuelto si será en un único proyecto o separados, dependerá de cómo evoluciona el diálogo.

El proyecto

En el borrador que el Ejecutivo consulta con la oposición, pide:

-Prorrogar la autorización para tomar crédito público por 500 millones de dólares para obra pública. El virtual default del país impidió al anterior gobierno provincial emitir títulos. El Ejecutivo quiere tener abierta esa herramienta para cuando Argentina vuelva al mercado de capitales.

-Autorización para emisión de letras a 36 o 48 meses. Hasta ahora la Legislatura la autorizó como financiamiento a corto plazo, para tener liquidez en caja y cancelable dentro del mismo ejercicio. Perotti busca mayores plazos para atender la deuda flotante con contratistas de obra pública, proveedores de salud y recomponer el Fondo Unificado de Cuentas (Fuco).

-Constitución de un fondo especial para salud.

- Aumento en la Tarjeta de Ciudadanía, que funciona como refuerzo alimentario.

-Congelamiento de tarifas.

-Recursos para implementación del Boleto Educativo.

En materia de seguridad pide:

-Autorización para modificar los procesos de sanción y expulsión de la fuerza policial

-Darle al Ministerio de Seguridad el manejo de gastos reservados de la Policía. Hoy tiene el control.

-Compra abreviada de equipamiento.

-Potestad para modificar las normativas orgánicas del régimen policial.

-Facultad de reasignar funciones a las distintas áreas policiales así como reformar estructuras actuales.

La crisis de violencia en enero fue un golpe inesperado para la gestión Perotti. Sin embargo le fue funcional en términos políticos si se tiene en cuenta que movilizó y comprometió a la dirigencia política en pleno enero. En ese sentido, esa emergencia es la que más chances tiene de lograr algún acuerdo, probablemente no con todos los ítems mencionados arriba.

Diálogo y cachetadas

El Ejecutivo intuye que difícilmente le aprueben el proyecto de máxima, pero ahora lidia con una nueva dificultad. Los cortocircuitos permanentes entre el ministro Sain, algunos senadores del PJ y los máximos referentes opositores en la Legislatura, Lifschitz y Pullaro, podrían terminar con la sanción de una emergencia formal e inocua. El problema radica en que Sain apuesta a un perfil alto y "picante" para fortalecerse en la vida interna del Ministerio y el Gobierno. No es para menos: no todas las últimas decisiones fueron decisiones suyas, como que los policías lleven el arma lista para disparar.

En consecuencia, la oposición clama por reglas de juego. "Un día te llama Borgonovo para dialogar y al rato Sain te sacude", dijo el presidente del Partido Socialista, Enrique Estévez. Y aprovechó para chicanear al gobernador: "¿Cuál es su gobierno?".

La emergencia económica, por lo que se escucha en la oposición, tiene pronóstico reservado en Diputados. El gobierno, con lógica, recurre a los intendentes para que hagan oír su voz, sean del color que sean, porque los sabe igual de apretados de caja. 

Sin embargo, aún cuando es cierto que los jefes de los bloques tienen necesidad de contener a esos jefes comunales, no necesariamente ello conduce a votar todo. La representatividad político-ideológica de cada partido y las alianzas vigentes suelen ser las grandes ordenadoras de los posicionamientos legislativos.

Pasó en el segundo semestre del año pasado, cuando los intendentes reclamaban que los autorizaran a gastar el fondo de obras menores en gastos corrientes. Estaban desesperados, pero esa ley nunca se aprobó.

En ese sentido, fue explícito el presidente de la UCR en el reportaje con Rosario/12 al decir que "los que levantan la mano son los legisladores, no los intendentes". Fascendini, que se verá la cara con Borgonovo mañana, reprochó que el ministro Sain "está todo el día con el balde de nafta” al tiempo que opinó que "la emergencia económica no es necesaria".

En el Ejecutivo muestran un contenido optimismo. "Después de diciembre nosotros y la oposición estamos más abiertos al diálogo. Los únicos que no muestran voluntad de ayudar en esta emergencia son los socialistas". Si la emergencia volviera a caerse en la Legislatura o no fuese lo suficiente buena que pide el gobierno, ya se sabe a quién se apuntará para que tenga que dar explicaciones. Lifschitz es el plan B.