Desde Roma

El presidente Alberto Fernández se reunió con representantes de organizaciones de derechos humanos en Italia y les prometió retomar un vínculo fuido con el gobierno que supieron tener pero perdieron durante los cuatro años de Cambiemos. "Armemos un grupo de Whatsapp. Quiero estar al corriente de todo lo que estén haciendo", los sorprendió el Presidente. Después miró el documental sobre la vida de Vera Jarach, quien llegó a la Argentina escapándose del nazismo y aquí se convirtió en Madre de Plaza de Mayo luego de la desaparición de su hija Franca durante la dictadura. Fernández se sentó al lado de la propia Vera, de 92 años, y la abrazó emocionado cuando terminó la filmación.

Fue un encuentro dividido en dos partes en la Casa Argentina en Roma, sobre la Via Veneto. La primera fue con representantes de organizaciones como Argentinos por la Verdad y la Justicia y la 24Marzo, entre otras, dedicadas a trabajar en casos de derechos humanos. Fernández se ubicó junto a Vera Jarach, el diplomático italiano Enrico Calamai -quien ayudó a argentinos a escapar de la dictadura- el canciller Felipe Solá, la ministra de Justicia Marcela Losardo y Ana Tito, la número dos de la embajada argentina en Roma. "Quiero saber quiénes son, estoy acá para escuchar", planteó el Presidente. 

Julio Frondizi, hijo de Silvio Frondizi, asesinado por la Triple A, hizo de presentador. Entre quienes participaron, eran unas 50 personas, estuvieron Genevieve Jeanningros, sobrina de la asesinada monja francesa Leonie Duquet, y Dora Salas, miembro del CELS. También Walter y Roberto Calamita, ex presos políticos y fundadores del Comité Antifascista contra la Represión en Argentina, y las periodistas italianas Cecilia Rinaldini y Valeria Piccioni, la organizadora de la "Carrera de Miguel", homenaje al atleta Miguel Sánchez, secuestrado por la dictadura. El primer planteo tuvo que ver con el deseo de volver a poner un pie en la embajada, de la que fueron dejados de lado desde que el macrismo llegó al poder. Ya no hubo más reuniones, ni encuentros culturales de los que anteriormente formaban parte.

"Todas las oficinas públicas tienen las puertas abiertas para las organizaciones de derechos humanos y familiares de desaparecidos", les aseguró Fernández. Ellos pedían algún contacto para manejarse, más directo que el secretario de Derechos  Humanos, Horacio Pietragalla, a quien conocen bien, pero tiene muchos otros asuntos que atender. Felipe Solá les dijo que Remo Carlotto será el encargado del área de Derechos Humanos de la Cancillería y que allí en Italia sería la propia Tito quien quedaría a cargo del rubro. Convenientemente, el embajador Tomás Ferrari, centro de todas las críticas, no apareció por allí. Todavía le quedan unos meses hasta cumplir su período.

Jorge Iturburu, de 24Marzo, planteó la necesidad de reclamar la extradición del represor Carlos Malatto, imputado en varias casos de desapariciones y violaciones a los derechos humanos, que vive lujosamente en Sicilia. La ministra Losardo lo sorprendió cuando le alcanzó cinco legajos de la Conadep con los correspondientes sellos de autenticación para respaldar cinco juicios por desaparecidos que se abrieron en Italia, algo que le había pedido a Pietragalla. "Realmente se nota un cambio muy fuerte con la gestión anterior, es oxígeno luego de la asfixia", comparó Hilario, uno de los dirigentes que participó del encuentro.

Luego pasaron al auditorio de la Casa Argentina donde se pasó el documental "Vera,  nunca más el silencio", que su directora Manuela Irianni viene exhibiendo en varias ciudades italianas en coincidencia con la conmemoración del Día del Holocausto. Cuando se reunió la semana pasada con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, Alberto Fernández contó que había viajado en el avión junto a Vera y que en su historia se unía la tragedia del Holocausto -su abuelo murió en Auschwitz- y de la dictadura argentina, con la desaparición de Franca. 

La proyección emocionó a todos. El Presidente abrazó largamente a Vera Jarach cuando terminó. "Me fascinó", le comentó Felipe Solá a la directora. Fernández también se lo dijo y le agradeció la musicalización con la "Milonga del moro judío", de Jorge Drexler, de quien es fan y amigo. "Me gustó mucho. Muchas gracias a todos, seguimos en contacto", se despidió el Presidente, dejando a los argentinos en Roma con la idea clara de que se había dado vuelta una página.