Música rápida, ruidosa, visceral, honesta y hasta tierna. Sonidos grindcore, fastcore, powerviolence, hardcore, punk y death metal. El género no importa tanto, aunque la perspectiva está bien clara. En una escena que abraza con amor el crossover, y en donde las voces guturales pueden intercalarse con freestyle, perreo y autogestión, músicas como Pely, Denise, Luz, Lucy y otres pibis andan cebades generando nuevos espacios.

Denise tiene 24 e hizo su primer fanzine en 2016, cuando empezó a gestar recis, ambas movidas bajo el nombre Educación Cínica, que dos años después devino en su sello discográfico, que edita casetes de bandas locales para que quede un archivo físico de lo ocurrido. “También hago bootlegs (ediciones pirata) de bandas de las que me gusta su impronta y que no son muy conocidas, con intención de contagiar a la gente.” Denise dice que se animó relativamente tarde con su primera banda, a los 21, y que no duró mucho tiempo. Pero desde el año pasado canta en Fármaco, un tremendo combo de hardcore punk súper ajustado con el que editó su debut Hasta que valga la pena vivir. También es guitarrista de Sarna, un proyecto aún embrionario.

 

Lucy, Salo y Luz empezaron Coagvla hace un año. Les tres curtieron el under en la movida metalera y hardcore: “Desde que tocamos con las chicas todo devino más podri, más grindcore”, dice Lucy. “Encontramos un punto donde la música, el ruido y lo político se entrelazan por igual”, agrega Luz. No persiguen imitar el sonido de otras bandas, no les caben los individualismos y en su influencias hay tanto shoegaze como soundtracks de pelis. Lo que hacen ”surge de la inquietud de tirar un mensaje y juntarse a tocar y zapar”, dicen, en un alto a la grabación de su nuevo disco, una ampliación de aquello que quedó condensado en UwU, su primer EP, tan grindcore como kawaii.

Pely también tuvo bandas desde muy chica, pero ninguna prosperó. Soportando un montón de cosas en una escena donde hasta hace un tiempo predominaban los varones hetero cis, desde 2016 está con Narcolepsia, un combo death metal vieja escuela, y hace poco más de un año con Blast Bitch, que tiene un sonido grindcore más moderno, cosas más del thrash, letras que hablan puramente de feminismo, inclusión y disidencias. “Afinamos muy grave”, dice, y eso se escucha en su EP Sociedad manipulada. Narcolepsia, en tanto, no tiene esa afinación, y como quedó documentado en su disco Anomalía cerebral, sus letras tratan de hombres descuartizados porque Pely está “podrida de que sean las minas siempre las masacradas en el death metal”.

Una escena ruidosa, sorora y autogestiva 

Es 2020 y aún hay chabones que dicen “no voy a ver esta banda en la que canta una piba”. Efectivamente existen, y para Denise la sensación frente a estas cuestiones es bastante nihilista: “Siento que no puedo poner las manos en el fuego por nada, salvo que sea algo cien por ciento manejado por pibas o disidentes, donde incluso siempre puede haber un desliz. Hay que estar permanentemente alertas, toques donde toques. Porque muchas veces les que hacemos recis tampoco tenemos un total conocimiento sobre todo lo que pasa”.

“Tampoco podés controlar una convocatoria abierta –añade Luz–, pero si te enterás de que al reci cayó el acosador de otra persona que también está ahí, el posicionamiento hay que tenerlo.” Y completa Denise: “Pienso que es nuestra responsabilidad echarlos, estén donde estén. Y siempre tratar de moverse en lugares que te den la libertad para tener ese derecho de admisión, y que no sean espacios donde ese tipo de gente se sienta cómoda”.

 

Si escuchás Coagvla desde Bandcamp o YouTube, seguramente te topes con letras que dicen cosas como ”basta de machos en la escena”, o mensajes anti-TERF (el feminismo radical trans-excluyente). Pero en vivo se yergue una pared sonora que te engulle en un ritmo ultra rápido, que logra aporrearte sin que puedas distinguir claramente qué se está diciendo. El mensaje en vivo no es necesariamente el de la canción: “Es imposible ponerse a teorizar a los gritos en menos de un minuto”, apunta Denise.

Luz resume: “Hacemos música, nos re cabe hacer ruido y no somos más que otras chabonas. No importa el género con el que nos identifiquemos”. Aunque, aclara Lucy, “claramente significa algo el no ser todos chongos”. En todo caso, es como dice Pely: “No es necesario que sepas si soy una chica o no: te tiene que gustar la banda, su mensaje, y tiene que haber igualdad para todes”.

Cuatro casos para una revolución

Lucy y Luz comparten Coagvla:
Lucy y Luz comparten Coagvla, un espacio donde el ruido y lo político se entrelazan.

Lucy destaca que hay una herencia de todo lo punk y lo hardcore, que siempre se constituyó como algo contrahegemónico a la moda. “En algún momento eso tuvo mucho contenido político. Y hoy todas las fechas en las que participamos y en las que hay ferias autogestivas con fanzines que te hablan de coyuntura, así como nuestras letras, tienen un montón de contenido. Me conmueve participar de esta movida”. Denise también siente que los fanzines fueron decisivos en su desarrollo y que le debe mucho a esas publicaciones caseras: “Quizás más que a las bandas que me gustan”, destaca.

Los formatos de edición física también son herencia de aquella movida. Coagvla va a sacar su próximo trabajo en casete por Educación Cínica, mientras que Fármaco será editada en flexidisc, poco habitual en estas latitudes. “Es como un vinilo pero de otro material, que se escucha en tocadiscos. Son cuadrados, y nunca vi uno acá salvo el de Los Caídos, que lo hicieron en Estados Unidos. Cuando en los ‘60 explotaron los vinilos, el flexidisc era tan barato de hacer que los clubes de fans de los Beatles o de bandas re masivas te mandaban uno a fin de año. Que sesenta años después te editen en flexi es re adorable.”

Además de tocar en Fármaco, Denise comanda el sello y fanzine Educación Cínica.

Coagvla editó UwU en CD de manera artesanal como para tener algo durante su primera gira por el norte argentino. “Nos pasó de intercambiar mucho con bandas de otros lugares. No es tanto para escuchar, porque eso se puede hacer de manera más accesible”, dice Lucy. Para la gira por Rosario, Córdoba, Tucumán y Salta, las Coagvla fueron con bolsas de dormir. “Viajamos en micro, a dedo, en auto, hicimos carpool, volvimos en camión, fue todo re artesanal”, dice Lucy. En todas las fechas encontraron disidencias y pibis que iban a verlas. “Hay un montón de gente e historias re piolas que, si no te movés, ni te enterás”, resume Luz.

Pely, que tocó en Salta con Blast Bitch, cuenta que al reci cayó un tipo de ultraderecha: “El organizador agarró el micrófono y dijo ‘Sabemos que acá hay alguien de Bandera Vecinal, por favor que se vaya’. Empezamos a gritar todes hasta que el chabón se fue. Estuvo genial”. Luz señala: “Hay personas que piensan que Almafuerte y Iorio son lo más por el tipo de música que hace, y que la supremacía está piola. Pero quizás es porque tampoco tienen las herramientas o tal vez nunca se cuestionaron ese tipo de cosas. Está piola girar para ir pasando esa data”.

Pely encara el death metal vieja escuela con Narcolepsia y el grindcore moderno con Blast Bitch.

Denise recuerda la experiencia de Fármaco en Chile durante diciembre pasado, a dos meses del inicio del estallido social. “Esas experiencias que crean comunión y que te da la música under, sea del género que sea, es lo más gratificante de ir de gira. Relacionarte con realidades distintas a la tuya y generar lazos te cambia la forma de pensar. Podés tener una apertura más sensata de lo que está pasando en otros lados.”

 

La picaresca argenta y el elemento asiático

UwU es un emoji de carita tierna, y también la manera que Coagvla encontró para ridiculizar al grindcore, que es “re pesado, re para chabones, re malote. Según ella: ”Decir que hacemos UwUgrind es ponerle una carita tierna y jugar con eso. Somos pibis que hacemos grindcore, gritamos todo el tiempo, pero somos UwU”. A la par, Denise es fan de la cultura japonesa. “Para mí, Japón es una vuelta de tuerca absolutamente de todo lo conocido. Desde que soy chica me encanta leer manga, ver animé y cuando fui creciendo y encontré el hardcore japonés fue ‘woww… es por acá’”.

Denise no tiene palabras para lo que le genera escuchar GISM o Death Side. Una de sus favoritas es The Comes, de quienes hacen un cover con Fármaco. The Comes es de las bandas más emblemáticas de Japón, se formó en el ‘82 y cantaba una chica, Chitose. “Me parece increíble de la escena japonesa que desde los ‘80 había muchas mujeres implicadas. Por ejemplo, la primera baterista de GISM era una chica llamada Mario. Todo lo que les japoneses toman de la cultura occidental lo transforman a su manera y tienen resultados increíbles. No sólamente con la ilustración o el punk; el jazz, el ambient, la new wave, el techno... en Japón es todo una locura”, dice Denise.

Entre los casetes de Educación Cínica está el de Soberanía Personal, una banda local de principio de los ‘80 en la que cantaba Joanna, de quien Denise no tiene más información que ésa. “Siempre me gustó el punk ochentoso. Leí de Soberanía Personal en Resistencia, el fanzine de Patricia Pietrafesa, y podría decir que si tengo que elegir una banda argentina para recomendar sería ésa.” Es un bootleg y Denise no saca plata de eso: “Lo vendo al precio que me cuesta editarlo”.

Es muy común que a la escena subterránea en general le carguen la presión de dar un mensaje y tener una respuesta, cuando se trata de personas como tantísimas otras disconformes con lo normativo. “Creo que el cambio es más colectivo que sólo del punk y las escenas del underground”, entiende Denise. “Creo que las personas se están dando cuenta de que se acabó eso de hacer daño a otres. Las mujeres, trans y disidencias no nacimos con una conciencia que nos bajó del cielo. Tuvimos que sufrir cosas y pasar por situaciones que la otra mitad del mundo no. Y esa concientización es producto del esfuerzo y del padecimiento. Entonces no es tan difícil no ser un forro.”