“Como fan, me tocó estremecerme con esos versos imposibles que se terminan de definir en su manera de cantar”, reflexiona Alejandro Guyot y buena parte del Club Atlético Fernández Fierro, asiente. El destinatario de las palabras es Juan Pablo Fernández (ex-Pequeña Orquesta Reincidentes, actual Acorazado Potemkin), que el jueves presentó allí Peluca, un libro que recopila buena parte de su producción poética (“letras para canciones”, reza el subtítulo del libro) a través del sello Tinta Roja Ediciones del Sur Siglo XXI.

Fue una noche potente y, en cierto modo, también una fiesta. Tuvo su parte de presentación formal (la observación de Guyot tuvo lugar en ese pasaje), su momento de lectura (“a ver si tienen ritmo poético”, propuso el poeta y prologuista Yaki Setton; spoiler: lo tienen) y, claro, una larga instancia con el protagonista de la noche sobre el escenario, guitarra en mano y un montón de músicos invitados, que cerró –a modo de coda- con un set del cuarteto tanguero Bombay Buenos Aires (ex 34 Puñaladas), anticipando temas de su próximo disco. Lo que se dice una velada completa para el viejo galpón reconvertido en templo tanguero, repleto de amigos y fans que se acercaron desde Rosario, Córdoba y el conurbano bonaerense.

A la hora de las palabras, Setton destacó el hecho de que “una editorial publique letras de canciones” y explicó que “más allá de la escisión entre música y letra, hacerlo reivindica la autonomía de la escritura”. Publicar así la poética musical, consideró, ubica esos versos en el plano de la literatura “más allá de discusiones estériles”. Setton también explicó el “estilo Juan Pablo Fernández de letras para músicas populares”, al que definió con un registro que tiene a la oralidad como referencia, que elude la visión fácil, benévola y costumbrista, donde el amor no fluye libremente y que retrata escenas “muchas veces en el borde de la desintegración social”. “Peluca”, el tema/poema que da nombre al libro, es representativo de eso a lo que alude Setton, porque narra la multiplicación, en 1996, de los niños cartoneros.

A su turno, Guyot -también cantor y letrista, mayormente de tangos, y además publicado en la colección de la misma editorial-, reveló la admiración que guarda por su colega. Se definió como un “fan” de Juan Pablo, con quien además durante años coincidieron en escenarios entre 34 Puñaladas y Pequeña Orquesta Reincidentes, e incluso compartieron grabaciones. Entre la batería de humoradas y unas cuantas preguntas que amenizaron la presentación, Guyot también soltó algunas definiciones para los oídos atentos. Dijo, por ejemplo, que los versos de Fernández “son imposibles”. “Es imposible que él cante eso, pero él lo hace y vos estás abajo del escenario moviendo la patita o haciendo pogo”, señaló. “Hay canciones de penas de amor que se redimen en un trabajo forzozo y forzado, y los objetos encarnan, encierran, la tristeza intrínseca de las separaciones”, sintetizó el cuarto de siglo de su amigo como letrista y poeta. También elogió su capacidad para construir imágenes inconcebibles para otros, como “hablar de drones en un modo romántico”.

Guyot, además, dio pie para el lucimiento del protagonista de la noche. Observó, por caso, cómo las letras suelen unir letra y comida, a lo que Fernández aseguró que “las canciones deberían atragantarte un poco, ser incómodas”, en toda una definición de su mirada de lo poético. Más adelante, cuando Guyot lo chicaneaba amigablemente sobre alguna metáfora puntual, Fernández retomó la idea parafraseando a otro colega: “al verso explicado se le va el gas”.

A la hora de la música, la cosa no aflojó ni un minuto desde que abrió con Guyot para “Cínicas promesas” y una (otra) versión devastadora de “La mitad”, que siguió con otros dos temas con Lulo Esaín con guitarra, pasó por “Hablar de vos” (dedicado a su hermano) con integrantes de su familia, que pasó por Federico Ghazarossian al contrabajo y el Cardenal Domínguez, y que cerró con una formación parcial de Pequeña Orquesta Reincidentes, para delirio de muchos fans de vieja data que se acercaron al espacio de Almagro. “Ellos fueron el primer espejo en que yo mi vi autor”, agradeció Fernández.

El cierre a cargo de Bombay Bs.As., ya cerca de la medianoche, se demostró no sólo un vínculo artístico y afectivo entre los cantores, ni editorial (Guyot tiene un poemario editado por el mismo sello), sino un mismo universo estético donde las escenas de la ciudad y una mirada sobre lo que (y los que) se pierde está cargada de potencia. Porque, como reflexiona Fernández en ‘Puma Thurman’, “a veces la gente se va”.