¿Cómo convivir con un alter ego desbocado y sin límites cuando se es mesurado y obsesivo? ¿Cómo lidian las partes más evidentes y opuestas de una persona cuando sus fuerzas chocan constantemente? Estas preguntas están en el corazón de Eskoff, nueva creación de Marcelo Katz y Martín Joab, una dupla con más de veinte años de trabajo conjunto, que acaba de estrenarse en La Carpintería (Jean Jaures 858) y se presenta los viernes a las 22.30 horas. Bajo la forma de un unipersonal que se abre en infinitos micro-mundos, la pieza tiene como protagonista a Sensato (Katz), un actor cómico y cándido que inicia un viaje hacia Eskoff, lugar lejano y misterioso donde piensa enterrar a Irimeo (también Katz). Quiere sacarse de encima al personaje que él mismo creó para sus rutinas de varieté, y que se le fue de las manos. Sale a escena cuando quiere, desconoce toda norma de convivencia, destruye escenografías, se arroja a las mujeres sin prurito. Hace lo que quiere y cuando quiere, puro impulso desatado. Katz encarna a los dos pero no es todo: toca el ukelele y la melódica, canta, despliega una escenografía que se desprende de la mochila de Sensato y que deviene carpa, barco o bosque, manipula objetos, genera juegos de luces y sombras con una ductilidad altísima. Los cambios de voz, de energía corporal, la multiplicidad de recursos, la belleza de las imágenes generadas en escena y la carga emotiva que planea durante la obra hacen de esta pieza artesanal y detallista una propuesta muy interesante para grandes y chicos. El humor y la emoción conviven, pasando de momentos poéticos a otros delirantes o de humor muy sencillo pero eficaz. Todo sucede en un espacio despojado que sugiere un paisaje alpino del Este europeo, con melodías, luces, oscuridades, animales. Allí ocurre este viaje solitario que encadena pasajes tranquilos y otros enérgicos y acelerados, con un ritmo variado que Katz y Joab (éste último a cargo de la dirección, ambos coautores) manejan con solvencia. Y la atención no decae. 

“Fueron dos años de trabajo intenso. El primero escribiendo básicamente, buscando y probando algunas cosas en escena, y el segundo saliendo a la cancha: ensayando lo que planteamos y rearmando el texto”, cuenta a PáginaI12 el dúo que creó Clun, Luna, La flauta mágica, Guillermo Tell, Allegro ma non troppo y Los Fabulosos Singer. En un comienzo los atraía la idea del viaje y del hambre, que  derivaron en Sensato, un ser ordenado y respetuoso con mucho de Katz, según confiesa. “Nos atrajo la idea del cómico torturado por una parte de sí mismo, por ese alter ego que él mismo creó. A un nivel más general, la persona torturada por sus otras partes, las discusiones que aparecen entre ellas. Y poder llevar estas contradicciones al mundo de lo cómico que no es propio”, cuenta el actor.

“Soy parecido a Sensato pero también tengo un costado de delirio. El dilema es cómo congeniar esas partes”, desliza. A la hora de escribir, Katz y Joab son distintos, casi como Irineo y Sensato, pero se articulan al punto de hacerlo juntos frente a una computadora. Dos cuerpos y una máquina. “Tiramos ideas, vamos hablando y, en general, Marcelo escribe porque es muy rápido. Vamos armando un archivo de ideas, otro de imágenes que nos inspiran, tomando algunas puntas y descartando otras hasta encontrar lo que queremos narrar. No es que uno escribe una parte y se la pasa al otro para que la corrija”, señala Joab. 

Según Katz, Martín tiene muy claro cómo funciona la estructura dramática del relato, mientras que su propio terreno es el del humor, el juego, el gag, el delirio. “Nos complementamos y escribir así nos resulta orgánico. El noventa y cinco por ciento de la obra la escribimos juntos. Después, con los ensayos, retocamos todo lo que hace falta”, agregan. 

Para Katz, éste es el espectáculo más complejo a nivel técnico de su trayectoria, por la cantidad de recursos en juego (algunos exigen una destreza depurada), las disociaciones (toca la melódica con una mano, con la otra manipula un objeto y hace dos voces distintas), los cambios de personajes y, como si fuera poco, la interacción con el público. Antes del estreno hicieron ocho funciones privadas para amigos del mundo del cine, el teatro y la escritura. Las devoluciones fueron enriquecedoras y les permitieron ajustar la maquinaria para que todo fluya más y parezca natural. En esta aventura los acompañan Carolina Ruy en la manipulación de objetos, Isabel Gual y Gerardo Porión en la escenografía, y Javier Estrín en la música. Viaje a pie pero también al interior de Sensato y de su mochila, de donde sale un mundo de contradicciones. “Buscamos la convivencia de momentos poéticos con los gags y la tontería. Creo que son formas distintas que también son fondo, son modos de ver y de sentir las cosas”, opina el intérprete.