El coronavirus casi de un día para otro interrumpió y desorganizó la habitual escena del mundo. La permanece en las casas, evitando el encuentro de los cuerpos, es la mejor prevención.

El virus afectó también la práctica del psicoanálisis, los whatsapps, Facebook y Skype, en muchos casos, constituyen la única opción de proseguir con los análisis. Frente a este impacto los psicoanalistas debemos tomar posición: continuar el camino habitual rechazando de plano la tecnología en la clínica, o preguntarnos por esa posibilidad y aprovechar la contingencia del coronavirus para abrir el debate en la comunidad analítica sobre el uso de las nuevas tecnologías y la transferencia.

Algunos analistas bajo el argumento de una supuesta pureza teórica desestiman y rechazan estas formas tecnológicas. Nuestro punto de vista, por el contrario, adhiere a la indicación proferida por Lacan, acerca de que un psicoanalista debe estar a la altura de la subjetividad de la época. En este caso “estar a la altura” se traduce como continuar con un deseo decidido apostando a la hipótesis del inconsciente y a la práctica analítica, esto es, a la transferencia usando las nuevas tecnologías.

Si el inconsciente, como indicó Lacan, es el discurso del Otro, convengamos que, desde antes de la emergencia de la pandemia, la subjetividad está atravesada y es hablada desde los medios de comunicación concentrados y una configuración de cableados, inteligencia artificial, binarismos y algoritmos; obedece inconscientemente a las imágenes y a una tecnología digital. Redes, whatsapp, facebook e instagram condicionan hábitos, percepciones, saberes, elecciones y sensibilidad.

Luego de volver a leer los principales textos consagrados al tema de la práctica analítica y la transferencia, constatamos que en ningún momento Freud o Lacan hablan de la relación paciente y analista como encuentro de cuerpos, sino de presencia. No nos olvidemos un dato que no es menor: la transferencia de Freud con Fliess, que inaugura el psicoanálisis, fue sostenida fundamentalmente como intercambio epistolar.

En su texto Sobre la dinámica de la transferencia incluido en los escritos técnicos, Freud intenta dar cuenta de que la cura de la neurosis se realiza por la vía de la actualización, repetición, agieren, en transferencia. Afirma que “nada puede ser captado, destruido quemado sino de manera simbólica, in effigieoin absentia”. Estos dos términos, in absentia, in effigie, son centrales y los retomará Lacan en el Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.

En la clase 4 “De la red de significantes”, Lacan desarrolla las ideas centrales del texto freudiano y concluye que eso ausente que la representación intenta representar es un real y que la transferencia es la actualidad de ese real. A continuación, en la clase siguiente, Tyché y automaton sostiene Lacan que in effigie, in absentia constituyen una forma imaginaria o simbólica a través de la cual no se puede aprehender lo real. Nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie, implica que ni la palabra ni la imagen pueden representar del todo lo real y sin embargo constituyen las herramientas con las que cuenta el analista para sostener la propuesta de analizar. Dado que no se alcanza eso ausente, la transferencia sería el enlace que aloja un automaton, es decir, la insistencia de la deriva simbólica y un real que hace impacto, pero escapa.

In absentia, in effigie son formas de llamar lo que siempre está fuera de lugar y de lo cual sólo quedan representaciones ¿Cuál es el encuentro que se produce en la transferencia? No hay encuentro con el sujeto porque su condición es que nunca va a la cita. Dice Lacan en ese mismo capítulo: “Los analistas... nunca nos dejamos engañar por eso... no hay que caer en la trampa cuando el sujeto nos dice que ese día sucedió algo que le impidió venir a la sesión. No hay que tomar a pie juntillas la declaración del sujeto en la medida que siempre tratamos con ese tropiezo, con ese traspié”. El encuentro no se produce porque el sujeto sólo está representado y lo real implica un encuentro imposible, ya sea en el consultorio o en el skype.

Cabe recordar que el psicoanálisis no es esencialista, el sujeto no es el individuo, la presencia no es biológica sino erótica, y la virtualidad juega un rol preponderante en los actuales modos de goce.

El inconsciente lacaniano no es ontológico sino preontológico, no es ni ser ni no ser, es no-realizado, óntico y evanescente, su estructura es temporal no espacial, lo que significa que se manifiesta en el tiempo del corte o la falta y no es una condición necesaria la categoría espacial. Dicho de otra manera, el acto analítico no está determinado por el lugar ya sea, el consultorio, el hospital, la virtualidad o el teléfono.

Para concluir:

Sabemos que el planteo de este artículo será controvertido y esperamos que abra un debate que sea capaz de ir en contra de todo dogmatismo aplastante.

Estar a la altura de la época implica enfrentar la contingencia que nos atraviesa manteniendo la hipótesis del inconsciente y el sujeto prosiguiendo con los análisis. Si bien se trata de una pandemia universal, el significante coronavirus jugará de modo singular en cada caso.

Nora Merlin es psicoanalista. Magister en Ciencias Políticas. Mentir y colonizar. Obediencia inconsciente y subjetividad neoliberal es su último libro.