Jorge Aliaga es físico, exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y ahora secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham. Dora Barrancos, con bastante argumento, lo bautizó como “el sabueso de los números”. Desde hace dos semanas comenzó a recopilar los datos sobre la circulación del coronavirus para el armado de su especialidad: gráficos y tablas que ayudan a comprender qué ocurre con la curva de contagios en Argentina y el mundo.

--Los gráficos funcionan bien por su poder divulgativo. Concentran mucha información. Sin embargo, no todos saben leerlos.

--No soy epidemiólogo ni virólogo pero conozco muy bien cómo analizar datos. Durante más de 30 años di clases de esto, entonces trato de explicar de modo que la gente entienda. Además de los gráficos incluyo tablas para que puedan referenciarse; es el típico caso de aquellos contenidos que nos explican en la secundaria y en los primeros años de la universidad y no sabemos muy bien para qué. Bueno, como es posible advertir, sí son útiles para la vida, solo que no sabemos cuándo. Lo complejo de este virus es que los números que vemos hoy, corresponden a lo que sucedía unos 15 días atrás.

--¿Por qué?

--Es una estimación que hice hace algún tiempo y los datos ratifican este supuesto. Es el lapso que tarda el fenómeno en manifestarse: desde que tenemos los síntomas, llamamos a un médico, nos realizan el test, nos llegan los resultados del test y nos aislamos totalmente. El 25 de marzo detecté un quiebre en la progresión de la curva. Ya habían transcurrido dos semanas desde que se habían comenzado a suspender las primeras actividades: se interrumpieron los eventos masivos y comenzaron los primeros cuidados con personas que provenían de países calientes. Hasta esa fecha, la curva crecía a una tasa que multiplicaba por 10 los casos cada 10 días.

--¿Un ejemplo?

--En ese momento teníamos 500 infectados, lo que significa que si continuábamos a ese ritmo, diez días después íbamos a tener 5 mil, otros diez días después ya serían 50 mil y 10 días después 500 mil. Esta situación es la que ocurrió con Nueva York porque no prestaron atención cuando había pocos contagiados. Hay que pensar que en Argentina se tomaron las medidas cuando apenas teníamos 100 casos; por eso, 10 días después no llegamos a tener mil. Para la epidemia es fundamental tener la capacidad de leer el escenario 15 días para adelante o 15 días para atrás, dependiendo si el propósito es proyectar el escenario futuro o comprender cómo estás hoy.

--El aislamiento funciona. ¿Son suficientes los testeos? Los propios especialistas se contradicen sobre este punto.

--Es que hay mucha política en el medio: los opositores que tienen responsabilidad de gestión se hallan encolumnados con el gobierno nacional, mientras que el resto tiran misiles a cualquier lado para sembrar ruido en la escena. La gente tiene que saber que, a grandes rasgos, se conocen dos tipos de tests. Hay uno que es barato y prácticamente se podría realizar en una casa; es el que detecta si la persona está o estuvo enfermo a partir de los anticuerpos. El otro, el de tecnología PCR que identifica carga viral, emplea kits más caros, demoran un poco más en entregar los resultados y hay un número finito de equipos que puedan procesarlos. En el país, aproximadamente, existen 120 máquinas que podrían encargarse de realizarlos en centros puntuales. El problema aquí es que todo el mundo quiere kits y no hay los suficientes: no solo es una cuestión de plata sino también de disponibilidad. Si bien la OMS recomienda utilizar PCR, es cierto que los test rápidos podrían ser muy útiles para, en una etapa posterior, realizar análisis poblacionales a mayor escala y conocer cuántos habitantes estuvieron enfermos y tienen inmunidad. Tener números a gran escala sería fundamental para el diseño de políticas sanitarias en un futuro. No hay máquinas para realizar 45 millones de test.

--Es que el problema es discursivo. Se habla de “test masivo” y eso genera la ilusión de que cada habitante se realizará uno.

--Aun en las regiones en las que se realizaron muchos tests nadie hizo 45 millones. Hoy tenemos un poco menos de dos mil casos. Ahora bien, supongamos que entre los asintomáticos y otros grupos, sumaran 20 mil. ¿De qué manera Argentina podría hallar a esos 20 mil entre 45 millones? Es imposible y absurdo al mismo tiempo. En un pueblo italiano testearon a todos sin excepción, advirtieron los positivos y los encerraron. Repitieron el procedimiento una vez más y, listo: ¡chau virus! Pero, claro, solo eran 3 mil personas; las mismas autoridades del lugar señalaban que esta estrategia es inaplicable en países de otra dimensión. En muchas naciones, como Corea, lo que hacen es identificar algún positivo y los contactos que tuvo con otras personas que, potencialmente, podrían estar contagiadas. Disponen de una infinita cantidad de cámaras que leen rostros todo el tiempo, con lo cual, saben perfectamente quién estuvo al lado de quién. Es un big data impresionante. Si suben a un subte deben registrar con el celular en qué vagón estuvieron; si aparece un positivo se confina a todo el vagón. Son medidas polémicas: los mismos que acá piden test masivos son los primeros que inician causas por sentirse invadidos en su privacidad.

--¿Qué hay de la evolución de la tasa de variación diaria? ¿Ese gráfico podría explicar el achatamiento de la curva?

--Tenemos personas, una probabilidad de contagio y otra de aquellos contagiados que dejan de contagiar. Cuando se curan o cuando mueren cortan la cadena de propagación. Esta dinámica implica que, aunque los países no tomen ninguna medida, la epidemia se parará en algún momento: los que tenían que morir se murieron y los demás tienen inmunidad. De modo que la curva de casos totales nace de 0 y sube hasta que en un momento comienza a cambiar la pendiente, se ameseta y se torna constante porque ya no aparecen nuevos casos. Entonces, una cosa es que un proceso epidemiológico sea exponencial y otra cosa es con cuánta velocidad es exponencial. Recién comentaba que al principio de la epidemia, en Argentina, veníamos multiplicando por 10 cada 10 días hasta el 25 de marzo. Si uno diferencia los casos importados de los locales, los primeros crecían a una velocidad de 10 cada 10 días, pero los segundos lo hacían por 10 cada 6 días, es decir, de una manera mucho más agresiva. Son números fundamentales porque explican cada cuánto tiempo pasa una determinada cosa. En la medida en que cada vez se tarde más días en duplicarse o cuadruplicarse los infectados vamos a estar mejor y le daremos un respiro al sistema de salud. De eso se trata el fenómeno popularmente conocido como el “achatamiento de la curva”. Argentina viene muy bien, con una tendencia a la baja porque se comienzan a ver los efectos del aislamiento obligatorio.

--Hay países o ciudades del mundo que no buscan achatar la curva sino “matarla”. ¿A qué se refiere?

--Hay algunos casos en que achatarla no es suficiente porque de cualquier manera supera las capacidades disponibles. Con la cantidad de casos, Nueva York --por ejemplo-- debería mantener el aislamiento de aquí a noviembre o diciembre; una cuestión bastante improbable. Por eso, la otra posibilidad es matarla, con el objetivo de llevarla a 0 casos nuevos. Para lograr esto deberían ser extremadamente rigurosos con la detección de cualquier contagio que aparezca; hasta el punto de poner una tobillera con GPS a la persona que proviene de afuera para controlar que no salga de su casa. Parece una locura pero son aspectos que se evalúan todo el tiempo.


Los cuadros que muestran los efectos positivos de la cuarentena

Este gráfico muestra la tasa de variación de la cantidad de casos cada 2, 4, y 10 días. Cuando esos números son menores de 1 la epidemia se empieza a parar. Se puede ver que estas tasas bajan sostenidamente desde el 25/3, y se van acercando a 1, lo que es consistente con la baja en la cantidad denuevos casos.

En los dos siguientes se muestra el total de contagios producidos por día y se incluye un recuadro que sirve como referencia para analizar el modo en el que impactaron algunas medidas tomadas por el gobierno. Las diferencias entre los tipos de contagio también es una variable importante a tener en cuenta, tal como se exhibe en el segundo caso: importados, contacto estrecho, transmisión comunitaria y en estudio.

En el siguiente grágfico se exhibe la diferencia entre los casos registrados y el escenario hasta el 25/3. La línea punteada describe la trayectoria que el incremento de contagios hubiera seguido si el gobierno no hubiese tomado la decisión de distanciamiento ydel aislamiento preventivo obligatorio a tiempo. El 25/3 significó un quiebre, un punto de inflexión, que permite trazar la diferencia entre lo que hubiese sido y lo que finalmente es. La diferencia con la exponencial, que se empezó a observar hace varios días, casi es de 8 mil casos. Si bien todo puede cambiar, ya la diferencia es clara y se refuerza la interpretación de los datos de estos días. Para que no hayas dudas: hay 1715, hoy podríamos tener 9700.

A continuación, se muestran los nuevos casos, sumados para cada día los últimos tres para moderar las fluctuaciones diarias. Aún con las variaciones, se empieza a notar una caída, es decir, un cambio de signo de la pendiente que permite notar cómo de qué manera las estrategias implementadas por el gobierno, por el momento, comienzan a rendir sus frutos.

Mientras que para analizar los casos importados es necesario comprender la dinámica de la epidemia en el lugar del que provienen y el día que se infectaron; para los casos locales, vale comprender la propia dinámica de contagio en el ámbito doméstico. Lo que expresa el siguiente gráfico es que hasta el 25/3 los importados aumentaban 10 veces en 12 días mientras que los no importados lo hacían 10 veces en 6 días. De aquella fecha en adelante, el ritmo de crecimiento de ambos se vuelve similar.


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