La caja blanca que oficia de set para fotografías y filmaciones situada en Paternal y apodada Bubble Studios, donde suele ejercer su oficio y alquilar otros espacios la fotógrafa Gaby Herbstein, devino locación de la colección de Kostume para el invierno 2017, rubricada y apodada “colección 33” y que ofició de puntapié inicial del ciclo Designers Buenos Aires, caracterizado por sus  pasarelas itinerantes  Allí, el lunes 13 por la noche, irrumpió la colección con morfologías renovadas -la silueta oversize que caracteriza a la marca-, mutó en superposiciones intrincadas y bellas, en abrigos símil batas con reminiscencias del judo y de las artes marciales, ceñidos mediante elegantes e ingeniosos lazos. Ya en blanco o negro, con pantalones de pura lana o largas camisas, las y los modelos llevaban zapatos bajos y con tacos con apariencia de relieves en 3d realizados en colaboración con Bronco. Pero el juego de blancos y negros hizo lugar a total looks en azul -del abrigo a los camiseros, las carteras y los zapatos enfatizando el azulino tanto en el rostro como en el pelo de la modelo-, pasó al rojo, admitió el naranja y el amarillo, y el recurso se replicó en los peinados y los maquillajes urdidos por la experta Jazmín Calcarami, actual maquilladora del Cirque du Soleil en su recreación de Soda Stereo.

Los diseñadores Camila Milessi y Emiliano Blanco esgrimieron que los tonos respondieron a sus citas a la señalética y a los materiales en construcción que  vislumbran en la ciudad. Y agregaron: “La música era todo Riuchi Sakamoto en piano y luego terminaba con Enter the Dragón, de Lalo Schiffrin, ¡¡¡pero no pudo ser!!!” Y allí  corresponde mencionar el incidente que detuvo el desarrollo del desfile: en la aparición de la modelo seis o siete, quienes nos sentábamos en las sillas níveas y seguíamos con atención cada nuevo artilugio estético percibimos una pausa en el sonido, las luces y los pasos de las modelos.  Algunos consideramos que era un truco dentro del desfile -Kostume suele recurrir a otros formatos para presentar sus colecciones- pero se debió a una falla en la electricidad que quemó equipos de sonido y detuvo el show. Y allí, luego del anuncio de la coreógrafa Andrea Servera acerca del percance sonoro, el desfile volvió a comenzar y con los sonidos del silencio, las pisadas y los pliegues de las telas invernales, continuaron durante las treinta y cinco pasadas de estilos para el invierno según Kostume, que sumó elegancia a la silueta femenina, flirteó con chicos-chica, sumó nuevos artilugios a su línea de anteojos-gafas en tonos rojo intenso y azul francia desarrolladas en colaboración con la firma Vulk. Kostume zigzagueó obstáculos de la puesta en escena -lo de la música es apenas una anécdota y el género música en desfiles suele estar sobrevaluado- pero la realidad suele inmiscuirse en la pasarela y ante la creciente inflación y los pronunciados  índices de pobreza, los diseñadores locales y la industria atraviesan a diario infinitos obstáculos para el desarrollo, la producción y las ventas.  

El martes 14 al mediodía una discoteca de la avenida Quintana sin otro artificio que el perfume trasnochado que se percibió al bajar la escalera hacia el sótano y la pista de baile, coronada por silloncitos y poltronas kitsch, fue la locación elegida por Dubié para presentar la colección de invierno 2017 apodada “Mundo Ordinario”. En semejante juego de palabras la diseñadora Agustina Dubié advirtió que se refería a “una oda a lo común, lo de siempre, a lo vulgar para celebrar lo que se observa todos los días. Hicimos piezas como las que vemos en la calle y las representamos como se usan en la  calle, no es una réplica sino una interpretación”.

En la primera fila, de Dolores Fonzi a Cecilia Roth contemplaron el desfile que exaltó tanto la morfología del trench coat, las camisas con botones en la espalda que  subvirtieron modos de uso, los pantalones y los tops de cuero negro, los atuendos de jean, pantalones y chaquetas que con sus bordados ironizaron sobre los parches y ornamentos que irrumpen en las tendencias y entre sus escritos trazados con hilos, se apreciaba la dirección de la tienda que desde 2011 se erige en la calle República de la India, cercana al Botánico. Las modelos llevaron cual principal ardid estético peinados que ocultaban sus rostros pero aun así, las y los asistentes pudieron percibir los cameos en pasarela de la diseñadora Noel Romero, la galerista Larisa Zmud y la mismísima Agustina Dubié, con jeans y una remera blanca que replicaba el leit motiv de la colección. 

A su modo y con sus arbitrariedades el desfile se erigió en un gesto político en su parodia del lujo pero además sumó el uso de dos carteras y las carteras xl que recordaron ardides para pasarela de Demna Gvasaglia para Vetements.  De modelos que sostenían sus largos visos, dispuestos sobre remeras o camisetas como si estuvieran terminando de arreglarse en la pasarela y se desplazaban con medias cortas y gruesas abrigando sus chinelas chic. La diseñadora de Dubié, se graduó en la UBA, trabajó en la firma Cher, realizó estudios complementarios en Londres, donde hizo pasantías en el estudio de la diseñadora Roksanda Ilincic, y  suele contar que allí aprendió la obsesión por los detalles. Entre sus guiños al abrigo y las siluetas deliberadamente desaliñadas, irrumpió un paño amarillo y otro color arena sobre una camisa: “A mi criterio la ropa  no tiene que tener una ocasión de uso, pienso que el tapadito bata con un jean y una remera blanca es una prenda para el fin de semana y que con un vestido negro se transforma en elegante”.