“La dama de la deconstrucción”, discípula y traductora de Jacques Derrida, es una filósofa con una ironía excepcional para sacudir el avispero de las ideas. Avital Ronell –una performer hospitalaria con sus oyentes– leyó en inglés una conferencia magistral sobre la queja como enunciado presente en la discusión pública, pero despreciado por los discursos políticos y las indagaciones filosóficas. “Las elecciones en los Estados Unidos nos dejaron en un estado de sorpresa existencial. El modo en que perdimos, el alcance de la pérdida que debemos soportar, nos coloca en una casilla catatónica de la que no podemos predecir su vida útil. No está claro cómo podemos mantener el motor de la protesta en marcha, cómo hacerlo viable y sostenible, algo en lo que podemos creer. (Donald) Trump es el signo de una protesta que salió tremendamente mal”, dijo la filósofa mientras imitaba la entonación del presidente de Estados Unidos en la sede de posgrados de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). “En cuanto a mí, espero instrucciones de la comunidad de guerreros y agitadores, esos activistas súper articulados que están en la calle, para ver cómo movilizarme contra lo imposible”, reconoció Ronell, que hoy presenta su libro Crack wars. Literatura, adicción, manía (EDUNTREF) junto a María Moreno y Ariel Schettini. 

Ronell –que nació en Praga en 1952 y emigró a Nueva York cuatro años más tarde– fue invitada al país por la UNTREF, a través de la Maestría en Estudios y Política de Género que dirige Daniel Link. La profesora de literatura comparada de la New York University (NYU) explora los puntos de confluencia –pero también de cortocircuito– entre los campos de la filosofía continental, los estudios literarios, el psicoanálisis, la filosofía feminista y la ética. En su conferencia “Ay! Una historia de la queja” –proyectada en castellano sobre una pantalla, mientras ella leía en inglés–, se pudo apreciar este modo de trabajar de la filósofa estadounidense. “Como Sintomatóloga en Jefe y Directora de la Oficina de Quejas Existenciales, aprendí del modo más difícil que estamos atrapados en una grilla de reclamos cuya parte más noble está perdiendo fuerza. Ay, soy un desastre de contradicciones. ¡Cómo desprecio a los que no paran de lloriquear y quejarse! ¡Cómo desdeño a aquellos que, no perturbados por ningún tipo de injusticia, no encuentran nada de lo que quejarse y son todo sonrisas, están grotescamente satisfechos, bloqueando los caminos a la protesta y a la indignación honrada!”, ironizó la autora de The Telephone    Book (1989), Stupidity (2002), The Test Drive (2005) y Loser Sons (2012), entre otros títulos. 

“Aunque está bien abajo en el tótem de las posiciones articuladas y las poses postulantes, la queja persigue a esta época de justicia desesperada. La queja parece ordenar un amplio espectro de acciones principalmente atascadas. Al mismo tiempo, hay un núcleo de vitalidad en la queja, alentando de vez en cuando despertares políticos y distintos tipos de cuidado, de disidencia articulada o de pelea por derechos”, planteó Ronell y admitió que es posible que en ciertos momentos el esfuerzo por entender la naturaleza de la queja parezca un trabajo no calificado en los campos de la teoría lingüística y la lucha política. “Soy partidaria de los tropos no canonizados de quejarse y putear, una provisión de lenguaje de la que me temo no he producido lo suficiente, aun cuando, en tanto agitadora nata, tiendo a inclinarme hacia las zonas minadas y las rutas de acceso difíciles a los objetos o temas del pensamiento marginalizados”, admitió la filósofa estadounidense. Ronell analizó la dislocación ilustrada por Hamlet, de William Shakespeare, cuando pone en marcha su máquina quejante. “Hamlet ha sido considerado el primer hombre absolutamente moderno. El espectro de su ansiedad de alta gama revela profundidades y un indicio de interioridad que sus predecesores no podían conocer. Sin embargo, la metáfora de la profundidad manda al lenguaje trágico de vacaciones, sin que importe cuán sustancial y retóricamente elaborada sea cada expresión de duda, incontrolabilidad e indignación. Hamlet tambalea y se atasca en la forma degradada de lenguaje con la que carga en tanto eterno hijo perdedor”, explicó Ronell. Sobre una frase crucial dicha por Hamlet, “el tiempo está dislocado”, recordó que para Derrida la relación con lo que no está allí “nos invita a prestar atención al otro fantasmal y no-presente, a ocuparnos de los que no tienen voz, y que en ciertos sentidos están silenciados e inhibidos”. “Sea que hayan sido relegados a un pasado o a la extensión de un futuro desconocido, su grito atenuado exige una reacción ética”, subrayó la autora de Crack wars.

“El desajuste que Derrida analiza en la línea de las quejas de Hamlet dice que la justicia todavía está pendiente, en el sentido de que aún se la espera y no ha sido cumplida –advirtió Ronell–. Todo pedido de justicia se nos acerca con los sistemas de entrega del fantasma, latentes pero persistentes, parte de una lógica patrimonial que nos sacude y nos despierta, usualmente a media noche, cuando el tiempo diurno es desocupado y la no contemporaneidad de lo que es nos envía una citación. Derrida habla del efecto-visor del espectro que cita a Hamlet, del modo en que el fantasma ve sin ser visto en términos del rostro que oculta, y, podemos añadir, en sintonía con el sistema de emisión superyoico y drástico que este ardid implica”. La filósofa estadounidense concluyó su conferencia con una reflexión acerca del enunciado “no me puedo quejar”, que le gusta examinar con atención. “Aquellos que viven en una miseria tenaz no pueden quejarse. Tampoco pueden hacerlo los soberanos, los que gobiernan en Shakespeare o en distintos puestos mundiales dispersos –señaló la filósofa–. A pesar de todo, al decir que ‘no pueden quejarse’, los abstemios, aquellos que decididamente resisten, plantean la cuestión de la queja, su necesidad y futilidad, insinuando un depósito de quejas listo para ser usado, pero no revelado: podría quejarme, pero renuncio a la tentación de hacerlo”.

* Crack wars se presentará hoy a las 18 en Juncal 1319.