La música inunda todos los espacios, la voz picada del Indio dice: “Disculpa mis actos de hampón/ siempre hay un kilombito en un cielo de dos” y se ve a una parejita, dos gorritas que recién salen de la adolescencia. El le dice algo a ella en medio de ese impresionante caos humano que salta, grita, en medio del polvo, todo dominado por la banda del escenario: “Y nunca hay terreno sagrado, amor/ es difícil no ser injusto con vos”. El pibe saca una cajita roja con un anillo y le dice algo a la piba que abre los ojos con una ternura demoledora y le da un beso. La música revienta: “Flight 956…Voy a extrañar/ Tu belleza es como un resplandor”. El pibe le pidió casamiento en el recital del Indio en Olavarría. Es un videíto que ronda las redes. Cultura ricotera. 

Otra escena argentina: Mauricio Macri en la Casa Rosada al borde de las lágrimas: “Me emociona verlo a Torres (Raúl Torres, ex dirigente de la UOM) –dice– porque con él vivimos momentos difíciles” y así explica con voz temblorosa la forma en que Torres lo ayudó a convencer a los obreros de Sevel a aceptar que les apliquen la flexibilización laboral. Fue tierno para Macri recordar cómo la fortuna de su familia se salvó gracias al bolsillo y el sacrificio de los obreros, muchos de los cuales terminaron perdiendo todo. Lo dijo el miércoles para contraponerlo al enojo de las bases obreras que reclamaron el paro general que se convocó para el 6 de abril, y al conflicto docente.

Escenas que se contraponen: miles de desocupados movilizados ese miércoles por la CTEP. La crisis es como la inundación, el desastre crece desde abajo y los movimientos sociales representan a los primeros y más perjudicados. Son miles que cortan las calles en todo el país. Las medidas del Gobierno hunden a los que casi no tienen ni lo justo, a los que tienen el agua al cuello. Se movilizaron por una ley de emergencia social y una ley de emergencia ocupacional para la creación de nuevos empleos y en defensa de los que ya existen. El Parlamento las aprobó, pero Macri vetó la creación de empleos. Pasaron los meses y nunca reglamentó la emergencia social. Entonces la CTEP anunció la movilización para el lunes a la Plaza de Mayo.  Macri reglamentó la ley, pero ahora los movimientos dudan de que se aplique y se movilizaron el miércoles. Postales contrapuestas: se anuncia que Argentina subió 13 puestos en el ranking de libertad económica de la Heritage Foundation, el think thank de los poderosos de la economía mundial. Y el Indec del Gobierno, y la UCA, cuyos datos fueron usados por Cambiemos en la campaña, reconocen que hay más de un millón y medio de nuevos pobres y 600 mil nuevos indigentes. El comercio es más libre con 33 por ciento de pobreza, en un cálculo que no llega a dar cuenta de la verdadera dimensión de la catástrofe. Fue el mismo día que Macri se felicitaba por la flexibilización laboral de los 90 que expulsó a millones de personas del mercado de trabajo.

El mismo miércoles, cientos de vecinos en las esquinas de la ciudad de Buenos Aires con cacerolas y cacharros. El Ruidazo para protestar por el aumento de las tarifas. Multitudes en Caballito y en Palermo a pesar de la lluvia. Clase media y media baja, seguramente muchos ex votantes de Macri furiosos.

La calle, la del recital-misa de los ricoteros y la del impresionante acto de la CGT, la de las decenas de miles de mujeres y las decenas de miles de docentes, la de los miles y miles de los movimientos sociales y los miles de vecinos representan una heterogeneidad ciudadana que se rebela contra el Gobierno en un mes que no termina y que se anuncia con nuevas multitudes disconformes para el 24 con el movimiento de derechos humanos, para el 30 con las CTA y el paro del 6 de abril de la CGT. Lo distinto se funde en lo urbano y se expresa multicolor y polémico. Es la masa, es el ruido, es el caos de la multitud, pero también es unión y comunión. Hay una identidad que reúne que es diferente en todos los casos, pero que al mismo tiempo reconoce puntos de contacto. Allí hay millones de personas que pueden reconocer un ámbito que comparten. 

Desde el lado de enfrente se definen por la contraria.

Hubo una emboscada mediática para el recital del Indio. Los titulares amarillistas y mentirosos de la agencia oficial Télam y del portal Infoabe se replicaron en las redes y en los medios oficialistas y crearon una tragedia donde no la había. La impresionante multitud de más de 300 mil personas desbordó a la organización. El Indio habló contra la baja de imputabilidad a los 14 años. No fue un evento partidario, pero rueda en ese mundo que asusta al universo de Cambiemos. Hasta el jueves, en el predio de Olavarría cientos de policías bonaerenses con el secretario de Seguridad de la provincia, Cristian Ritondo, sobreactuaban la búsqueda de muertos que no existían, para alimentar la campaña mediática.

La represalia contra la CGT cayó como rayo sobre la piel de algunos que hasta pocos días atrás eran sus aliados. Luis Barrionuevo denunció que el presidente Mauricio Macri lo llamó para apretarlo y que al día siguiente le mandó inspectores de la AFIP al gremio gastronómico. El Ministerio de Trabajo retiró la personería al gremio combativo del subterráneo para seducir a la UTA y lograr que se ablande el paro. El Gobierno anunció que vendería la isla De Marchi para emprendimientos inmobiliarios, donde tiene sus huestes el sindicato de Carlos Schmid. Una situación similar provocó la ruptura de Schmid con el kirchnerismo. El Ministerio de Trabajo declaró ilegal la paritaria de los bancarios y ordenó una ofensiva contra los jueces que la convalidaron. La zanahoria de las obras sociales y una miríada de reclamos específicos de cada gremio se convierten en argumentos de una ofensiva oscura de extorsión sobre la CGT, que a su vez sufre la fuerte presión contraria de las bases.

Pero la embestida vertebral es contra los maestros. Sobre ella se estructurarán las demás paritarias. Es de las primeras y allí el Gobierno representa a la parte empresaria, tiene que dar el ejemplo. Puso cara de Caperucita y anuló la paritaria nacional que había instaurado el kirchnerismo como forma de neutralizar las desigualdades que produjo la ley de educación del menemismo. Que cada provincia se arregle. Y la condición es no pasar el 20 por ciento. Es a rajatabla. A este gobierno no le importa que le ganen la calle, pero está desesperado porque no puede mostrar ningún resultado al establishment en los números macro de la economía. Sobre todo, duplicó la inflación que hubo en los últimos meses del gobierno kirchnerista y no puede bajarla. Quiere subir las tarifas y entonces está obligado a poner un techo a las paritarias. Con una inflación que se proyecta al 35 por ciento anual, puso un tope del 20 por ciento al aumento. Se pierde 15 por ciento más el diez que se perdió el año pasado.

Es posible que afloje algo si consigue romper la unidad sindical. La estrategia es dividir, aislar a Suteba, que es el gremio más numeroso. Acusa de kirchnerista a su conducción, los medios oficialistas incluso publicaron entrevistas a la oposición trotskista del gremio. Y esa izquierda entra en el juego al hacer las mismas acusaciones en medio de una lucha tan difícil en una actividad que está en paro, pero que al mismo tiempo, y a pesar de haber sido beneficiada durante los gobiernos kirchneristas, suministró muchos de los votos antiperonistas de Macri.

Es la imagen de un gobierno acorralado por el pueblo en la calle. Macri acusa a mansalva de kirchnerista a todo ese universo heterogéneo que transita la calle de la protesta. Es nada más que una estrategia que no describe una realidad bastante más compleja, con muchos reclamos nuevos y otros que provienen de atrás en el tiempo y a los que el kirchnerismo o el peronismo en general tendrán que volver a encarnar o aglutinar, como hicieron después del 2003, si quieren regresar al gobierno.   

En estos meses, Macri se ha reunido con los periodistas que lo respaldan. En los trascendidos de esas reuniones resaltan algunos temas: su intención de doblegar a la Justicia, desplazando a la procuradora Alejandra Gils Carbó, y de subordinar al movimiento sindical, empezando por los docentes. El Presidente dice que gobierna en representación de un 40 por ciento de la sociedad a la que le disgustan el gremialismo, los cortes de ruta y los paros docentes. El 60 por ciento restante estaría dividido por las diferencias en el peronismo. Son porcentajes arbitrarios, seguramente exagerados para sus interlocutores. De todos modos, a la mayor parte de ese porcentaje que dice que lo respalda porque le disgustan las protestas y los conflictos, tampoco le gustará un gobierno que los alimenta y no sabe cómo resolverlos, como sucede con el gobierno de Cambiemos.