La industria audiovisual argentina sigue buscando alternativas frente al cierre de todos los complejos de exhibición que rige desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio. A los estrenos semanales de producciones nacionales que desde abril lleva adelante el Incaa en el canal Cine.ar TV y la plataforma Cine.ar Play, se les sumarán desde este jueves los que realice la Asociación de Directores de Cine PCI a través del portal Puentes de cine bajo una modalidad bautizada “Sala de cine virtual”. “Estos estrenos serán pagos y se exhibirán de jueves a jueves como en el cine tradicional, con una cartelera que irá renovándose”, explica un comunicado de la entidad en el que se adelanta que también habrá “charlas exclusivas en vivo, online y gratuitas con los directores y protagonistas de las películas”, además de exhibiciones especiales y ciclos.

El debut será este jueves 14 con el documental Canela, de la rosarina Cecilia del Valle (ver entrevista aparte), que retrata la historia de Áyax Grandi, un arquitecto que a los 48 años decidió convertirse en Canela y ahora, a sus 62 años, se debate entre intervenir quirúrgicamente su cuerpo o no. Para acceder habrá que entrar a la plataforma Puentes de cine  y abonar 160 pesos. Una vez realizado el pago, se recibirá un link para el visionado válido por 48 horas. “Las películas estarán un mínimo tres semanas, cuestión de todas las acciones de comunicación tengan tiempo de llegar al público. Funcionará como una sala pero programada como nosotros quisiéramos: el jueves estrenamos, los sábados una charla y de lunes a viernes un ciclo temático y gratuito relacionado con ese estreno”, cuenta Benjamín Ávila, presidente de PCI. El primer ciclo se llamará “Nuevas miradas sobre lo trans en el cine reciente” y se hará entre el 18 y el 22 de mayo con tres películas: Mía (2011), de Javier Van de Couter, Marilyn (2018), de Martín Rodríguez Redondo, y Tangerine (2015), de Sean Baker.

Tangerine (2015), de Sean Baker.

Puentes de Cine surgió en agosto de 2019 como un proyecto destinado a apoyar la exhibición y distribución de producciones nacionales en salas mediante la aplicación de técnicas de gestión de públicos y formación de audiencias. Pero la pandemia obligó a adaptar la iniciativa a estos tiempos de encierro y consumo hogareño. Fue así que el 20 de marzo surgió Cuarentena de películas, un ciclo que desde entonces ofrece un título diario en el web y una charla posterior con el director/a vía redes sociales. Durante estas semanas hubo alrededor de 50 películas de todo tipo y para todos los públicos, desde Tan de repente (2002) hasta la infantil Rodencia y el diente de la princesa (2012), pasando por la premiada Los dueños (2013) o la reciente Hogar (2019), y dialogaron con el público Lorena Muñoz, Anahí Berneri, Marco Berger y Celina Murga, entre otros. 

“Para entrar tenías que dejar los datos, y con eso armamos una base que hoy ronda las 11 mil membresías. Ahí vimos que había un nicho real, que existe un público interesado por el tipo de películas que programábamos”, cuenta el director de Infancia clandestina, y sigue: “Entonces pensamos en hacer lo contrario: si las salas de cine van a estar cerradas, siendo generosos, hasta septiembre (yo creo que será más tiempo), por qué no convertirnos en exhibidores para darle más oportunidades a los productores que se quedaron sin poder estrenar y hoy tienen como única posibilidad la plataforma Cine.ar, donde hay un volumen enorme de material”. Ávila destaca que, a diferencia del modelo de negocios habitual de las salas por el cual ellas se quedan con alrededor de la mitad del importe de cada entrada, aquí el 80 por ciento se dividirá entre el distribuidor y el productor.

Un punto fundamental para esos productores es el de los subsidios de medios electrónicos, una suma que la Ley de Cine establece para aquellos títulos con paso por las salas. Cuando el Incaa creó el Programa de estrenos en Cine.ar durante la pandemia, la resolución estableció que aquellos films que se sumaran a esta modalidad estarían en condiciones de percibir ese dinero. “Hace tres semanas hablamos con el Incaa puntualmente sobre esto”, dice Ávila. “Lo que surgió en esa charla es que somos los primeros que proponemos una iniciativa de este tipo por fuera del Estado. La idea es tomarlo como modelo para ver de qué manera acceder a los subsidios, aunque el problema es que la Ley de Cine es muy específica sobre los estrenos en salas. Lo que sí haremos cuando tengamos el código de exhibición digital es pagar el 10 por ciento del impuesto el Fondo de Fomento”, completa.

Sin embargo, Ávila afirma que la idea no es que funcione como reemplazo de la experiencia en los cines sino que la complemente. “El concepto nuestro es de sala, no somos una plataforma, no se van acumulando películas sino que van a entrar y salir como en los cines”, aclara el realizador, para quien el “el problema del cine argentino no es que se estrene online o no, sino que no tiene protección en la programación de salas”. “Evidentemente el mundo virtual ha demostrado que tiene una capacidad de llegada importante. Por eso estamos pensando, cuando se abran los cines, cuál será el próximo paso. Y tenemos algunas ideas interesantes, como por ejemplo habilitar el visionado solo en las provincias donde no haya cines. Son dos mundos que no deberían superponerse”.

Marilyn (2018), de Martín Rodríguez Redondo