De la sonoridad diversa, que una misma sensibilidad poética hace convivir desde diferentes idiomas, lo que asoma en Diálogo es la manera a través de la cual su dúo protagonista vive la música. Diálogo enhebra obras de Schumman, Chausson, Hahn, Guastavino, Montsalvatge, García Lorca, Francisco Maragno, Verdi. Lo hace a través de la sintonía amorosa entre el piano de Graciela Bianchi y el canto de Marcelo Maragno. Los dos formaron una sociedad que acompañó a la pianista hasta sus últimos días, habida cuenta de su fallecimiento en 2012. En este sentido, Diálogo es también la recuperación de un legado, la rememoración sentida, dedicada a la memoria de una de las compañeras musicales esenciales en la trayectoria del cantante.

“Siempre me interesaron los idiomas y la literatura, y siempre me gustó más la poesía. Hugo Gola era tío mío, de una relación cercana con mi papá, con quien siempre hablaban de literatura y de música. Juan L. Ortíz iba a la casa de Hugo, donde yo jugaba. Él era para mí una figura natural. La literatura siempre fue importante, igual que el cine. Y desde ya la música, a partir de mi mamá y mi papá”, refiere Marcelo Maragno a Rosario/12.

“Yo quería que de alguna manera quedara un registro de la variedad de idiomas en los que nosotros interpretábamos. No por la destreza que pudiéramos tener, sino porque cada idioma encierra una sonoridad y características diferentes. Poder cantar poesía, para mí, es la posibilidad de estar articulando la poesía con la música. Es como un doble placer, o un placer más intenso. A mí me gusta cantar la poesía. Y me doy ese gusto”, agrega.

En cuanto a la relación musical con Graciela Bianchi, Maragno comenta que de las grabaciones realizadas “tengo muchas más, pero fui seleccionando lo que me parecía mejor, incluso técnicamente. Las primeras cuatro (Dichterliebe Op. 48, Schumman) fueron grabadas en un concierto y no tienen ruido, salvo la número 4 con un ruidito de las tablas del escenario, eso no se pudo modificar, pero nos interesaba que musicalmente estuvieran bien logradas. Para nosotros, Schumman es un compositor central porque trabaja el lied, que es la canción alemana, que tiene ciertas características. No es solamente la canción que se canta, es casi como una escena, entonces la voz cobra otro tipo de protagonismo junto al piano, porque está escrito para canto y piano, y procura un diálogo entre ambos”.

"No es solamente la canción que se canta, es casi como una escena, entonces la voz cobra otro tipo de protagonismo junto al piano"

--Allí, justamente, el título del disco.

--Tal vez suene gracioso, pero el trabajo minucioso que hacíamos con Graciela tenía que ver un poco con una especie de relación amorosa, donde no está la atracción física, pero sí toda una compenetración y entendimiento casi natural por parte de la otra persona. Al cabo de un tiempo de formar el grupo con Graciela nos sentíamos así, entendíamos la música prácticamente de la misma manera. Surgía naturalmente, y eso es muy difícil de lograr. Cuando estuve en Estados Unidos canté con mucha gente, con buenos pianistas, y logramos buenas cosas, pero con Graciela estuvimos diez años. Con ella era un diálogo musical, de sensaciones, de sentimientos. Los dos nos entregábamos a la música y daba la casualidad de que lo sentíamos de la misma manera.

Maragno señala que las grabaciones que contiene Diálogo son a partir de 2008, salvo una, “Nana de Sevilla” de García Lorca, la única en donde es acompañado por otra pianista, Amalia Ferrer. “Me gusta mucho esa Nana, que es de 1999. Con Ferrer estuvimos muchos años también, hay mucho material con ella muy bueno y valioso. Con Chela estábamos más maduros los dos, comenzamos en 2002, así que ya teníamos un trabajo de dúo de seis años ininterrumpidos”.

De Carlos Guastavino se incluyen Doce Flores Argentinas y Selección de Canciones Populares de 1967. La elección y grabación fue consecuencia de la celebración que del décimo aniversario del fallecimiento del músico santafesino organizara la UNL. “A nosotros nos tocó Doce flores y un grupo de las canciones populares de 1967, las preparamos y me gustaron mucho. Tienen una sencillez y una transparencia y a la vez un encanto muy especial. Entendimos que este material valía la pena que lo registráramos en el estudio. En algún momento pensamos en editarlo, pero Graciela luego enfermó. Ahora me dije que valía la pena incorporarlas en el disco, ya que se cumplen 20 años del fallecimiento de Guastavino”, comenta el músico.

Diálogo incluye también una canción de Francisco Maragno, padre de Marcelo. Se trata de “Muerto de fatiga y sueño”, con poesía de Nicolás Guillén. De su padre, Maragno cuenta que “tenía una relación muy cercana, tanto afectiva como musicalmente. Él respetaba y apreciaba muy especialmente mi trabajo como cantante y más aún como intérprete. La interpretación de las obras de mi papá requieren, en mi opinión, de un conocimiento especial de su música y de su visión de la música. A él le gustaba que la voz flotara, como si fuera extracorpórea, los sonidos transparentes, redondos, sin estridencias, y especialmente muy expresivos. ‘Muerto de fatiga y sueño’ creo que es la obra de características más contemporáneas, por así decirlo, de todo el disco. Por lo pronto no tiene una tonalidad definida, sin embargo suena bastante tonal. Si me dejás que describa un poco mi sensación con la canción, te diría que la imagino como una escena de película de guerra de Tarkovsky o incluso de Kurosawa, en blanco y negro, con esa breve introducción que lleva a la descripción visual de ese soldado que “Muerto de fatiga y sueño viene del monte…”.