Hay un talento especial de Svetlana Aleksiévich para enhebrar en La guerra no tiene rostro de mujer un relato con las voces de las mujeres que combatieron en el Ejército Rojo, durante la Segunda Guerra Mundial. Fueron alrededor de un millón las rusas en esa contienda. Nunca las escucharon. El libro es una investigación y también una obra literaria que recoge los testimonios, con mínimas intervenciones textuales de la autora. Romper el silencio era imprescindible. "Quiero hablar… ¡Hablar! ¡Desahogarme! Por fin alguien nos quiere oír a nosotras. Llevamos tantos años calladas, incluso en casa teníamos que tener las bocas cerradas. Décadas. El primer año, al volver de la guerra, hablé sin parar. Nadie me escuchaba. Al final me callé… Me alegro de que hayas venido. Me he pasado todo el tiempo esperando a alguien, sabía que alguien vendría. Tenía que venir", dice Natalia Ivánovna Serguéeva, soldado, auxiliar de enfermería, en la página 45. Son cientos de relatos, que resultan apasionantes y espeluznantes al mismo tiempo.  La voz de la autora aparece lo estrictamente necesario. 

Al escucharlas (se leen, pero se pueden oír) rememorar las tareas que realizaban --no eran sólo enfermeras o cocineras--, las humillaciones que vivían, el olvido que sufrieron, se puede tomar una dimensión bien diferente de la guerra. La construcción polifónica permite nuevas miradas. Los estereotipos no entran en este libro. Son personas, mujeres de carne y hueso que combatieron por su patria y luego volvieron a la vida esperable para ellas. "En lo que narran las mujeres no hay, o casi no hay, lo que estamos acostumbrados a leer y a escuchar: cómo unas personas matan a otras de forma heroica y finalmente vencen. O cómo son derrotadas. O qué técnica se usó y qué generales había. Los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan sólo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana. En esta guerra no sólo sufren las personas, sino la tierra, los pájaros, los árboles. Todos los que habitan este planeta junto a nosotros. Y sufren en silencio, lo cual es aún más terrible", dice la autora en la página 9. 

Sumergirse en La guerra no tiene rostro de mujer es un viaje al dolor y al sentido de lo humano. Svetlana Aleksiévich se hizo mundialmente conocida al ganar, en 2015, el Premio Nobel de Literatura. Más tarde, la serie basada en su libro Voces de Chernobyl la convirtió en una celebridad. El que aquí se recomienda es otra muestra del talento que despliega en contar la Historia como un rompecabezas de pequeñas historias. 

La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Aleksiévich, Editorial Debate, 2015.