La suspensión de clases presenciales, por el aislamiento y distanciamiento social que rige de acuerdo a la situación epidemiológica de cada provincia y municipio, no evita el contacto virtual. Las videollamadas, los grupos de chat y el material audiovisual son los mejores aliados. “Lo que buscamos garantizar es la conexión diaria y pedagógica de nuestras docentes y el personal con las familias”, indica Montoya, de la UNCUYO, “porque, aunque sea remoto, hace que se pueda mantener la conexión entre el niño y el jardín y entre la familia y el jardín”.

“Estamos sufriendo horrores esto de no poder concurrir”, lamenta Suárez. “Lo más importante es no perder el vínculo humano. En los jardines pasa de todo, la mamá o el papá tiene un lugar de encuentro con el otro, donde podés poner en palabras la problemática y sabés que una mano seguro te van a dar. Acá lo estamos haciendo de forma virtual”, asegura.

Aunque es difícil, López cuenta que, dado que el jardín de UBA Derecho tiene una orientación artística, los materiales que elaboran y envían a las familias intentan recuperar algo de todo lo que cantaban, leían, escuchaban y jugaban en la cotidianeidad prepandémica; de esta forma, buscan producir experiencias de continuidad afectiva y lúdica. Aun así, nada reemplaza el vínculo cara a cara, enfatiza Suárez: “Te dan ganas de llorar. Algunos te cuentan que el bebé aprendió a agarrar el sonajero; hay bebés que aprendieron a caminar con nosotros, o les dimos su primera comida. Hay un vínculo muy fuerte”.