Este jueves a las 23, Francisco Bochatón llevará adelante por streaming la segunda función de Bochatón x 3, una terna de recitales con los que presenta en vivo los trabajos discográficos que aún no colgó en Spotify. Si bien hoy tocará su EP Píntame los labios (2000), la semana pasada estrenó esta serie con su álbum Hasta decir palabra (2002). Mientras que el EP Mundo de acción (2002) cerrará, el jueves próximo, la propuesta. “Mis discos independientes siempre los mantuve muy al margen de lo que es Peligrosos Gorriones. Así que este momento me encuentra activo para empezar a subirlos de a poco”, explica el músico platense. “Aunque ahora es muy raro no escuchar a nadie, cuando termino de tocar una canción me emociona que haya gente del otro lado. La humanidad está logrando estar conectada igual. Antes me preguntaba por qué tengo que hacer esto, pero la música prima, y ya van a venir tiempos en los que podamos actuar de vuelta en un escenario. Disfruto mucho hacer música en el estudio, y ésta es una manera de asimilarlo”.

-A diferencia de cuando comenzó la pandemia, donde los recitales por streaming eran gratuitos, los artistas ahora los monetizan, ticketera mediante. ¿Te hace ruido esta nueva manera?

-La supervivencia con la música siempre existió. Lo que se modificó en esta época son el modo y la forma. Hay un camino que va, y que se está naturalizando, por lo que no hay mucha contradicción. Si bien hoy tengo 47 años, desde los 14 cobro por tocar. La preparación de un show es un esfuerzo que la gente valora. Es lo más digno para un músico.

-Hace 20 años debutaste en solitario con el álbum Cazuela (1999), al que le siguieron los tres trabajos discográficos que estás presentando. ¿La preparación de estos shows te sirvió como ejercicio retrospectivo?

-Cuando arranqué a hacer los discos solistas, luego de Peligrosos Gorriones, fueron años de trabajo con ingenieros conocidos como Eduardo Bergallo, y con músicos increíbles de la talla de María Gabriela Epumer, Ricky Sáenz Paz y Celeste Carballo. Nunca pensé que esa gente me iba a acompañar. A la distancia, veo que pasó algo que me dirigió a un lugar más genuino. Pude largar algunas cosas íntimas que tenía seleccionadas para tocar solamente en mi casa, que derivaron en discos re lindos. Empecé a disfrutarlas, y a ver que sonaban bien. Tenía una idea muy clara de lo que quería hacer.

-En el medio de Cazuela y Hasta decir palabra lanzaste Píntame los labios y Mundo de acción, lo que fue muy particular en ese momento porque el EP era toda una rareza. ¿A qué se debió esa decisión?

-Eso pasó en 2001, durante la gran crisis en la Argentina. Por esa razón, con el sello Indice Virgen, que publicó esos trabajos, pensamos sacarlos como EPs. Y la idea me encantó. Lo presentamos en el Centro Cultural San Martín, en el ciclo Nuevo, y después de eso empezamos a grabar un segundo álbum al que íbamos a llamar ¿Y las plantas? Pero al final, lo dividimos en dos: Mundo de acción y Hasta decir palabra, que se convirtió en un disco de culto porque contiene temas raros. Nos parecía futurista, y luego hice trabajos más normales.

-A propósito de esto último, “22:33”, que es de donde se desprende el título de Píntame los labios, tiene una estructura de canción tradicional. Aunque luego se distorsiona. ¿Qué inspiró los temas de ese EP?

-En el caso de “22:33”·, es un sueño bisexual o polisexual. Una novia no me buscaba, lo que me puso muy triste, para variar, y me senté en el piano. Empecé a alejarme mucho de los Gorriones. Esos temas los tenía muy separados, al igual que “Cosas viejas”. Esto me fue dando seguridad para tener mi propia playlist. Desarrollé una manera de componer que no tenía fin. Es lo mismo que sucede cuando leo a Dylan Thomas: va para cualquier lado.

-El productor de las voces de ese EP fue Gustavo Cerati, para quien compusiste un año antes “Paseo inmoral”. ¿Te parece que ese tema podría haber encajado en tu obra?

-Gustavo estaba ayudándome con la producción de Cazuela, que fue en la misma época de Bocanada, y me dio cuatro temas que no había podido cerrar. Le gustaba cómo componía. Creo que “Paseo inmoral” sí podía haber sido parte de mis discos. Me lo dio porque nunca pudo ponerle letra. Recuerdo que un día me preguntó de qué se trataba, y me dijo: “No me expliqués más”. Prefirió cantarla y no saber. Estaba contento. Estuvo bueno porque siempre consideré su música como muy innovadora. Me hizo muy bien trabajar con él en el estudio. Me dijo que me parecía a Syd Barrett en muchas cosas, lo que me daba risa.

-Tras semejante arranque como solista, sostenido además por tu trabajo en una de las bandas fundamentales de los noventa en el rock argentino, ¿nunca te preguntaste por qué no sos un artista mainstream?

-Debo tener mis características que me impiden llenar un estadio. Tampoco es lo que pretendo. Hago lo que puedo. Estoy agradecido a la vida. A los 21 años grabé mi primer disco con Daniel Grinbank, a los 23 ya estaba girando, y a los 26 hice mi debut solista. A mí me gusta mi lugar, y hago la música que quiero hacer. Uno tiene que aceptar sus limitaciones y capacidades.

-De todas formas, sos una gran influencia para muchos artistas de la actual escena independiente argentina. Y no sólo compositivamente. Santiago Motorizado se animó a ser frontman, a pesar de ser bajista, luego de verte en vivo.

-Me encanta lo que hace El Mató. Santi me parece encantador. Cuando nos juntamos los Gorriones, ellos tocaron antes. Nos aúna también Bergallo. Toqué el bajo porque en el grupo no había bajista. Eso fue a los 19 años. No debe existir más ese estereotipo tan clásico de que el guitarrista es el que canta.

-Tu último disco en solitario, La vuelta entera, apareció hace ya ocho años. ¿Preparás algo nuevo?

-Lo estoy pensando de una manera rara. Uno va avanzando en la medida que compone. Me gusta sorprenderme. A veces no sé ni qué quiero decir. Lo que pasó acá es que sentí que había una cosa fresca, aunque tiene un poco de violencia contra mí mismo, en la que me pregunto: “¿Por qué hago esto?”. Pero con una esperanza.

-¿Qué pasará con Peligrosos Gorriones?

-Con Guillermo Coda, que es mi mano derecha en el grupo, nos estamos pasando temas por las redes. Pensamos en el futuro. Si salimos vivos de esto, en diciembre veremos qué podemos hacer.