“Todos buscan algo, todos esconden algo. Y todos son culpables”, dispara amargo –y borracho- Perry Mason a Lupe, su ocasional compañía en la cama. Habla de los demás, pero lo más probable es que también –y sobre todo- hable de sí mismo. La serie que HBO estrenó el domingo pasado reimagina al clásico abogado creado por Erle Stanley Gardner. Este nuevo enfoque de Mason propone al espectador jugar con los orígenes del personaje, mucho antes de que fuese el abogado estrella (interpretado por Raymond Burr) que cautivaba televidentes al salvar a inocentes acusados por crímenes que no habían cometido y descubrir semana a semana --en el prime time televisivo de 1957 a 1993-- al auténtico culpable.

Pero si el abogado ideado por Gardner para ochenta nouvelles y cuentos era prolijo, metódico, y se veía seducido por los casos más difíciles al punto de trabajar prácticamente gratis en ellos, la reinvención televisiva es especialmente oscura. En esta Los Angeles de 1932 Mason –encarnado por Matthew Rhys- aún no es abogado. Trabaja como investigador privado medio pelo –e incluso reconoce que hasta el término le queda grande- y lleva una existencia fallida en múltiples sentidos. Separado, no consigue ni hablar con su hijo en Año Nuevo, la granja familiar languidece tras la muerte de sus padres y su experiencia en las trincheras de la Primera Guerra Mundial lo han dejado traumado. No es ejemplo de rectitud moral ni de disciplina ética (ahí anda coimeando forenses para llevarse la corbata de un muerto). En la flamante Perry Mason  de HBO todos putean de lo lindo y el protagonista no se queda atrás. Incluso es un bocón irrefrenable al que su lengua lo mete en más problemas de los que solucionará –se anticipa- años más tarde ya con una corbata sin manchas de mostaza y ante los estrados de la justicia norteamericana.

Por lo pronto, a diferencia de las primeras adaptaciones a la pantalla que funcionaban a razón de un caso resuelto por capítulo o telefilm, la versión de HBO apuesta por un arco argumental único que recorre toda la temporada: resolver el misterio del secuestro y asesinato (macabro, por cierto) de un bebé. En el medio aparecen algunos temas de la época, como la miseria de la Gran Depresión (pasaron apenas tres años del Viernes negro del ‘29) y la corrupción policial y política de Los Angeles, tema que sigue tan vigente hoy como entonces, y estéticamente está muy inspirado en la película L.A. Confidential  (1997), de Curtis Hanson.

Un detalle que puede llamar la atención de esta propuesta es que detrás de cámaras está la producción de Team Downey. ¿Qué es “Team Downey”? Pues nada menos que el actor Robert Downey Jr. y, sobre todo, su esposa Susan, una figura muy conocida en la industria cinematográfica estadounidense. De hecho, originalmente el intérprete de Iron Man iba a encarnar al personaje, pero a medida que el proyecto avanzaba la opción se dejó de lado para hasta dar con Matthew Rhys, estrella de The Americans. Incluso el proyecto original era replicar un telefilm, un poco como en la última etapa de la adaptación del personaje. Pero –según contó Susan Downey en una ronda de entrevistas -, a medida que surgían las ideas el proyecto derivó en el actual formato de serie de ocho episodios y, de ahí, a HBO, que terminó de establecer el tono general de la serie, de acuerdo a su línea estética.

Junto a Rhys hay un elenco muy sólido, donde sobresale especialmente John Lithgow, un actor con tanta trayectoria que es difícil elegir un hito para empezar. Interpretó, por ejemplo, a Churchill en The Crown y al Dr. Dick Solomon en 3º Rock, pero aquí toma el papel de una suerte de protector de Mason, a quien pone bajo su ala, le ofrece trabajos y lo mantiene más o menos en caja. También está ahí Juliet Rylance en el rol de Della Street (algunos la ubicarán de American Gothic o The Knick), la aparición de Robert Patrick (sí, el “terminator malo" de Terminator 2), Eric Lange (Narcos y Lost) y Madeline Zima (Californication).

El anticipo del capítulo del próximo domingo, el segundo, incluye una frase que sí resonará con la imagen tradicional del personaje. En una escena, Mason afirma: “sólo busco justicia”.