En Seattle, en Memphis, en Salt Lake City, en New York, en Portland, en Chicago, en Tampa, en Los Ángeles, en Jacksonville, en Tulsa, en Dallas, en San Diego… A lo largo y ancho de Estados Unidos, cantidad de protestas pacíficas contra el racismo, el abuso de poder y la brutalidad policial han tenido a manifestantes proclamando el urgente black lives matter con sus cuerpos en movimiento, en bailes colectivos, mayormente espontáneos, que aúnan a personas de todos los géneros, de todas las edades. Basta scrollear por redes sociales para ver cómo danzan en secuencias improvisadas, con sentimiento y euforia, entrando en comunión. La efervescencia es contagiosa, como deja entrever un clip de Atlanta, donde incluso miembros de la Guardia Nacional estadounidense depusieron armas para sumarse al emocionante bailoteo. Sea haciendo twerking, voguing, krumping, haka o sabar senegalés, son tantos los ejemplos que ya hay quienes se han dado a la faena de registrarlos en documentos online que crecen a diario, para dejar asentado este pletórico gesto de desobediencia, repetido y compartido, que parece hacerse eco de las palabras que antaño dijese la anarcofeminista Emma Goldman: “Si no puedo bailar, no es mi revolución”. Nótese, de hecho, que recientemente un grupo de activistas tiraron unos pasos frente a una comisaría de Alameda, California, en repudio al arresto de Mali Watkins, de 44 años, que había sido apresado días antes precisamente por… bailar. Como suena: una mujer (blanca) denunció a las autoridades que un hombre afro estaba cometiendo el horrífico crimen de danzar en la calle, y un policía (blanco) lo encarceló sin más.

Visto lo visto, no es de extrañar que en la década del 60 el celebérrimo hit de Motown Dancing in the Street deviniese banda sonora involuntaria del movimiento por los derechos civiles de Estados Unidos, adoptado como himno de protesta por importantes personajes del black power como H Rap Brown o los Panteras Negras, que a menudo musicalizaban mítines con este track del ’64. Así lo recuerda un flamante artículo de The Guardian, donde la mítica Martha Reeves, voz cantante del grupo Martha and the Vandellas, rememora cómo su pegadizo temazo adquirió un sentido más profundo “al estallar las manifestaciones del ’64 y ’65 en todas las ciudades del país, cuando la brutalidad policial y la discriminación contra nuestra comunidad prendieron, como ahora, la chispa de la revolución”.

Por aquellos meses, el Ku Klux Klan había incendiado docenas de iglesias de la comunidad negra. El Civil Rights Act, ley clave para acabar con la discriminación racial y el segregacionismo, se debatía en el Congreso. Activistas por el sufragio afro desaparecían a diario, y cuando aparecían, lo hacían muertos, con un tiro o ahorcados. Malcolm X declaraba “Queremos libertad, la obtendremos por cualquier medio”… Ante la represión y la opresión sistemáticas, la brutalidad policial, los disturbios se multiplicaban…

En este convulso contexto, caló hondo el track con su “invitation across the nation, a chance for folks to meet / They'll be laughing and singing and music swinging”. Líneas como “¿Estás listo para un nuevo ritmo?” o “El verano está aquí y es el momento adecuado” fueron entendidas como un llamado a accionar, a resistir. En consecuencia, algunas señales de radio se apresuraron a bajarla de sus listas de reproducción: demasiado peligrosa, demasiado radical… En cierto modo, lo era. Y es que, como cuenta William “Mickey” Stevenson, que coescribió Dancing in the Street con Marvin Gaye e Ivy Jo Hunter, “nuestra canción hablaba de convivir todos juntos, pacíficamente, en armonía, sin separaciones, sin segregacionismo. De unirnos en el amor”. Se inspiraron, de hecho, en un recuerdo de infancia, una escena típica de verano: purretes bailoteando en las calles de Detroit, a carcajada limpia mientras se refrescaban con los hidrantes abiertos. Querían, por supuesto, marcar otro hit comercial para Motown; cosa que efectivamente sucedió, escalando el single en los charts, vendido por millones (Y más tarde reversionado hasta el paroxismo, por The Mamas & The Papas, The Kinks, Grateful Dead, Van Halen, Bowie y Jagger…).

“No había un ápice de violencia en la letra. Simplemente llamaba a que todo mundo se rindiera a un ritmo diferente. Bueno, tantos golpes habíamos recibido que ya era hora que llegara un ritmo completamente nuevo…”, dice hoy la legendaria Reeves, que inicialmente grabó el demo como mero ensayo. La idea original era que Dancing in the Street fuera interpretado por Kim Weston, pero fue escuchar a Martha, y que Stevenson, Gaye y Hunter cayeran rendidos. No había mejor voz, con ese poderío, esa urgencia casi mística. Reeves, más que encantada; no solo adoraba la melodía y la letra, también el arreglo: “Cuando empieza la trompeta y luego el tambor, me recordaba a una corrida de toros cuando la gente se levanta y vitorea ¡Ole! Tanta emoción, tanto sentimiento, y es solo la intro”.

Hace unas semanas, la cantante de 78 años participó de una marcha de Black Lives Matter, y ver a tantas personas caminando codo a codo, en armonía, la dejó exultante. “¡Algunos incluso bailaban! En realidad estaban dancing in the street. ¡Ya era hora!”, se regocija quien pusiera música a la revolución décadas atrás.