El 7 de agosto se cumplen 25 años de la promulgación de la Ley de Educación Superior (LES) durante el gobierno de Carlos Menem, cuya aprobación fue antecedida por el conflicto estudiantil más importante desde el regreso de la democracia. Entre abril y junio de 1995, los estudiantes protagonizaron tomas de Universidades y masivas movilizaciones en todo el país que llegaron a ocupar las tapas de los medios de prensa y causaron incluso la ira del entonces presidente, que llegó a calificarlas como “sediciosas” y “violentas”.

La LES se inscribía dentro de una “agenda” para la educación impulsada por organismos como el Banco Mundial, que otorgó un préstamo millonario para financiar la reforma. Los estudiantes cuestionaban que la ley abría la posibilidad para el arancelamiento, mayores restricciones al ingreso y que varios de sus artículos violaban la autonomía y el cogobierno. De este modo, el programa estudiantil se apoyó en los principios de la Reforma Universitaria y los vinculó a un diagnóstico sobre la situación de la Argentina, denunciando la injerencia de los organismos internacionales de crédito. El conflicto también exhibió una serie de repertorios de movilización novedosos para el movimiento estudiantil en democracia como las tomas efectivas de facultades o los cortes de calles simultáneos que implicaron niveles de confrontación mayores en relación a los años precedentes. Otro de los rasgos salientes fue que las protestas ocurrieron inmediatamente antes y después de la reelección de Menem. De este modo, la protesta estudiantil contribuyó a la continuidad del ciclo de protesta social abierto hacia fines de 1993, anticipando el paulatino desgaste del menemismo durante su segundo mandato.

El punto más álgido del conflicto llegó justamente tras los comicios presidenciales de mayo de 1995, cuando Menem decidió avanzar con la LES a toda costa. Frente al tratamiento en Diputados, 25 de las 33 universidades nacionales fueron tomadas por los estudiantes y una masiva movilización bloqueó el Congreso, forzando a que la sesión quedara sin quórum. El hecho fue vivido por los estudiantes como un verdadero triunfo. Una semana más tarde, el Gobierno “blindó” el Congreso y finalmente logró la aprobación, pero pagando un costo político alto para conseguir su objetivo.

El conflicto contra la LES marcó un hito en la defensa de la Universidad pública y abrió un ciclo de movilización estudiantil que se prolongó por varios años. Si bien la ley fue aprobada, algunos de sus puntos más cuestionados no pudieron implementarse. De hecho, resulta imposible comprender la fisonomía de la Universidad argentina actual sin considerar las manifestaciones estudiantiles de esos años. A comienzos de 1995, varios cronistas daban por sentado el pronto arancelamiento de la educación superior, como expresaba un suplemento de Clarín que afirmaba que “a pesar de los históricos reclamos de los estudiantes, el arancelamiento es casi una realidad”1. Es indudable que las movilizaciones estudiantiles contribuyeron a que esa realidad no se concretara y a que hoy la Universidad argentina tenga rasgos que la distinguen de buena parte de sus pares latinoamericanas.