Cuando el presidente Néstor Kirchner presentó los resultados del canje de deuda externa con acreedores privados le dejó a su ministro de Economía Roberto Lavagna anunciar el porcentaje de aceptación. Alberto Fernández repitió la movida para que Martín Guzmán se luciera marcando que aceptó el 93,55 por ciento de los acreedores que equivale al 99 por ciento por efecto de las cláusulas de acción colectiva (ver asimismo nota de Federico Kucher).

En aquel acto Kirchner repasó diatribas o pronósticos funestos de economistas y gurúes de la city. Con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a su lado, Guzmán gambeteó una tentación similar: tomarse revancha de quienes lo ningunearon durante meses. Nerd, autor full time de papers, académico sin cintura política… solo les faltó decirle “pobre pibe”. El ministro más joven del gabinete les respondió con hechos. Mantuvo templanza zen desde el primer momento. Detalló los principales objetivos antes de asumir, conforme se publicó en este diario.

Informó al Congreso cada una de sus acciones. Presentará en tiempo y forma el Presupuesto 2021: cuando sabe con qué recursos cuenta y no atolondradamente, a ciegas. Se comprometió a someter a aprobación parlamentaria el eventual acuerdo de refinanciación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para sentar un precedente institucional inédito.

A partir de su llegada Guzmán machacó con la expresión “tranquilizar”. La palabra describe bien su estilo y su oratoria.

Cortés, sin alzar la voz, le comentó a la audiencia (global) las groseras falencias del acuerdo entre el FMI y el gobierno del presidente Mauricio Macri. No provocó el shock de inversiones extranjeras, no generó recursos para el repago al organismo.

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De Alfonsín a la oposición dividida: Quince años atrás el Salón Blanco de la casa Rosada estaba abigarrado, con la flor y nata del establishment económico que ayer hurtó el cuerpo. El ex presidente Raúl Alfonsín se sentó en primera fila al lado de Cristina quien lo había invitado personalmente. Alfonsín conservaba bronca por el discurso de Kirchner al reabrir la ESMA pero priorizó acompañar un momento histórico. La Patria primero.

Ajenos a ese ejemplo, de otra estirpe, los dirigentes “sin tierra” de Juntos por el Cambio (JpC) --legisladores o tuiteros furibundos-- pegaron el faltazo al Museo del Bicentenario.

Los gobernadores, en cambio, apoyaron al Estado argentino tanto como al presidente Fernández. El porteño Horacio Rodríguez Larreta, el mendocino Rodolfo Suárez, el correntino Gustavo Valdés. Los de otras fuerzas opositoras: el neuquino Omar Gutiérrez, la rionegrina Arabella Carreras.

Otro tanto los peronistas de todo pelaje, incluyendo al sanluiseño Alberto Rodríguez Saá quien no había firmado la solicitada conjunta iniciática de aval a la propuesta porque prefería una táctica más confrontativa.

Un soporte territorial robusto que corrobora una de las palabras claves de la narrativa de AF: “federal”.

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Gracias a muchos y muchas: Ecuménicos y transversales los agradecimientos de Alberto Fernández. A Cristina desde ya. A los gobernadores. Al Papa Francisco. Al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador quien con fuerza y sigilo influyó sobre Larry Fink, capo del Fondo BlackRock cuanto las tratativas se empiojaban. A mandatarios europeos, que ayudaron con declaraciones. Al Congreso. A “Martín” (Guzmán), más vale, un acierto de su cosecha. A la titular del FMI, Kristalina Georgieva.

El populista-chavista Fernández dialogó a partir de diciembre con autoridades del Primer Mundo. Peregrinó por Europa, cuando se podía. A Georgieva le explicó-planteó desde el vamos “déjenos hacerlo a nuestra manera”. Esto es: “crecer, producir, exportar, acumular reservas, pagar”. Con la deuda social interna como prioridad. “El programa es nuestro” clamó Guzmán, por una vez, durante el verano pre pandémico. “Nunca más” al endeudamiento alocado repitieron ambos oradores, en canon.

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A pesar de la peste y del Zoom: Los sabiondos de la derecha cuestionan que se tardó mucho. Primicia exclusiva para ellos: medió una pandemia mundial. El Gobierno debió sacar de la galera una vasta política de emergencia que jamás hubiera imaginado, haciendo camino al andar.

Las conversaciones por Zoom mitigan la carencia de las presenciales pero no las reemplazan ni igualan, explica un funcionario internacional con largo millaje. Cuesta entenderse, el formato induce a ser más rígido. Un café antes o durante, unas palabras después integran el repertorio de quienes saben negociar. La baja presencialidad entorpeció. Tal vez con el FMI se pueda mejorar un poco porque en Washington las reglas de cuarentena son más laxas. El embajador argentino en Estados Unidos Jorge Argüello pudo valerse del recurso con funcionarios norteamericanos contribuyendo a conseguir, acaso, lo máximo posible: que la Casa Blanca no se pusiera de punta contra Argentina. Hasta ahora.

¿Vendrá una misión del Fondo a nuestro país? El virus decide, en gran medida. Imaginar que lo haga con los recaudos que toman los equipos de la NBA suena quimérico. Sería extraño que se arriesgaran con los protocolos de la Conmebol.

Argentina “compró” tiempo y gobernabilidad en el acuerdo con los bonistas. Ahora va en pos de lo mismo con el FMI. La dupla Fernández- Guzmán y el equipo económico en general, abarcando el Ministerio de la Producción y la AFIP concuerdan en un estilo distante de la virulencia de la derecha o de la soberbia incompetente de la CEOcracia macrista. Serenos en medio del tsunami, articulados para explicarse, comprometidos para defender el interés nacional. Laburantes 24x7, otro detalle.
Fernández-Guzmán llegaron a una aceptación record, piloteando la crisis integral más grave de la historia argentina. “Los argentinos sabemos levantarnos cuando nos caemos” dijo el presidente quien consiguió dar un paso adelante remontando la correlación de fuerzas adversa.

La perspectiva de la vacuna enciende otra luz en el horizonte. En el cruel presente, estalla una alerta roja en Cipolletti. Vecinos enfurecidos apretaron al intendente para no volver a fase 1. Lo convencieron. Minga de cuidados colectivos. A poco andar, colapsó el sistema de salud. Los peligros, las insolidaridades, acechan por doquier. Por su parte, la oposición salvaje no da respiro.

El gobierno nacional-popular avanza (aún con algunas fallas e inconsecuencias) en una hoja de ruta reparadora. Ayer festejó un gol. El partido se sigue jugando.

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