Llegó la Primavera, la estación de las Turu Flores, donde cantan los Pájaro Caniggia y los Pájaro Domizzi. El fútbol siempre te recordó aquellos picnics de estudiante, cuando eras un Nene Sanfilippo y llevabas aquellos sanguchitos de Tomate Pena, Lechuga Roa y Huevo Toresani que te había preparado tu Vieja Reinoso. Y a la tarde claro, te esperaba el Chori bien Picante Pereyra o el Panchito Guerrero con Mostaza Merlo que se disfrutaba Más frente al Lago del Loco Palermo.

Era Primavera, la adolescencia en la piel, no eras un Facha Bartelt, es más, tenías en la Carucha Müller más granos que un Choclo Regenhardt, pero esa tarde en el Rosedal, te diste Máquina Giampietri, te sentías un Tigre Gareca, un Toro Acuña, morías por comerle la Boquita Sensini a la Pochi Chávez sin ponerte Colorado Mac Allister. Porque ese color Morrón Rotchen que tenías en el Cachete Oberman era de tomar tanto Solano mientras veías a los Pato Fillol y los Pato Abbondancieri nadar por el lago. Estabas Loco Gatti por ella, diste más vueltas que un Pollo Soriano al spiedo para invitarla a tomar un Cucurucho Santamaría de Chocolate Baley y Coco Capria.

Cuando la viste, no podías creerlo. Estaba Balbuena que nunca. Vestía unas Bermúdez Rojas que dejaban apreciar una Colautti importante. Estabas tan Chocho Llop que te fumaste un Pucho Castro para festejar y darte ánimos.

Pero en ese momento, Cai Aymar con la pelota en la mano y toda la Panza Videla al aire a invitarte a jugar un picado. Lo mandaste al Diablo Hauche, claro.

-Dale, venite, no seas Rata Rattin…

-No, gracias… jugando soy un Perro Albarello.

-Ya sé, estás en modo Lobo Cordone buscando a una Oveja Telch. Es Pochi, ¿no?¿Y si no te da bola y te hace tragar el Sapo Villar?

-Mala Leche La Paglia. No es que tiro Manteca Martínez al techo pero me siento confiado.

-¡Ah, Tigre Falcao! Suerte

En ese momento la viniste venir. Era la Pochi con su pelo Negro Ortíz con colitas, onda Chilindrina Alvarez. No hacía falta encararla, ella se acercaba a vos.

-Las chicas me pidieron que vaya a lo del Panadero Díaz a comprar Factura Broun y Fideo Di María al supermercado Chino Tapia de acá a tres cuadras y me da Pachorra Sabella ir Solari. ¿Me acompañas?

Entonces fuiste al Hueso Glaría y no arrugaste. Eras un Matador Kempes. Un Maestro Tabárez del piropo.

-Por vos soy capaz de ir hasta el Polo Quinteros. Estás Cata Díaz más linda.

-Gracias, mi novio me dice lo mismo.

-Ah, tenés novio.

- Sí, el Chiche Sosa.

Fue entonces que todo se te volvió Negro Gamboa, sentiste descongelarte como un Cubito Cáceres. Podías haber inventado cualquiera, como que te dieron ganas de hacer Pipi Romagnoli detrás de algún Pino González. Era al Pepe Castro que fueras. Pero fuiste. Ella era tu sueño de juventud. La dueña de tus Ratones Ayala. En la primavera siguiente volverás a arrimar la Bocha Maschio. La esperarás, firme como Granadero Klimowicz. Los picnics primaverales, como el fútbol, siempre dan revancha.