La historia de Schitt’s Creek puede ser explicada con un doble paralelismo con La Cenicienta: proviene de la cadena canadiense CBC, nunca tuvo un gran presupuesto para ubicarse bien en la carrera de los premios, y sin embargo se convirtió en una de las grandes ganadoras del Emmy 2020. Por otra parte, en su propia trama aparece el mismo personaje de cuento infantil, aunque en un proceso inverso: los Rose arrancan como una familia millonaria y sin mayores problemas, pero la estafa de un asesor financiero convierte su carroza definitivamente en calabaza, y sin ningún zapatito de cristal que los reconvierta. El único refugio que les queda es el pueblito que titula a la serie, llamado de un modo que suena a “Arroyo de mierda” (y por ello cada vez que Jimmy Kimmel la nombró se vio su logo sobreimpreso en pantalla, para evitar un “beep” por “mala palabra”): los Rose deberán reaprenderlo todo en un motel que se cae a pedazos y con vecinos que no los miran con buenos ojos.

La férrea defensa de los periodistas de Estados Unidos, que la celebraron a lo largo de seis temporadas a pesar de exhibirse en una señal menor (Pop TV; aquí se la ve a través de Comedy Central) y nunca figurar en los Emmy, fue quizás lo que condujo al triunfo del domingo. También la historia detrás de la producción: Schitt’s Creek es producto del esfuerzo mancomunado de Eugene Levy, actor popular en Estados Unidos por su participación en American Pie, y su hijo Dan Levy. Viendo programas televisivos estadounidenses protagonizados por familias muy ricas, padre e hijo se preguntaron qué pasaría si de pronto se encontraran en la ruina –una especie de Los Beverly Ricos al revés-, y allí encontraron el germen de una serie que terminaría dándoles tantas satisfacciones.

¿Es Schitt’s Creek tan formidable como lo indicaría su cosecha de premios? La serie es efectiva y sabe pulsar bien los resortes de la comedia, sobre todo partiendo de premisas que abren el juego a varias posibilidades. Quizá no entre en la historia grande de las ficciones de comedia, pero a lo largo de sus seis temporadas consiguió salirse del esquema original –lo que en términos narrativos se conoce como “el pez fuera del agua”- antes del agotamiento y abrir el panorama para sus personajes, hasta llegar a la gran boda con la que se cerró la sexta y última temporada, el pasado 7 de abril.