Matilda Wormwood. Son contadas las personas que no piensan en Mara Wilson cuando se pronuncia el nombre del personaje creado por Roald Dahl. La californiana tenía tan solo nueve años cuando interpretó a la brillante y encantadora niña con poderes telekinéticos, ávida lectora, hija de unos padres desconsiderados, apoyada por la maestra Honey y en la mira de la directora que lanzaba a los chicos como práctica de un deporte olímpico. Una de ellas es justamente la protagonista de la película dirigida por Danny De Vito en 1996. “Yo la imagino como en las ilustraciones de la novela que es una nena de pelo oscuro y largo. Es muy raro que aún la imaginen con mi rostro. Claramente la Matilda en mi mente no soy yo aunque de chica sabía que quería ser ella. Es un rol que adoro porque amaba el libro incluso antes de ser elegida en la película. En aquel tiempo veía a Matilda como una hermana mayor. Aún lo es un poco. Como ponerte la ropa de una prima más grande”, le dice Wilson en una entrevista con Página/12 a raíz de su participación de Showbiz Kids (HBO GO). Su relato es uno de los más significativos dentro del documental de Alex Winter que explora el sinuoso mundo de las estrellas infantiles de Hollywood. Porque detrás de todo ese candor había una historia más oscura. “Ser tierna me hizo miserable”, graficó alguna vez Wilson.

Wilson cuenta que sintió “alivio, felicidad y catarsis” al ver el largometraje que cuenta con la participación de Henry Thomas de E.T., el extraterrestre; Wil Wheaton de Cuenta Conmigo; Todd Bridges de Blanco y Negro, Milla Jovovich y Cameron Boyce (fallecido en 2019 por un ataque de epilepsia), entre otros. “Fue sanador ver otras personas que entendían y habían pasado por lo mismo. Me reí con lágrimas en los ojos. Es una representación muy honesta para los que pasamos por esta industria siendo muy pequeños”, repasa la actriz que a mediados de los ’90 se transformó en una auténtica celebridad por su participación en producciones como Papá por siempre, Un simple deseo y Milagro en la calle 34. Y Matilda, claro, película que para Wilson está ligado a la pérdida de madre quien murió poco antes del estreno. 

Si algo permite este documental, entonces, es acceder a la intimidad de quienes participaron de la maquinaria del cine cuando aún tenían dientes de leche. Lo que pasa por su interior cuando se acerca la pubertad y han pasado más tiempo en los sets que en una plaza o la escuela. Showbiz Kids, por otro lado, llega en un momento bisagra para Hollywood. “Hoy se comprende que un niño actor, sobre todo, es un niño. Cuando era pequeña los medios podían decir cosas muy malas sobre mí. Hoy hay más conciencia del daño potencial. No maltratarías a un niño en público pero se sentía justificado si ese nene o nena aparecía en una película o serie”, señala.

Para Wilson, el arribo de la adolescencia implicó una manifiesta incomodidad ante las cámaras. Las miradas e imposiciones externas -y haber encontrado mensajes perturbadores en la web- dañaron su identidad. Lo que siguió fue un retiro voluntario, la publicación de un libro (Donde estoy ahora: Verdadera historias de niñez y fama accidental, editado por Pengüin) con el duro testimonio de sus traumas y un lento proceso de reconciliación con su pasado. En la actualidad su foco es la escritura y hacer voces para proyectos animados (Big Hero 6: The Series). “Son geniales porque no estás limitado por tu apariencia. Podés ser quien quieras. Una niña. Un niño. Fui un demonio y un ángel. Y fui una villana de Disney. ¿Quién no querría serlo? Es incluso mejor que ser una princesa de Disney, creo. Tal vez sea solo yo. Y quizás haga más cosas en la pantalla. Está todo bien con eso”, confiesa.

Mara Wilson en la película dirigida por Danny DeVito en 1996.

-Reflotar aquellos días debe ser una experiencia de emociones cruzadas. ¿Por qué decidiste ser parte de Showbiz Kids?

-De no haber sido realizada por Alex Winter no habría sido parte. Él mismo fue un niño actor, mayormente en la adolescencia, así que tenía mucha experiencia como actor. Y eso fue muy importante porque sabía de donde venía, de mis experiencias, tendría simpatía conmigo y no trataría de explotarlas, ridiculizarlas, sobreactuarlas o ser dañino. Supe que era alguien de confiar y que además tenía una trayectoria como realizador. Me sentí muy cómoda en las entrevistas, creo que me abrí sin saberlo, en cierta forma también sirvió para que Alex expusiera su historia. Desde un comienzo supe que estaba en buenas manos.

-¿Hubo algún testimonio de otro entrevistado con el que te sentiste identificada?

-Un montón. Ése es el punto, estamos relacionados y con algunos ya había hablado antes como Evan Rachel Wood. Hay tanto ahí para explorar. Durante una entrevista, conté algo que lo sentí como muy personal. Dudé un poco, y luego en el documental aparece entre otros dos testimonios que dicen exactamente lo mismo. Todos tuvimos la misma experiencia y sentimientos. Así que me sentí aliviada porque, Dios, no soy la única que pasó por esto.

-¿Y cuál era esa experiencia?

-Es cuando nos referimos a que de adultos nos cuesta confiar en el otro. Nunca sabemos si la gente tiene algún otro interés al conocernos, si cree que somos una broma, si quieren usar nuestro nombre para otra cosa. Lo cual es muy usual que te haya pasado si trabajaste de menor en el medio.

-¿Crees que la autocrítica en Hollywood mejorará el cuidado a los menores en la industria?

-Creo que están cambiando algunas cosas. Sobre todo se tiene más conciencia de los peligros que eso puede acarrear. Eso es bueno. Estar alerta. Es mucho más seguro de lo que era en los ’90, y ni que hablar con los ’80 y más para atrás. Hoy los chicos están más protegidos y eso es genial.

-Uno de los momentos más desgarradores del documental es cuando se ve que perdiste un diente en medio de una entrevista. ¿Puede ser una metáfora de lo que significa ser un “showbiz kid”?

-Realmente lo es. Todavía no puedo creer que eso pasó. Me acuerdo muy claramente ese día. No sabía qué hacer. Se lo llevé a mi madre, ella me dijo que estaba ok, y si quería que finalizara la entrevista. Y eso fue lo que hice. Es una buena metáfora de mi vida de niña, tenía esta cámara encima y siendo pequeña te suceden cosas de esa edad en las que no sabés bien cómo reaccionar. No sabía cuándo ser yo misma y cuándo no. ¿Cuándo puedo ser Mara Wilson y cuándo la que conocen los demás?

-En el documental aparecen algunos niños y niñas que intentan meterse en el negocio del entretenimiento, ¿qué recomendación podrías darles?

-Que dejen de hacerlo cuando deje de ser entretenido. Debería ser algo divertido como ir a un campamento. Hacelo porque lo amás. Sos un chico y fíjate siempre de tener otros intereses.

-En el documental contás que la sensación de niña al ser reconocida es similar a cuando te cantan el cumpleaños en un restaurante, una mezcla de simpatía y vergüenza. ¿Todavía sucede?

-Sí, no con la misma frecuencia pero bastante. Sobre todo en los negocios de ropa con personas de mi edad o que tienen hermanos más chicos. Me miran y me dicen que les parezco familiar. Las cajeras cuando ven el nombre en mi tarjeta se quedan pasmados. “¡Vos fuiste Matilda, vos fuiste Matilda!”. Es raro, de chica me avergonzaba porque creía que no lo merecía. Actuar era algo propio de donde venía, los chicos lo hacían en la escuela, así que no terminaba de comprenderlo. Ahora lo aprecio.

-En el documental Evan Rachel Wood declara que desarrolló habilidades especiales por pasar mucho tiempo sola, ¿cuál era la tuya?

-Ésa es una gran verdad. Me reí mucho cuando Evan dice eso. Yo solía hacer juegos con hilo en las manos. También escribía mucho y hacía los dibujos. Le hacía juguetes a mi hermana que por entonces era muy pequeña. Trucos de magia y de palma. Durante el rodaje de Matilda con Kiami, quien interpretaba a Lavanda Brown, era lo que hacíamos todo el tiempo.

-En tus últimas apariciones públicas da la sensación de que te hubieras reconciliado con ese pasado. ¿Cómo fue ese proceso?

-Sucede especialmente con Matilda. Me toca un nervio íntimo y emotivo. La gente conecta esa película conmigo y lo entiendo. Es un modelo, una persona especial, y todos nos sentimos así. Yo tuve mis frustraciones, y durante mucho tiempo tuve mis problemas con aquello. Sentía angustia y enojo. En los últimos cinco años hice mis paces, me siento feliz de lo que sucedió. Especialmente en la adolescencia, y muy entrado en mis veinte, hubiera preferido no haber hecho nada de niña. Ahora lo veo como una oportunidad que pude aprovechar.

-Se trata de una película muy especial, en nuestro país suelen emitirla en TV de aire varias veces al año…

-Lo sé, recibo tweets cuando sucede. “Están pasando Matilda en Argentina”. Me escriben y trato de responder en su idioma. Muchas gracias (sic). Y ahí se vuelven locos. “¿Habla en español?”. “Un poquito”, respondo. Pasa en todo el mundo casi cada fin de semana. Convivo con ello pero me sigue asombrando. Cuando era chica no terminaba de comprender cuánto significa para los demás pero ahora sí.

-Tu libro se llamó Donde estoy ahora. Bueno, ¿dónde estás ahora?

 

-Estoy en mi casa. El título del libro era un poco broma y una respuesta al interés generado por haber estado como fuera de órbita. Y en algunos momentos también me lo pregunté. En muchos momentos de mi vida acabé en lugares inesperados. Mental y emocionalmente estoy en un lugar más feliz. Definitivamente tuve mis dificultades, y sé que no soy la única. ¿Dónde estoy ahora? Soy una escritora, una adulta, habito en un entorno sólido y estable. Vivo en California con mis dos gatos, Milo y Theo, y con el de mi hermana que lleva un tiempo conmigo.