Carlos Casella cita al filósofo español Paul Preciado para ponerle pensamiento a este momento histórico que sacude a la humanidad. “El dice que la subjetividad se puede evaluar en las cicatrices. Y me parece muy interesante porque en todo este año, con esta pandemia, se generó en nosotros una cicatriz, pero eso es lo que nos va a permitir tomar una postura frente a un mundo que será nuevo”. En esas reflexiones entra el actor, cantante, bailarín y coreógrafo cuando describe el contexto en el que armó Puto y Orquesta, el nuevo concierto que ofrecerá por streaming y en vivo desde el escenario del Teatro Picadero, este jueves a las 22 (las entradas se adquieren en Plateanet).

Acompañado por los músicos Nicolás Rainone y Pedro Onetto, Casella saldrá a escena con un repertorio de lo más variado, con material de Bola de Nieve, Ney Matogrosso, Oscar Wilde, Federico Moura, Luis Miguel, Isabel Pantoja, Chavela Vargas, Roberto Carlos y Piero, entre otros. Un eclecticismo que sigue en la línea de todas sus búsquedas. “El concierto es, de alguna manera, una continuación de mi espectáculo ¡Babooshka! Canciones de mujer, pero en este caso quería hacer un repertorio que tuviera que ver con lo masculino. Porque quiero hablar de una nueva masculinidad, y de mi mirada sobre eso, y pasar por ese filtro las canciones de amor que voy a cantar. Y en ese sentido, esta variedad de autores, universos y géneros me ayuda mucho, me ampara y me da pautas para meterme en diferentes rincones”.

A menos de dos meses de finalizar el año, el artista cuenta con un par de proyectos en carpeta, con modalidad virtual y también presencial, para el futuro inmediato. Según anticipa, participará con un mini concierto del ciclo Italia XXI, organizado por el Teatro Coliseo, y reestrenará Happyland, con dirección de Alfredo Arias, que será la primera obra con la que el Teatro San Martín habilite sus funciones con público, una vez aprobados los protocolos. “Este es un momento de experimentación. Hay que defender lo anterior, pero no nos tenemos que aferrar a esas formas, y hay que ser flexibles. Creo que de los momentos de crisis como estos sale lo nuevo, y no quiero que los artistas nos apuremos a definir cómo vamos a trabajar en el futuro. Hay que bancar la transición”.

-En el título de tu nuevo concierto elegiste reivindicar una palabra que, en algunos contextos, se sigue pronunciando de forma peyorativa. ¿Por qué tomaste esa decisión?

-Justamente porque “puto” es una palabra que sigue resultando difícil de decir para mucha gente dentro de un contexto cotidiano, y que por lo general se usa como un insulto, con una carga agresiva. Muchos hemos sufrido eso en nuestra infancia como una especie de mancha, y quise reivindicar ese concepto, vaciarlo y llenarlo de otro sentido, más sofisticado y poético. Quiero pararme en el escenario para hablar de matices y colores distintos, porque creo que en esta época no podemos mirar nada desde una sola verdad. Quiero hablar de todos los hombres que me componen a mí, y hacerlo desde una mirada feminista, porque para que el feminismo funcione como movimiento hay que entender cuáles son las nuevas masculinidades. Todos, homosexuales y también heterosexuales sufrimos un encorsetamiento de lo que somos, y por eso voy a hablar de la masculinidad desde este título. Y qué mejor que apropiarse de la palabra puto como una medalla, y no como una mancha, en este mes del Orgullo Gay.

-¿Esta mirada personal sobre la masculinidad orientó la selección del repertorio?

-Yo elijo las canciones medio caprichosamente, con una lógica bastante sensorial, evaluando si me permiten una mezcla de teatralidad y emoción. Y en esta ocasión, también tienen que ver con mi historia, con algún momento de mi vida o con el recuerdo de alguna persona. Canto, por ejemplo, temas de Roberto Carlos, porque es lo que escuchaba mi papá en el auto, en los setenta, entonces eso me trae una idea de la masculinidad, pero a su vez la versión que voy a hacer es una de Ney Matogrosso, que es arriesgada. Y a la vez canto algo de Piero, que aporta una masculinidad distinta.

-Tenés una formación importante en la danza. ¿De qué modo influye eso en tu faceta de cantante?

-Cuando interpreto una canción siento mucho el cuerpo, y aunque no esté bailando lo físico siempre está presente. El recorrido que hago sobre el escenario tiene que ver con lo coreográfico. A veces, parece algo improvisado, pero mis pasos, mis posturas, y dónde decido que estén las manos o los pies, según la letra, es producto de una decisión coreográfica. Cuando Alfredo Arias me viene a ver a mis conciertos me dice: “Como cantante, hoy estuviste muy bailarín” (risas).

-¿Qué sensaciones tenés sobre este momento en el que se debate sobre la condición de esencial del arte?

-Creo que fue necesario pasar por una situación así, tan extrema, para poder echarle luz a nuestra actividad, y poder reposicionarnos con una postura distinta. Desde el comienzo nuestras actividades estuvieron congeladas, pero nuestro contenido se necesitó y circuló todo el tiempo por redes y ocupó espacios. Y eso dejó en evidencia que el arte también es salud y es absolutamente esencial. Pasa que la Humanidad fue armando una estrategia de separar la ciencia del arte, y el vivir del pensar, pero las personas no podemos estar sanas sin usar ese potencial que tiene que ver con nuestra creatividad. El contenido artístico es lo que deja huella y lo que arma red, y además es un documento histórico. Y hoy tenemos que adaptarnos a la idea de que finalmente somos los últimos en volver.

-¿Y cómo te llevás con este formato del streaming que irrumpió como posibilidad?

-Ya había hecho una función en agosto. Estaba aterrado. Después, cuando estaba dentro del streaming me parecía rarísimo todo, pero a la quinta canción me empecé a aflojar. Y al día siguiente, cuando recibí los comentarios del público, me di cuenta de que me habían visto mil personas, de distintas partes, de Australia, de Canadá, de Chile y Brasil, y ahí vi que el formato empezaba a tener un sentido y a aportar algo que está bueno. Porque aun cuando vuelvan los espectáculos presenciales, creo que el streaming se va a instalar, y los artistas tenemos que aprender esta nueva forma, porque en mi caso no sé actuar teatro para la cámara. Es un nuevo territorio para explorar.