¿De qué hablamos cuando decimos que no sólo las mujeres cis abortan? ¿Por qué molesta tanto la distinción entre mujeres y lesbianas? Se trata de una diferencia que irrita no solamente a Viviana Canosa, sino también a un porcentaje considerable de feministas. Aquí, algunos puntos fundamentales de lo que los movimientos de la disidencia sexual han aportado, y siguen aportando, a los debates sobre el derecho a decidir.

“Esta ley que estamos informando reconoce que no solo las mujeres abortan, también lo hacen las lesbianas, masculinidades trans y personas intersex”, dijo la diputada nacional Mónica Macha en su discurso en el Congreso, durante el debate por la legalización del aborto en Argentina. Y se encendió inmediatamente el botón troll en las redes sociales. Lo que provocó ruido en su discurso fue la distinción entre mujeres y lesbianas. El tuit más agresivo lo escribió Viviana Canosa: “¿Qué? ¿Las lesbianas no son mujeres? ¿Estas minas votan hoy? La p m impresentable”.

Pero no hay que ceñir la dificultad de comprensión de la diferencia entre mujeres y lesbianas a los sectores antiderechos. También hay resistencia por parte de algunos sectores del feminismo.

“Es bueno que esta frase haya generado ruido, porque así logramos visibilizar la necesidad de salir del binarismo hombre/mujer. Hay muchas identidades de género, una de ellas es la identidad lesbiana. Muchas compañeras se reconocen lesbianas como identidad colectiva, pero no mujeres. Es que la categoría ‘mujeres’ replica la idea binaria, heterosexista, respecto de los géneros. En cuanto entendí la posición de mis compañeras, me di cuenta de que nunca me había cuestionado por qué me decía a mí misma ‘mujer’. Nunca había hecho ese proceso de cuestionarme. Hoy me sigo manteniendo en la categoría ‘mujer’, pero me pregunto si esto es realmente decisión mía o es que soy obediente a las categorías patriarcales que aprendí”, explica a Soy Mónica Macha.

Magui Fernández Valdez, secretaria general de Nuevo Encuentro CABA y referente de La Sublevada, es una de esas interlocutoras directas que menciona la diputada. La inclusión de las lesbianas en el discurso sobre el aborto la trajo fuertemente por primera vez la agrupación Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto, a la que perteneció Fernández Valdez.

“Este enunciado de Mónica Macha es una habilitación a que las lesbianas existan en el discurso sobre el aborto. Lo que nos interesa es estar atentas a las intersecciones. El transfeminismo tomó desde esta perspectiva más potencia en lugares de visibilidad, como hoy es el debate sobre el aborto. Nosotras esto ya lo sabíamos desde que salimos a militar tortismo y nos encontramos con el miedo histórico de las feministas que no aceptan que hay lesbianas en el movimiento. Respecto del aborto, esto se expresa de otra manera en el miedo a decir que alguien aborta porque lo desea, en el miedo que niega una forma no-victimista y más deseante de una persona que decide eso para su vida”.

“El escándalo que provocó ‘mujeres y lesbianas’ esconde una lectura esencialista y biologicista sobre los cuerpos y el aborto. Dentro de esta lectura se ubica el prejuicio de que las lesbianas no abortan. Cuando se define ‘lesbiana’ como mujer cis que tiene relaciones con otras mujeres cis, se ubica la identidad lesbiana como fija y acabada. Esta definición no piensa en otras formas sexocorporales que pueden definirse como lesbiana o lesbiane”, concluye Magui Fernández Valdez.

BARRERA AL PINKWASHING

Con la voz cascada luego de haber participado en la gran movilización por el aborto en Córdoba, Noe Gall, activista lesbiana feminista prosexo, sostiene que “se ha avanzado mucho -en relación con el debate de 2018- en visibilizar que no solamente las mujeres abortan sino que también lo hacen las lesbianas, los varones trans y las personas no binarias”.

“Las lesbianas hacemos ruido en todos lados porque inmediatamente a las personas heterosexuales les aparece la pregunta: ‘¿cómo que las lesbianas van a abortar, no era que tenían sexo con mujeres? (Suponen que todas las mujeres tienen vagina). ¿Cómo se van a embarazar y van a abortar?” En las representaciones que se hacen imaginan que las lesbianas estamos con personas que no tienen pene, porque suponen que solamente los varones lo tienen. Ahí se les hace todo un mundo del sistema sexo-género. Y eso es porque el estereotipo más grande que tienen es el de las mujeres. En el debate sobre aborto escuchamos el imaginario abstracto de la mujer pobre, violada, víctima, que no afirma el sujeto mujer como sujeto político o como una clase social sino que lo reafirma como estereotipo, como un símbolo en el cual se anudan los peores. Es un estereotipo muy problemático porque invisibiliza las otras identidades y experiencias, y porque reifica a las mujeres en una única forma de ser mujer”.

“Cuando aparecen otros sujetos políticos a disputar las agendas del feminismo o a disputar el mismo feminismo, aparecen todos estos ruidos. Pero no se trata de lesbianas versus mujeres a ver quién es más víctima sino de la lucha de todas las personas con capacidad de gestación, que pone sobre la mesa que el problema es todo lo que se construye detrás de un cuerpo. Pone sobre la mesa que la medicina y la ciencia no son neutrales, que están cargadas de una retórica de presupuestos de género y sexuales. Cuando ven una mujer presuponen una única práctica sexual y que todas tienen sexo de la misma manera. Y cuando aparecen las lesbianas, se les da vuelta el mundo, no entienden. Sacarnos al colectivo lgtb de la lucha por el aborto es peligroso. Porque de esa manera algunos gobiernos, como el de Córdoba, terminan haciendo políticas de pinkwashing. Y aparecen incongruencias como precarizar a las compañeras feministas o usar un discurso inclusivo y poner banderas arcoíris, pero estar en contra del aborto, cuando el colectivo lgtb también aborta. Los colectivos feminista y lgtb tienen que retroalimentarse, escucharse y aprender mutuamente”.

EL RINCONCITO DE LA DIVERSIDAD

María Luisa Peralta es una de las activistas lesbianas que tomaron esta posición desde hace décadas, siguiendo a Monique Wittig: “Las lesbianas no somos mujeres”. (“Es una línea de pensamiento que arranca de Wittig, pero luego hemos retomado, confrontado, completado y resignificado distintas activistas lesbianas”, dice). María Luisa Peralta también participó en los inicios de Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto.

“Nosotros no somos solamente un colectivo. Somos un movimiento político que tiene muchos años de producción teórica y política. Son conceptualizaciones refinadas y detallistas que tienen que ver con análisis de situaciones, de mandatos de género, de condiciones materiales de existencia, del plano de lo simbólico y de los regímenes de opresión. No son pavadas que decimos en una trasnoche. Cuando la diputada Mónica Macha es capaz de realizar esta distinción fina entre mujeres y lesbianas, lo que está mostrando es que está en diálogo con nosotras/nosotres/nosotros como movimiento social. Quiero contrastar su intervención con otras apelaciones de diputados que votaron en contra de la ley y apelaron a mitos nebulosos y sin asidero que circulan, como ‘la mayoría de los argentinos’, ‘la mayoría de los católicos’. Página/12 publicó los resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Creencias y Actitudes Religiosas de la Argentina, del Conicet, que muestra que 8 de cada 10 católicos aprueban el aborto. También quiero confrontarla con la mayoría de la gente que cree que es muy copada, pero que no está dispuesta a dar el debate fuera de un pensamiento que es automáticamente de varones y mujeres cis heterosexuales. Para mucha de esta gente nosotros existimos cuando dicen ‘bueno, ahora vamos a hablar de la diversidad’ y somos el rinconcito de la existencia, con una secretaría y un articulito especial en la ley. Esas personas que siempre están en estos lugares de tolerancia pero nunca se corren de las jerarquías heterosexistas y cisexistas, porque no están dispuestas a discutir todo el orden social e institucional del país en el que vivimos”.