“Es la noche más triste, porque me estoy yendo y no voy a volver. Mañana por la mañana, cuando la mujer con la que he vivido por seis años se haya ido a trabajar en su bicicleta, y nuestros niños hayan sido llevados a la plaza con sus juguetes, empacaré algunas cosas en una valija, me escaparé de la casa esperando que nadie me vea”. Así comienza Intimidad, una novela breve e intensa, tal vez sólo comparable en su urgencia dentro de la obra de Hanif Kureishi con el guión de Sammy and Rosie van a la cama (1987), el segundo film de su colaboración con el director Stephen Frears. Con la salvedad, claro, de que aquel hablaba de una urgencia politica y colectiva (la de los crímenes sociales del thatcherismo en Inglaterra), mientras que en Intimidad –publicada originalmente en 1998– la urgencia tenía un caracter más personal. Mañana saldrá junto con PáginaI12, dentro de la colección de Anagrama que incluye lo más destacado de la literatura británica. 

Cuando fue publicada en Inglaterra, la edición de Intimidad fue recibida con una calurosa polémica alrededor del personaje principal, Jay, un escritor y guionista más obsesionado por sus amantes y su juventud que por su mujer y su vida hogareña. Que se lamenta por la herida que le va a inflingir a sus dos hijos con su partida, pero igual ha decidido irse. La polémica, sobre todo, giró alrededor del posible caracter autobiográfico del libro –ya que Kureishi se encontraba entonces divorciándose de su mujer–, cargando las tintas en lo reprobable que era la actitud y las confesiones de su protagonista/ autor. “¿Ser famoso significa que uno puede devaluar a aquellos alrededor de uno y reescribir la historia para obtener más reconocimiento personal?”, llegó a preguntarse publicamente su hermana Yasmin Kureishi en una iracunda carta de lectores a The Guardian. 

Diecinueve años atrás, poco después de la salida de Intimidad, PaginaI12 entrevistó a Kureishi en Londres, para preguntarle por la que tal vez sea su novela más personal y ardiente. Además, en ella la interpelada es también su generación, “la última en justificar el comunismo”, segun se puede leer en sus páginas. Una generacion en nombre de la cual su protagonista se pregunta: “¿No nos habremos convertido en los adultos de El guardián entre el centeno?”.

–¿Podría ser Intimidad su ultima novela adolescente? 

–Me gusta la idea. Pero semejantes conceptos necesitan cierta perspectiva. Asi que la unica respuesta posible a esa pregunta es que habrá que ver si es así.

–El protagonista de su novela, Jay, recuerda desolado que cuando le comunicó a su madre la noticia de que un guion suyo habia sido nominado al Oscar, su unica respuesta fue “¿Tenés que ir hasta allá? Es un largo camino”. ¿Así fue como reacciono su madre cuando su guión de Ropa limpia, negocios sucios recibió ese reconocimiento?

–Sí. 

–Entonces, al menos en ese aspecto, Intimidad es una novela autobiografica...

–(Sonríe.) No me gusta mucho hablar de ello (silencio). Eso sí: me gustaría aclarar que nada de lo que escribo es un intento de sacarle una foto a mi vida porque lo que yo estoy intentando al escribir es simplemente contar una historia. Por supuesto que, en término de la historia, uno echa mano de sus propias experiencias. Pero también usa su imaginación. Y las experiencias de otra gente. No existe ninguna duda que cualquier artista de cualquier clase hace uso de su propia vida hasta cierto punto. Porque la experiencia debe haber podido atravesar primero tu cabeza para poder despues pasar a una pagina o a otra persona.

–¿Se escribe para exorcizar los fantasmas o para alimentarlos?

–Las dos cosas. Uno se da cuenta de que existen, y entonces toman vida dentro de uno, uno los escribe y, despues de un tiempo, pierde interés en ellos.

–¿Y cuál fue el punto de partida que lo llevó a una novela de las caracteristicas de Intimidad?

–La idea inicial era escribir una novela de alguien que se va quedando sin amor. Quería escribir una novela sobre alguien volviéndose loco, y quería que sucediera en una sola noche, algo así como un ejercicio técnico. Como, no se, Elvis Costello haciendo una cancion con Burt Bacharach. Queria ver qué pasaba. Quería escribir una novela que pareciera como una pieza muy personal, porque molestaría a la gente. Quería escribir una novela en llamas, porque era interesante para mí. Y quería escribir una novela que fuera realmente sobre el final de una relación, el final de un affaire, el final de un amor. Y lo que eso significa, particularmente en estos días. Una idea que creo, humildemente, haber podido llevar a buen término.