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¿Quién dijo que la revolución no es cosa de viejas?

El goce es nuestro

Un posteo en Instagram donde la diputada Gabriela Cerruti se miraba al espejo y se reconocía como "vieja" para celebrar la etapa más larga de la vida y reclamar derechos se convirtió en un movimiento con bandera propia en el último 8 de marzo y en un libro que recoge reflexiones y demandas en torno al paso del tiempo, el mandato de la juventud eterna, el elogio a la lentitud y contra el sistema de institucionalización que son los geriátricos. En cambio imagina casas colectivas autosustentables, comunidades de afecto no impuesto y relaciones en las que el erotismo no sea pura eficiencia.