El escándalo por la vacunación VIP de algunos funcionarios fue aprovechado por la ortodoxia para criticar las restricciones a la importación y las regulaciones de los precios. “Ya sea vacunas, dólares al tipo de cambio oficial, permisos para importación o productos fuera del régimen de precios máximos... el mecanismo es el mismo, sólo cambian las personas y el fee de admisión al VIP Lounge”, publicó un medio económico opositor. “A veces es gratuito y por cercanía ideológica y en otras ocasiones hay compensaciones para ser incluidos”, continúa la nota, para luego afirmar que sólo cambian los “Wally Diamante (RRPP) de la política que elaboran esas listas vip, desde el despedido Ginés González García a Matías Kulfas y Ariel Schale en Producción”.

El cuestionamiento a los acomodos, coimas y otras arbitrariedades en la distribución de recursos a través del Estado es realmente un factor que tiende a mejorar la transparencia en la gestión. Sin la existencia de una oposición política, mediática y judicial dispuesta a saltar a la yugular del oficialismo al primer escándalo, esas prácticas se expandirían. Ejemplo de ello son las administraciones provinciales donde el poder económico, mediático y judicial coinciden en intereses con el oficialismo, y los sectores populares carecen de organizaciones capaces de cuestionar ese status quo de las oligarquías locales (o son perseguidas, como sucede en Jujuy tras el intento de Milagro Salas de cuestionar el tradicional dominio de los Blaquier). En esos casos, la apropiación privada de los recursos públicos por sectores del establishment se naturaliza de tal manera que se vuelve su regla de funcionamiento.

Pero más allá de los escándalos asociados a la distribución de los recursos públicos, eso no puede ser utilizado para cuestionar la intervención del Estado

A modo de ejemplo, si el Estado argentino no tuviera una política de vacunación frente a la covid, sólo accederían a las vacunas algunos sectores VIP económicos con capacidad de viajar a algún país donde se permita vacunarse a cambio de determinado monto. De la misma manera, si no se administraran las importaciones gran parte de la industria local desaparecería frente a la competencia extranjera y la escasez de divisas impondría una devaluación que deterioraría el poder de compra de los ingresos de la población. En ese caso, sólo accederían a los bienes importados las minorías con elevados recursos económicos. Un planeo similar puede hacerse respecto a desregular los precios y dejar que los empresarios remarquen sin restricciones.

Para evitar las regulaciones del Estado en la economía el mercado debería ser capaz de suministrar vacunas a toda la población, hacer que los dólares sean suficientes para que todas las empresas importen sin destruir una industria nacional competitiva, mientras que los formadores de precios no esquilmen a los consumidores y proveedores logrando que las mayorías puedan acceder a un nivel de vida digno. Una utopía de capitalismo con algún grado de realidad en los países centrales pero que se demostró históricamente inviable en la realidad de la periferia.

@AndresAsiain