Seguramente todxs estemos de acuerdo en que una de las necesidades básicas para la vida de cualquier ser humano es un techo o un hogar (como quieran llamarlo). Quizás a muchxs se nos haga difícil poder imaginar cómo debe ser vivir sin nada. Pensemos en esa situación en el sentido más literal. Suprimamos de la libreta de las necesidades básicas al servicio de internet o la adquisición de un celular. Hablemos de lo elemental, vislumbremos cómo es vivir sin una cama, un baño para cepillarnos los dientes o una ducha con agua caliente. Sobrellevar la cotidianeidad sin cocina con agua potable para lavar las verduras, sin mesa o sillas donde sentarse a tomar el mate cocido, sin pisos, sin techo o paredes, sin una ventana para ver la lluvia caer, sin una puerta y que lo único que detenga el frío sea una bolsa. Intentemos imaginar que en lugar de una casa, existe solo un árbol con paredes, limitado por un techo de trapos o telas y un piso de tierra.

Esta es la realidad de M. y su mamá, un caso entre miles que desnuda las falencias de un Estado ausente hace años. En estos días, mucho se habló sobre la responsabilidad de esa madre al someter a la niña a una vida en esas condiciones, incluso algunos se han aventurado a opinar que una persona con adicciones debería renunciar a sus hijxs. (¿Me perdí las declaraciones de quienes denostaron a un padre ausente o nunca existieron?). También bajaron la ventanilla unxs cuantos para pronunciarse y decretaron que había sido un gesto de absoluta laxitud el de depositar la confianza en el sustractor.

Yo no conozco a la familia, no me nace el juicio sólido, implacable, moral, pero sobre todo, siento que poniendo el foco en la escena, se pierde la oportunidad de instalar la reflexión sobre el contexto. A mí, frente a este caso, más que certezas me surgieron preguntas. ¿Cuáles son los derechos de lxs niñxs en Argentina? ¿Qué derecho tangible tiene un niñx o adolescente en nuestro país? ¿Qué herramientas existen para que un niñx no viva en situación de calle?

Seis de cada diez niñxs en Argentina viven en la pobreza y 2 de cada 10, en la más absoluta marginalidad. En las calles, sin escolaridad, sin ninguna contención, ni un hogar adecuado. ¿Por qué fallan las instituciones públicas (tanto las que pertenecen al ámbito nacional como aquellas que están en la órbita provincial) frente a esta realidad apabullante? Sin importar el color político, sale a la luz lo endebles que son.

Como sociedad debemos interpelarnos: ¿qué reclamamos como ciudadanxs? ¿Qué hacemos nosotrxs? Evidentemente, miramos para otro lado o hacemos como todos los días… no vemos a lxs invisibles. Ayudamos o nos movilizamos solamente cuando nos conmueve. Cuando nos toca el corazón, pero luego, olvidamos.

Como M., hay muchísimxs niñxs desaparecidxs y no sabemos dónde están. Pregunten en Missing Children, Red Solidaria u otras ONG que trabajan incansablemente tratando de difundir y buscar a menores que están desaparecidos hace años en nuestro país.

Durante este episodio puntual, se movilizó una sociedad y lo hizo en bloque. Sirvió. ¿Imaginen si esto lo trasladáramos a alguien responsable que trabaje en la Justicia? ¿Qué pasaría si el Estado hiciera su labor como debe en materia de déficit habitacional para que la niñez y la adolescencia no tenga que sufrir esta tragedia? ¿Qué están esperando para resolver que el tema debe ser declarado de emergencia nacional? Los funcionarios públicos son los responsables de poner este asunto en agenda. No es trabajo de los medios de comunicación, que deben ser solo un vínculo. Las estadísticas, que dan escalofríos, no crecieron de pronto: tienen años y años de abandono por parte de muchos gobiernos y partidos políticos.

¿Qué puede haber más urgente que la seguridad y la salud de nuestrxs niñxs y adolescentes? Esa debería ser la prioridad para cualquier gobierno. Como ciudadanxs, ¿vamos a seguir quejándonos de la corrupción e insensibilidad de nuestros representantes políticos? ¿Qué podemos hacer frente a esta falta de interés? Por lo pronto, empezar a exigir. Esa sí es nuestra responsabilidad. Si realmente nos interpela, si queremos que todxs tengamos una vida digna y un hogar, comencemos por alojar en nuestra conciencia a lxs invisibles.