La última dictadura militar argentina marcó a generaciones enteras, dejando secuelas que aún hoy cuestan reparar. Con esa dura certeza en mente, Micaela Montes Rojas y Pablo Guallar decidieron embarcarse en el proyecto de dirigir Crónicas de un exilio, un documental que aborda el exilio del cineasta Octavio Getino que, en 1976 y luego de un intento de secuestro, fue obligado a abandonar la Argentina. “Contar la historia de la familia de Getino era contar a su vez la historia de tantas otras familias que tuvieron que desgarrarse y reinventarse para sobrevivir”, expresa Guallar.

Montes Rojas es diseñadora de Imagen y Sonido, docente y fotógrafa. Guallar es licenciado en Artes, guionista, productor y realizador audiovisual. Ambos son graduados de la UBA. Crónicas de un exilio, el proyecto en el que trabajan juntos desde el 2012 y que ganó el Concurso Raymundo Gleyzer - INCAA en 2015, ahora tuvo su estreno mundial como parte de la edición 22 del BAFICI.

A través de cartas, imágenes de archivo y la propia voz del protagonista, el film narra gran parte de la vida del director, sin descuidar el peso de la historia argentina reciente. Tanto Getino en Perú como su familia en Buenos Aires convivieron con la ausencia, los miedos y el desarraigo. Las causas de su exilio, la ruptura y reconstrucción de su familia son parte de un rompecabezas que se hizo película y que tendrá su última función el 24 de marzo a las 13.30 en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco (Suipacha 1422).

Getino integró el grupo Cine Liberación junto a Pino Solanas, Nemesio Juárez y Gerardo Vallejo. Junto a Solanas realizó La hora de los hornos (1968), una de las obras más premiadas del cine argentino. A lo largo de casi cuarenta años ocupó cargos de importancia en gestión cultural e investigación y publicó numerosos trabajos sobre cine y comunicación en Latinoamérica. Pero sin dudas, fue el espíritu militante lo que forjó su vida y obra marcando no sólo su legado sino también, un modo de relacionarse con el mundo. Esa arista es una de las principales que aparece en Crónicas de un exilio, una película que se sumerge en la imbricación entre la lucha política de Getino, pero novedosamente atravesada por una perspectiva íntima. “Siempre sentimos que la película podía contar algo inexplorado del personaje. La visión de sus hijes toma una preponderancia que se vuelve innegable, sincera y necesaria”, explica Montes Rojas.

-¿Cómo surgió la idea de hacer una película sobre el exilio de Octavio Getino?

Pablo Guallar: -En el año 2008, mientras cursaba la carrera de Licenciatura en Artes de la UBA, comencé a estudiar e investigar el cine político de las décadas de los ‘60 y ‘70. Pasaba tardes enteras leyendo todo lo que encontraba relacionado al tema y buscando los films de ese período. En 2011 tuve la suerte de conocerlo personalmente cuando fui invitado a participar en una serie de entrevistas que tenían como objetivo la realización de una biografía audiovisual. Recuerdo dos momentos de las entrevistas en los cuales noté a Octavio muy emocionado: uno fue cuando hablaba de Perón, personaje que había marcado para siempre su vida. El otro era relativo al exilio que tuvo que vivir en 1976, cuando tuvo que abandonar a su familia y amigos para comenzar un viaje plagado de peligros a Perú. De esa emoción profunda surgió la idea de investigar cómo había sido su exilio y qué transformaciones había sufrido en ese período.

-¿Cómo fue el proceso de elaboración del documental?

P. G: -La película llevó un trabajo de investigación arduo de más de 10 años. En 2012, año en el que falleció Octavio, comenzamos a realizar las primeras entrevistas mientras leíamos todo lo relativo a las publicaciones de Getino y Cine Liberación. Tuvimos la suerte de hablar con Humberto Ríos, Nemesio Juárez (ambos compañeros de militancia cinematográfica) y Marivi Getino (su hermana), quienes nos relataron facetas de nuestro personaje hasta entonces desconocidas. Con cada entrevista podíamos percibir de a poco que Octavio había vivido muchas vidas condensadas en una. En el 2013 empezamos a escribir el primer boceto de guion. Y a partir de ahí trabajamos en más de 6 versiones.

Micaela Montes Rojas: -En el Ventana Sur de diciembre de 2014, conocimos a los productores de Palta Films: Nicolás Cobasky, Hernán Figueroa y Nicolás Mikey. Junto a ellos encaramos el camino de hacer este proyecto realidad.

-¿Por qué decidieron retratar esa parte de la vida de Getino?

M. M. R: -Es una parte de su historia que nos parece fundamental y constitutiva. En un comienzo nos interesaba saber por qué había dejado de filmar. Con este disparador se fueron abriendo aristas muy interesantes que nos llevaron a tener múltiples versiones. La voz de les hijes, que fue lo último que conseguimos, en 2019, terminó por completar nuestra historia, narrando una perspectiva del exilio que nos era necesaria: la experiencia de quienes se quedan y todo el sufrimiento que la separación acarrea.

-¿Qué es lo que más los interpela de su obra?

P. G.: -Consideramos que la obra de Getino es fundamental para entender nuestro cine y nuestra cultura. Con su sensibilidad ha logrado interpelar a toda una generación. Su capacidad intelectual analítica es deslumbrante y en sus trabajos con Cine Liberación, acompañado por el talento de Fernando “Pino” Solanas, alcanzó una narrativa única, que fue estudiada y debatida por los principales focos del cine europeo. La dupla Getino/Solanas en La Hora de los Hornos es la responsable de una concepción del cine revolucionaria, tanto en su forma como en su contenido, tanto en la realización como en la exhibición.

M. M. R.: -Todo su material teórico y fílmico ha marcado a cualquier estudiante de cine, de arte o de industrias culturales. Su obra y su legado son imprescindibles para entender nuestra identidad.

-¿Por qué decidieron hacer la película en un régimen retórico en la línea de La hora de los hornos?

P. G.: -Desde el momento que tomamos la decisión de no incluir las entrevistas filmadas y completar la totalidad del film con material de archivo, nos preguntamos cómo podíamos encontrar una narrativa que tuviese coherencia con la historia que estábamos contando. El shock con el que se encuentra el espectador en la primera parte de La Hora de los Hornos a través del montaje y de la banda sonora nos influyó fuertemente. Quisimos emular esa vertiginosidad en el relato para mantener a la audiencia atrapada en la historia. Es también una suerte de homenaje y guiño al espectador que conoce su obra.

-¿Creen que los principios del Tercer Cine puede adaptarse al día de hoy?

P. G.: -El principio del cine como arma de liberación fue esgrimido en un contexto muy particular. Si bien los tiempos cambiaron, consideramos que el cine es y va a seguir siendo fundamental para repensar nuestra historia y colaborar en la construcción de nuestra identidad. Sabemos del potencial implícito detrás de una película, de cómo puede ayudar a elevar el nivel de conciencia de una sociedad.

M. M. R.: -Desde esa perspectiva podemos pensar el cine como arma de liberación. Hay que mantenerse despiertos y atentos a la influencia de las nuevas tecnologías.