La salida de Argentina del Grupo de Lima y las declaraciones de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre la imposibilidad del pago de la deuda con el FMI en los términos acordados por el macrismo generaron una ola de críticas de parte de la oposición. 

“Un rumbo geopolítico que nos lleva a estrellarnos sin remedio”, advirtió Diego Guelar, exdiplomático de los gobiernos de Menem y Macri. “El sector privado cree que acercarse Maduro complicará el cierre de un acuerdo clave con el FMI”, tituló La Nación citando a “un empresario” y “un dirigente fabril” de quienes no identifica. “Tras el discurso de Cristina sobre la deuda, se desplomaron los bonos globales” atemorizó un diario comercial opositor sin mencionar que los títulos cotizan en baja desde hace varios años, independientemente de lo que afirmó CFK.

Detrás de esa campaña de prensa se esconde una lógica que se denomina "geopolítica de la dependencia". Esta expresa en el plano de las relaciones internacionales la idea de que hay que subordinarse a los poderosos para tener buenas perspectivas. En términos geopolíticos implica alinearse a la política exterior de Estados Unidos en la región y someterse a los condicionamientos del FMI para acceder a una reestructuración favorable. Una política exterior ensayada recientemente por el macrismo que le permitió acceder a voluminosos créditos externos hasta culminar en una crisis de sobreendeudamiento.

¿Qué provecho podría sacar Argentina de alinearse a la política exterior estadounidense? Una dudosa flexibilidad del FMI en la reestructuración. Un premio de escaso valor, tal como demostró la exitosa renegociación de la deuda con los privados que fue recibida por el mercado con una corrida cambiaria que disparó las cotizaciones paralelas del dólar. ¿Cuál sería el costo? En el plano externo, la pérdida de exportaciones a Venezuela y un menor apoyo de inversiones chinas (mucho más relevante como socio comercial que los Estados Unidos) y rusas en sectores estratégicos como la energía. En el interno, la aceptación de un programa de austeridad con el FMI limitaría la recuperación económica y las chances electorales del oficialismo.

La situación de virtual cierre de los mercados financieros dejada por el macrismo y que no pudo revertir la reestructuración de la deuda con los privados brinda pocos costos a un empantanamiento de las negociaciones con el FMI. Es más, el mayor apuro por evitar un default de la deuda argentina pareciera ser del organismo internacional, dado el volumen que dicho crédito representa en su cartera y la polémica al interior de su estructura que generó un crédito concedido bajo la presión política de la administración Trump. La experiencia de moras en el pago de la deuda con el FMI de unos 16 países incluyendo Argentina en 1960-1962, 1965 y 2003, muestra que el organismo termina buscando un acuerdo político para normalizar la relación. Una experiencia que indica que más que subordinarse es tiempo de negociar con firmeza.

@AndresAsiain