“Hacete amigo del juez

y jugá con él al pádel,

que siempre es bueno tener

un amigo que te salve”.

Maurín Fierro

Cuarenteneros, eras y eres:

Decir que estamos viviendo tiempos difíciles está entre la obviedad, la redundancia y la extrema superficialidad. En cambio, decir que "las vacunas son veneno", que "la mejor manera de no contagiarse es que cada uno se las arregle como sea" y que "está bueno que las prepagas compren vacunas y sálvese quien pueda…, o sea, el pudiente" son frases dignas del Oscar a la Malaleche en idioma original, el Martín Fierro al Odio Unitario o Serial y el Nobel a la Hijeputez Recalcitrante -premios que, si no existen, tampoco habría que inventarlos-.

Por eso, nos detendremos en la primera frase, que no por obvia deja de ser reflexiva: "Estamos viviendo tiempos difíciles". Me animaría a decir que los difíciles no son los tiempos, que solamente pasan y pasan (ya que ese es su trabajo y su esencialidad). Les difíciles somos los, las y les personas que, a diferencia del tiempo, no pasamos cuando deberíamos y pasamos cuando no.

De pronto el Presidente, ya vacunado, da Covid positivo y, entre millones de deseos de mejoría (dirigidos a su persona, al cargo que ejerce o a ambas cosas), se cuela un extraño pedido/deseo/disparate ambulante: una dirigente, legisladora ella, médica además, le desea no solamente que no mejore, sino que además haya estado en contacto con su coequiper. Extraño deseo de una médica, que al recibirse debe haberse enterado de que “primum non nocere” (primero, no dañar) es el deber más importante de los hipocráticos juramentos.

Mientras tanto, nos enteramos de que nuestro expresi no seguía la doctrina viejovizcachera de hacerse amigo del juez, sino que directamente tenía amigos que ya eran jueces (esto, en sí, no constituye delito alguno) a los que invitaba a jugar al tenis o al pádel (tampoco es un delito), mientras (dícese) resolvían causas judiciales que de alguna manera lo involucraban (esto me parece que ya sí; pero como yo no soy juez, cuando termine este set usted me explica, su señoría).

Parece que algunos partidos terminaban dos lawfares a uno.

Reflexionemos, vida mía, decía "Sabor a nada", esa bellísima canción que, por cierto, era sobre amores desgastados, no sobre la justicia: en principio, el pádel no parece ser una manera justa de dirimir la culpabilidad o no de una persona.

* “Yo robé, pero como tengo un saque excelente y un revés extraordinario, seguro que zafo”.

* “¿Tenés miedo de que te metan en cana? ¡No tengas miedo! Contratame como pareja en el próximo juego, que te saco libertad condicional seguro”.

* “¿Y cómo va el juicio?". “Estamos un set abajo, pero voy a apelar".

* “Necesito diez personas para probar mi inocencia". “¡¿Diez testigos?!". “¡No! ¡Es que me tocó 'fuero futbolístico'!".

Aunque estas frases parezcan poco consideradas hacia el “Código Penales” maurificial, pensemos que en la Antigüedad era peor: estaba el juicio de Dios. Vos caminabas sobre piedras encendidas y, si no te quemabas, eras inocente (el asbesto era el mejor abogado de esos tiempos), o bien, “si te acusaban, tenías que probar tu inocencia”. ¡Caramba!, ¡parece que algunos magistrados no es que sean parciales, simplemente son medievales!

Sé, sabés, sabe, sabemos, sabéis, saben... que hay buena gente en el ámbito de la Justicia, y no se trata solamente de superhéroes enmascarados tipo Batman, Flecha Verde o Astroboy. No, son hombres y mujeres, mujeres y hombres, que tratan de que todas las personas sean iguales ante la ley y que se respeten derechos, deberes y límites de cada uno.

También sabéis y supiereis que existe un sistema, alimentado y que alimenta a otros hombres y mujeres, que considera que todos… los demás son/somos igualmente descartables. Que la única ley que rige para nosotros es la ley de gravedad. O la de Murphy. O ambas.

Mientras tanto, dura lex, sed lex… luthor.

Eteceterexit.

Sugerimos acompañar esta columna con el video "Señora de ojos vendados", de RS Positivo (Rudy-Sanz), que en esta ocasión cuenta con el valioso aporte de Pati.