El Senado aprobó el proyecto de ley en revisión, que fue enviado con media sanción desde la Cámara de Diputados en 2019 para prohibir las vidrieras vivas. También se establecen condiciones de sanidad y bienestar para animales de compañía puestos a la venta en locales comerciales o que son dados en adopción y se imponen multas por incumplimientos. La iniciativa había sido presentada por el exdiputado Arturo Borelli, con el acompañamiento de activistas de Salta. 

El proyecto pasó al Poder Ejecutivo para su promulgación. El senador Javier Mónico sostuvo que esta iniciativa es parte de "los temas que preocupan a un sector importante de la comunidad", y en particular a las distintas organizaciones civiles que trabajan en el cuidado animal y en la protección de sus derechos. 

"El Senado viene a poner su aporte, su granito de arena para que los animales sean cada día mejor tratados y resguardados en sus derechos y en sus cuidados tanto en los lugares donde están a la venta como en sus propietarios", expresó.

Mónico detalló que la ley busca garantizar la alimentación, los cuidados, preventivos y también paliativos, la asistencia veterinaria requerida por los animales e incorpora en el código contravencional multas a quienes incumplan. Advirtió que los lugares donde estén alojados los animales deben reunir las condiciones mínimas para garantizar su bienestar. 

El exdiputado Borelli manifestó a Salta/12 que prohibir las vidrieras vivas tiene varios fines, el primero es tratar de evitar la compra compulsiva o compasiva. "Cuando a la gente le ponen un animal indefenso, por ejemplo, un cachorro que no está ni siquiera en edad de destete pero que ya lo tienen ahí en vidriera, lo que busca el vendedor es generar lástima en la gente que pasa y que lo compren por esa situación", explicó. Consideró que esas compras no son conscientes sino impulsivas, por compasión o por la compulsión de consumir, "se lo tiene al animal como un objeto y no como lo que verdaderamente es, un ser sintiente y una enorme responsabilidad también". Añadió que quienes quieren un animal deben investigar antes, interiorizarse y no simplemente verlo en la vidriera y llevárselo. 

Borelli consideró que los animales deben estar en condiciones de adaptabilidad según cada especie. "Si al perro lo sacás antes del destete y lo dejás en una jaula puede tener varios trastornos. Los perros cuando están con los hermanos desde chiquitos, juegan, se muerden entre ellos, aprenden a controlar su fuerza, a relacionarse con los demás. En cambio, cuando lo tenés un mes y lo sacás afuera para venderlo, el perro tiene problemas de crianza, y por eso, por ejemplo, hay tantos caniches mordedores", indicó. 

Lo correcto es que los perros estén "en ambiente abierto, con pasto, con su familia por lo menos hasta los tres meses. Después, sin la familia pero respetando el espacio, las posibilidades de que el perro coma, corra y todo lo demás. Ni en las vidrieras ni en las jaulas pueden estar los animales", manifestó.

El autor de la iniciativa indicó que los cobayos tampoco pueden estar en pisos de alambre, "deben ser de tierra o similares y no pueden estar mezclados machos con hembras porque el macho está en celo todo el tiempo y la hembra no. Entonces hay situaciones de peleas porque los tienen a todos en la misma jaulita.

Asimismo, Borelli sostuvo que se deben tener en cuenta las especificidades de cada especie. En el caso de las aves, dijo que las que se venden en los locales no son capturadas de la naturaleza sino que "ya son especies que se diseñaron para estar en cautiverio". 

Estas aves seguirían en las jaulas aunque se espera que mejoren las condiciones en que permanecen en pet's shop. "Tienen tres hileras de aves, una arriba de otra, se hacen las necesidades una arriba de otra. Entonces no. A lo sumo, debe haber una para exposición y el resto en los lugares de criaderos mejor acondicionados. Eso te lleva a otro problema. Quien ya no pueda vender en su espacio de tres por tres (metros) de la (avenida) San Martín tendrá que tener su criadero y abrir las puertas al público para que se retire a la mascota ahí", señaló Borelli. 

El exdiputado añadió que el Estado también debe tomar en cuenta las condiciones sanitarias de los criaderos, "podemos llegar a ese punto si el Estado quiere llegar a ese punto y a fondo. Se podría avanzar en el tema de los criaderos". Por último, Borelli, enfatizó que la iniciativa tiene un fin educativo, y con ello se pretende que se deje de cosificar a los animales. Además, "el vendedor tiene la obligación de dar instructivos e incluso cursos si los cree convenientes sobre cuáles son las necesidades de los animales".

El activista por los derechos de los animales Lucas Iñigo consideró que esta ley es "un gran pergamino del activismo salteño", que se encuentra en el "difícil camino de lograr un reconocimiento de los derechos de los animales". Consideró que la ley marcará precedentes y valoró el trabajo de Borelli, quien procuró conseguir consenso en la Cámara de Diputados para que el proyecto sea aprobado. 

Iñigo opinó que esta ley mostrará "cuál es la triste y cruda realidad que viven miles de animales que son explotados continuamente y sometidos a torturas diarias en pet's shops que en la mayoría de los casos solo tienen un fin netamente comercial" y donde no importa el bienestar ni la vida de los animales. "Nos permitirá descubrir criaderos clandestinos, y que la comunidad se comprometa a denunciar cuando vea situaciones de encierro y sufrimiento. Buscando la reforma de la ley 14.346, esta ley (de prohibición de vidrieras vivas) seguramente será una aliada muy importante", manifestó.