Igual que los libros, la prensa fue y continúa siendo uno de los principales medios de circulación de la literatura. Desde hace más de un siglo, en la redacción de los diarios convivían escritores, ilustradores, diagramadores e impresores. Jorge Luis Borges, que codirigió junto con Ulyses Petit de Murat la Revista Multicolor de los Sábados –el suplemento ilustrado de literatura del sensacionalista y popular diario Crítica publicado entre 1933 y 1934recuerda en una entrevista con Antonio Carrizo ese ambiente compartido: “Me gustaba mucho trabajar con los obreros, en el taller, con los linotipistas”. Los relatos de este escritor, luego reunidos en Historia Universal de la Infamia (1935) aparecieron en ese suplemento junto con grandes dibujos coloridos.

El análisis de la literatura en la prensa moderna es fundamental para comprender cómo se escribía un texto que se publicaría con imágenes, qué elementos, escenas y personajes estaban pensados para ser ilustrados y cómo en ese espacio reducido se podían practicar procedimientos literarios innovadores tales como el recorte, la adaptación, el resumen e incluso el montaje. Las relaciones entre material escrito e imagen en el espacio de la página generaban la necesidad de un lector activo, que encontrara en los elementos visuales no solo una orientación para la lectura sino una interpretación compleja de la que él mismo participaba. Además, a diferencia del libro, en cuyos espacios blancos se podía intervenir con anotaciones, la prensa moderna atiborrada de imágenes y palabras en distintas tipografías y tamaños habilitaba más bien al recorte, consistente en una selección de lo que cada uno deseaba leer y ver.

En el marco de mi investigación doctoral, desarrollada en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata y CONICET, pude identificar estas dinámicas interacciones en la Revista Multicolor de los Sábados. En este suplemento, los textos de escritores como Jorge Luis Borges, Norah Lange, Raúl González Tuñón, Juan Carlos Onetti y Juan L. Ortiz, entre muchos otros, fueron acompañados por dibujos no sólo de ilustradores profesionales sino de importantes artistas de izquierda como el grabador Guillermo Facio Hebequer (1889-1935) y el reconocido muralista David Alfaro Siqueiros (1896-1974), que había llegado a Argentina exiliado de México en 1933. Este pintor publicó allí sus primeros relatos inéditos e ilustrados en los que conjugó su ideología con las temáticas del diario y la presencia de imágenes coloridas en el interior mismo de los textos. En el caso de Hebequer, el trabajo como ilustrador de cuentos en un suplemento orientado al entretenimiento también supuso cambios en su obra como la aparición del color y la incursión en temáticas que no necesariamente se vinculaban con la denuncia social, característica de las litografías que realizaba contemporáneamente.

Esto lleva a preguntarnos ¿qué aportaron, en definitiva, los elementos visuales de la prensa a la literatura? Por un lado, las imágenes mediaban entre el texto y el lector, imponiendo una interpretación previa a la lectura; por otro, el anclaje visual facilitaba la llegada de los textos al público masivo y permitían a los lectores recapitular, seleccionar, poner el foco en determinados detalles del escrito o los reenviaban a otros relatos o imágenes ya conocidos o publicados de manera simultánea en el mismo espacio del periódico.

*Doctora en Letras, especialista en español y diplomada en Edición; es docente en la Universidad Nacional de La Plata y becaria postdoctoral en CONICET.