Esta semana se conocieron datos acerca de los chicos internados por coronavirus, algunos en terapia intensiva, en los hospitales porteños. Después de que una enfermera informara sobre la situación del Gutiérrez, se difundieron los casos del Garrahan y del Pedro Elizalde. Personal de salud consultado por Página/12 advierte sobre un posible colapso para las próximas semanas. En tanto, especialistas aseguran que todavía no hay datos oficiales que reflejen un crecimiento en las internaciones en relación con el año pasado ni conclusiones científicas que revelen que esta segunda ola es más peligrosa o nociva para la infancia, aunque hay preocupación por el impacto que podría tener la cepa de Manaos.

De acuerdo a datos actualizados al viernes, en el Gutiérrez hay 10 niños internados por coronavirus, dos de ellos en terapia intensiva. Uno de los dos ya no se encuentra en situación de aislamiento. En terapia, de 18 camas, solo quedaban dos libres. Respecto del Garrahan los datos variaron un poco en relación a los que se difundieron el jueves. Este sábado había 31 pacientes con coronavirus, cuatro en terapia intensiva. Las salas destinadas a pacientes con esta enfermedad, que son tres, estaban al 80 por ciento de su ocupación; la unidad de cuidados intensivos se encontraba ocupada al 74 por ciento. El jueves había 39 internados y Rosa Bologna, jefa de Epidemiología de la institución, había dicho que era "un número mayor que el del año pasado". En el exCasa Cuna el jueves había ocho internados. Uno estaba en terapia intensiva.

Mitos, realidades y datos en estudio

Los chicos por debajo de los 15, 16 años tienden a manifestar cursos leves de infección. Es más raro que cursen la enfermedad de forma severa, salvo un grupo muy particular, una proporción pequeña, que padece una enfermedad muy grave, asociada a la covid. La manifiestan generalmente un mes, un mes y medio después, y se trata del síndrome inflamatorio multisistémico”, explica a Página/12 Jorge Geffner, investigador del Conicet y profesor de Inmunología de la Facultad de Medicina de la UBA. “Todavía no hay ningún dato que indique que, en esta segunda ola, los chicos son particularmente proclives a manifestar la enfermedad gravemente. La mayor parte de los internados, el 70 por ciento, está asociado a comorbilidades previas”, completa. Compara este panorama con el de los pacientes que tienen entre 40 y 50 años: sobre este grupo sí hay evidencias para afirmar que está siendo más afectado en la segunda ola.

No obstante, respecto de los chicos hay preocupación por la variante de Manaos, “que se asoció a una mayor mortalidad infantil en Brasil”. “Pero en Brasil fue todo un desparramo. La política de Bolsonaro fue criminal. No fue para nada mayoritario: los que más se morían eran las personas mayores de 60 años, siempre”, aclara Geffner. Es un tema en estudio. “Hay que seguir de cerca qué pasa con los chicos. No es que hay una internación masiva en Buenos Aires. Hay un interrogante, y necesitamos un poquito más de tiempo.”

La médica infectóloga Leda Guzzi también se refiere a la variante de Manaos: “Preocupan algunos reportes que indican que está afectando a la población más joven, incluso a niños, con cuadros más severos, como si hubiera cambiado un poco el carácter de la enfermedad. Pero son reportes, todavía no hay bibliografía clara. Empiezan a generar alarma”. No hay datos oficiales todavía que permitan medir si la situación actual es distinta a la del año pasado con respecto a la internación en niños, sí “alertas que están levantando las autoridades y el personal de salud”. 

Lo que hay que sacarse de la cabeza es una idea que no sé de dónde sale: no hay ninguna evidencia científica de que los chicos no contagian. Transmiten menos, pero transmiten. También hay que sacarse la idea de que la escolaridad no promueve, por algún efecto mágico, la infección. Sí la promueve. Hay estudios que así lo demuestran, múltiples, en muchísimos lugares”, añade Geffner, y con ambas perspectivas coincide Guzzi. En el AMBA se quintuplicaron los contagios de niños y adolescentes de hasta 19 años desde el inicio de clases presenciales. La franja etaria de cero a nueve años fue la que tuvo mayor crecimiento de casos (5,63): el 18 de febrero había 80 y el 15 de abril, 450. 

En la Argentina, de acuerdo a los datos de la Sala de Situación de Niñez y Adolescencia, con fecha del 5 de abril, hubo casi 230 mil casos confirmados de coronavirus en menores de 20 años, lo cual representa el 9,5 por ciento. El grupo de más contagios es el que abarca entre los 15 y 19 años. De les niñes y adolescentes que enfermaron, 445 requirieron terapia intensiva (0,2 por ciento); 149 necesitaron respirador. Los fallecidos menores de 20 años son 169. 44 tenían menos de un año, y sólo el 55 por ciento tenía comorbilidades. Hubo 127 casos confirmados del síndrome inflamatorio multisistémico, que afectó fundamentalmente al grupo de 0 a 14 años. Por este motivo hubo un fallecido. 

La situación de los hospitales

“Va a colapsar todo. Ya está colapsado para los adultos. Para los niños no falta mucho”, advierte Natalia Ojeda, enfermera del Hospital Ricardo Gutiérrez. Esta semana, una colega suya, Elena Amarillo, tomó la palabra en los medios para hacer visible el tema, mientras que la discusión que centraba toda la atención era clases presenciales sí-clases presenciales no. “En ningún lado se vino pronunciando esto de los niños. Se viene minimizando”, dice Amarillo respecto de la razón que la llevó a hablar. “No queremos llegar al colapso. Estamos cansados. Encima nos estamos muriendo. El eje es que (Horacio Rodríguez) Larreta no se está haciendo cargo de lo que está sucediendo y está mandando a morir a nuestros pibes”, protesta.

Luego de que Amarillo informara sobre los 10 niños internados en el Gutiérrez se conoció la situación del Garrahan. El jueves las autoridades informaron que el sector dedicado al coronavirus estaba al 100 por ciento de su ocupación. Desde que se inició la pandemia el hospital atendió a más de mil niños, de los cuales el 47 por ciento tenía una enfermedad de base, un porcentaje que aquel día se elevaba al 80 por ciento en los casos de pacientes internados. Este sábado, la ocupación de las salas dedicadas a la covid era del 80 por ciento.

Los niños son asintomáticos en un 80 por ciento de los casos. “No tienen prácticamente síntomas porque tienen un mecanismo de autodefensa, una respuesta inmune más rápida. Pueden superarlo rápidamente. Lo que se agrava con la covid son las cepas estacionarias”, explica Ojeda. Los resfriados comunes, la bronquiolitis, la neumonía viral pueden agravarse si el niño transita coronavirus. “La covid le da potencialidad a la enfermedad preexistente”, concluye.

Como en el Garrahan, en el Gutiérrez hay más chicos internados que el año pasado, dice Amarillo. "Para esta época teníamos menos. La cantidad se fue acrecentando en el invierno, y todavía el invierno no llegó. No son sólo los niños. Atrás de ellos están los padres, madres, abuelos. Terminan siendo un vector. Hemos tenido padres que fallecieron por contagiarse de niños. Además, estamos exponiendo a otros chicos con diferentes patologías: chicos que son oncológicos, de neuro, de cardio. Estamos al límite con el tema cuidado. El tema de los niños requiere de muchísimo cuidado y atención.”

Ambas enfermeras se oponen al dictado de clases presenciales en este contexto que recrudece. Ojeda comparte un dato: la contactó la vicedirectora de la escuela hospitalaria del Gutiérrez para comunicarle que había cinco maestras contagiadas, dos internadas, una en estado “muy crítico”. 

Las trabajadoras revelan que los protocolos ya no se respetan dentro de los espacios de salud de la misma manera que en 2020. Antes se le hacía un hisopado a todo paciente que ingresara al Gutiérrez y se testeaba una vez por semana al personal de salud. Chicos que eran casos sospechosos, aunque no tuvieran síntomas, tenían la posibilidad de ser aislados, cosa que ya no ocurre. Si llegan con síntomas graves se los aisla, pero si los síntomas son mínimos pueden ser derivados a una sala común donde esperan el resultado del hisopado. “Puede haber 30 personas en esa sala. Las instalaciones no tienen condiciones; todos usan el mismo baño. Hay mucho sector de contaminación prácticamente en todo el hospital”, describe Ojeda.

En relación a los fallecimientos de niñes por covid, dice: “Es otra cosa que queda invisibilizada, porque lo que suele decirse es que el chico falleció porque tenía tal patología de base. No obstante, ellos podían tener un estilo de vida común, con todos los cuidados y recaudos necesarios. Ahora eso no sucede. Este virus es terrible, aniquilador”.

Por otra parte, en el Elizalde había este jueves ocho internados, uno en terapia intensiva. Son los últimos datos que se conocen. "No hay datos oficiales, los trabajadores nos vamos tirando los datos entre nosotros, los directivos los esconden, no solamente en Casa Cuna", denuncia Héctor Ortiz, licenciado en Enfermería y coordinador de la agrupación Hospitales de la Ciudad, nucleada en ATE. Lo más grave en esta institución es que no cuenta con una sala dedicada especialmente a la covid, por ende se mezclan los chicos contagiados con los que no tienen la enfermedad. "Eso genera contagios en compañeros, que están todos temerosos. Ya planteamos que tendríamos que tener un lugar; es un tema serio. Nos estamos reuniendo en la semana para plantear una protesta en el hospital", adelanta Ortiz, quien manifiesta su preocupación porque desde diciembre del año pasado no hay testeos a trabajadores de la salud.

El año pasado había más internaciones en el Elizalde porque "se desconocía el proceso de la enfermedad y se internaba a los pacientes en cualquier caso". "Ahora se hace por otras patologías, por ejemplo una bronquiolitis o una neumonía, y después se descubre que los chicos tienen coronavirus. Pero hay más cantidad de chicos con coronavirus. Se está expandiendo con otra rapidez. El niño es un vector importante, no entendemos por qué no se hace un aislamiento más importante, no sólo en las escuelas", dice Ortiz.

El coordinador nacional de Salud de ATE, Rodolfo Arrechea, viene registrando hace diez días que en las unidades febriles es cada vez más baja la edad de los que acuden a hacerse hisopados, con un promedio de 15, 16 años. "Ahora nos encontramos con esta situación en hospitales de niños. Recuerdo que en el Rivadavia, el año pasado, hubo casos de madres contagiadas por sus hijos, pero ellos no fueron a terapia. Estamos preocupados, no podemos aceptar que el gobierno porteño mienta con la escolaridad. La prioridad es la salud, ni hablar de la de nuestros chicos y nietos."

La historia de Félix

Florencia Stamponi vivió en carne propia lo que es tener un hijo internado por coronavirus. Félix, de un año, estuvo 12 días con fiebre. “Mis dos hijos van a inicial: Félix a sala de 1 y su hermano, de 3. Creemos que Italo se contagió en el jardín, tuvo un resfrío muy fuerte que le duró 48 horas. Yo tuve lo mismo, un resfrío muy fuerte, con sinusitis por 15 días”, cuenta. A Félix le habían dado la triple viral y a los dos días --el 1º de marzo-- empezó con fiebre. En un principio los médicos creyeron que le había afectado la vacuna. No lo hisoparon enseguida porque el bebé manifestaba un solo síntoma de covid. Luego tuvo también diarrea y un sarpullido en la panza.

El hisopado --que según la pediatra del niño debía haberse realizado antes-- dio positivo y a las mamás de Félix les dijeron que si continuaba con fiebre tenía que ser internado. “Continuó, así que fuimos a la guardia. Toda su situación respiratoria estaba bien. Clínicamente estaba con algunos indicadores bien, saturaba bien oxígeno, tenía los pulmones limpios, pero el cuadro febril no se iba”, recuerda su mamá. El bebé pasó una semana internado en el CEMIC de Saavedra.

Le hicieron un análisis de sangre para ver si tenía el síndrome inflamatorio multisistémico. Sus mamás tuvieron que esperar el resultado durante varias horas en la guardia. “Habrán tenido que tomar decisiones; no había mucho registro acá en la Argentina sobre casos en nenes tan chiquitos, es bastante singular. Para el caso de Félix se pusieron en contacto personal de pediatría y reumatología del Gutiérrez y del CEMIC. La gente trabaja sin respaldo teórico. La infectóloga me dijo: ‘se nos movió todo el piso’”, detalla Florencia. Si Félix continuaba con fiebre tenía que iniciar un tratamiento con corticoides y gammaglobulina, pero tras el último pico de temperatura "revirtió el cuadro solo". Tuvo, entonces, una “leve manifestación” del síndrome. Varios controles indicaron que “el cuadro demoró en revertirse” pero no exhibieron secuelas. Dentro de seis meses los controles deben repetirse, y luego de otros seis meses también. “Nadie nos puede asegurar qué pasa si se vuelve a contagiar", agrega Florencia.

Una de las cosas que más nos molestó es escuchar repetidamente que los chicos no se contagian. Cuando pasó lo de Félix nos pasó que escuchamos varios relatos de gente cercana cuyos hijos tenían fiebre y otros síntomas”, subraya. Otra cosa que la enojó fue el debate por el tema de las clases presenciales: tanto ella como su pareja son docentes de escuela media; cada una tiene 150 alumnes. “Estuvimos todo 2020 sin que los nenes vieran a sus abuelos, hicimos a la perfección la cuarentena y trabajamos de manera remota. El 8 de febrero volvimos a trabajar, el 22 fueron los nenes al jardín, y el 1º Félix ya estaba con fiebre. Es decir: la cuarentena funcionó. Los nenes fueron a la escuela y se agarraron el virus”, sentencia.

También da detalles de la internación, “para nada fácil” en este contexto: “Es demencial el esfuerzo enorme que está haciendo todo el sistema hospitalario. La otra mamá del bebé tuvo que dejar de verlo, y temía no volver a verlo. El podía tener un solo acompañante, que era yo, y podía irme recién cuando le dieran el alta”.

“Teníamos dos nenes sanos, nos cuidamos tanto... Cuando fuimos a trabajar dijimos ‘seguro nos lo agarramos, no hay chances'. Nunca jamás pensamos que nos iba a pasar esto. Que íbamos a terminar con nuestro bebé internado con un síndrome tan peligroso que puede producir la muerte. Todos somos el 1 por ciento de algo. No sabían si a Félix le podía quedar una lesión cardíaca. Tuvo suerte", concluye Florencia, aliviada aunque preocupada porque tendrá que convivir con el temor de que su trabajo repercuta en la salud de sus hijos.

Otras experiencias de padres

Luis Alvarez vive en Andalgalá, Catamarca, y está aislado hace ocho días, con síntomas de covid. Su hijo Pablo, de 10 años, está con fiebre. "El mayor miedo es que mi hijo tiene una enfermedad de base, es diabético. Gracias a Dios no tuvo muchos síntomas, pero hay dudas de si está con covid o no, porque por protocolo, por el solo hecho de haber tenido contacto estrecho se considera a toda la familia como casos positivos. Estamos a la espera de que todo salga bien. Aquí las clases son virtuales, lo que para mí ayuda mucho", relata. De la familia el único caso confirmado mediante hisopado es el de la hermana de Luis, que aunque no vive en la misma casa cena con ellos todos los días.

Juana (5) estuvo dos, tres días con síntomas (diarrea primero, luego pérdida de olfato). "Lo único que le costó fue recuperar 100 por ciento el olfato, pero no tuvo ninguna complicación. Ahora escuché que hay niños con síntomas y graves, entiendo que más que nunca hay que cuidarse", dice su mamá, Marina Alvarez, y remarca que en la escuela de Juana, al sur del conurbano bonaerense, no aislaban las burbujas si los padres de los niños se contagiaban. "En tres semanas aparecieron cinco casos en los adultos: es evidente que los niños trasladan de aquí para allá el virus sin que quizás los afecte a ellos", concluye.