La Córdoba gobernada por Juan Schiaretti no para. Tal como impulsa el eslógan cordobesista, no para y en ningún sentido: ni en su actividad ciudadana que continúa como si nada ocurriese; ni en el vertiginoso ascenso de los contagios que registran cifras récord todos los días: “La ciudad está hecha una covidera, no hay para donde disparar”, se queja ante este diario Sergio M., 31 años y empleado de comercio, en la cola de más de trescientos metros que serpentea alrededor del Centro de Participación Comunal (CPC) de la Avenida Colón, en la capital mediterránea.

Desde que la semana pasada los números perforaron la barrera de los 2.700 por día hasta llegar a más de 4000 contagios diarios registrados. Hoy, con 3.516 contagios, la escena multitudinaria se repite frente al Patio Olmos, donde se ubicó otra carpa para hacer testeos rápidos y de PCR, y otros tantos puntos de la ciudad.

“Lo que me da bronca, además de que puedo estar contagiado, es que como Schiaretti dice que acá estamos bien, el IFE que dio Alberto no nos llega… Según él acá no pasa nada, y  esto se está yendo al carajo todos los días!”. A su alrededor algunos asienten y siguen en sus puestos tratando de respetar el distanciamiento. Susana, de 42, le suma a lo dicho por Sergio su propia protesta: “Es que ellos no toman el bondi para ir a laburar. No saben lo que es tener miedo del aire que respirás, o de que los chicos de la escuela te contagien”. La mujer de pelo claro se aprieta el barbijo con una mano. La fila se mueve lentamente, y llega una adolescente desde la carpa. Mariela, de 16 años, tiene el pelo negro brillante, enormes anteojos, barbijo con dibujos animé japoneses y está furiosa. Dice que vuelve a su casa con el temor a estar contagiada, y acusa que “no le quisieron” hacer el test.

--¿Cómo es eso?

--Mi mi mamá está con Covid desde el jueves y yo vine con mi hermana de 34 años. Los de la mesa (de la carpa donde se hacen los testeos), la eligieron a ella y dicen que si una da positivo, las dos lo tenemos porque vivimos en la misma casa--. Pero la ecuación está viciada en su origen: Melisa, la mayor, dio negativo y ambas deben volver a su hogar con la incertidumbre. 

“Gastamos en colectivo para venir hasta acá… Es un embole pensar que estamos contagiadas. Y ahora encima esto... Mire si estamos enfermas y no podemos empezar a tomar la Azitro” (el fármaco Azitromicina) hasta que volvamos y una de positivo… Unos vecinos ya nos habían dicho que mintiéramos, que dijéramos que no vivíamos juntas. Pero hay que mostrar el documento”, se lamentó la adolescente haciéndose cargo de un sinsentido del que la organización provincial es única responsable. Nada más y nada menos que el derecho inalienable a ser hisopado como persona individual, no como grupo parental. Postales de una Córdoba donde el desastre epidemiológico crece y donde nadie controla nada; y los días pico de contagio de esta ¿segunda? (¿tercera?) ola ya llegaron.

Mientras, el gobernador Juan Schiaretti continúa en reposo y rehabilitación luego de que el 11 de mayo le extirparon un quiste renal. Está a cargo del Ejecutivo su vice, Manuel Calvo (a quien no muchos cordobeses reconocerían si lo viesen en la calle), quien estuvo en silencio hasta ahora, cuando por la mañana respondió que “no, (que) la présencialidad (sic) educativa es una prioridad para nosotros”.

Insistió en que a pesar de que los contagios escalan día a día, no van a “cerrar las escuelas” para que se siga de modo virtual. La Córdoba cordobesista que no para. Eso, a pesar de que la apertura y concurrencia a las aulas sean el principal vector de la difusión del Covid y que epidemiólogos nacionales e internacionales lo refrenden en revistas científicas como Science. O que los médicos y equipos de Salud clamen desde los hospitales públicos y privados por medidas de restricción que detengan los contagios. Clínicas y hospitales donde ya casi no quedan camas. O no quedan. El hospital Rawson, el más importante de la ciudad en materia de enfermedades infecciosas, hace ya tres días que no tiene camas disponibles. Ni una. Su director, Miguel Díaz dijo que el hospital está colmado en un 100 por ciento.

Sálvese quien pueda

El biólogo y periodista de Radio Universidad, Amadeo Sabattini, informó ayer que analizando los datos “me dí con la tristísima noticia de que Argentina se transformó en el país que ha tenido el récord de casos diarios por millón de habitante. Cuando se ven los números de la pandemia, el que está peor es Estados Unidos con 33 millones (de contagios); le sigue India que tiene 25 millones de casos confirmados; y después Brasil con 15 y Argentina está en el puesto 11 con 3,8 (de infectados), que ya es mucho para la cantidad de habitantes que tiene”.

Sabattini, nieto de quien fuera el gobernador cordobés del mismo nombre, y quien a diario produce un segmento que se llama “El dato”, explicó que “cuando se mira el momento de pico (de contagios) en Estados Unidos hubo 230 mil casos en un día, esos casos por millón de habitantes eran 697. En el peor momento de India que fue hace muy poco, 416 mil casos por día eran 320 casos por millón de habitantes. El peor momento de Brasil, 140 mil casos, horrorizados, colapso en Sao Paulo, fueron 636 por millón de habitantes. Y ayer (por el martes 18) Argentina con 35.543 casos, fueron 793 casos por millón de habitantes: muy por encima de cualquier otro país del mundo en el momento pico de la pandemia. O sea que lo que hemos logrado, es concentrar una cantidad de casos infernal. Y en ese panorama y con esos parámetros, Buenos Aires, 1.011 casos; CABA, 1079; y provincia de Córdoba 1.152 casos por millón de habitantes lo que tuvimos ayer… Y entonces que aparece el vicegobernador Calvo y te dice que a ellos les interesa la presencialidad. No hay forma de mirar estos números y no darse cuenta de que el inicio de la presencialidad tiene que ver con el crecimiento de estos números”, concluyó.

El magister en Salud Pública Oscar Atienza, le dijo a Página/12 que “desgraciadamente son correctas esas cifras, aunque todavía no hemos llegado a lo que creo que pasará si se continúa con la presencialidad. Ya viene el frío y está la prevalencia de las variantes de Manaos y de Inglaterra. En Córdoba hasta tenemos la de Sudáfrica que no es tan infecciosa como las otras dos, pero ya está aquí”. Según Atienza, si la Argentina no toma “medidas urgentes ahora, ya mismo”, para los primeros días de junio “vamos a estar superando los 100 mil casos diarios. Creo que hoy casi lo estamos teniendo, rondamos los 80 mil. Pero no se refleja en los test, porque la gente se infecta hoy y recién hace síntomas los próximos ocho días. Muchas veces se apuran por ir a testearse y hay mucho falso negativo”. Atienza calculó que “en las colas que se ven en Córdoba que han crecido muchísimo; el 30 por ciento da positivo y el 70 por ciento negativo. Y de ese negativo el 50 por ciento está infectado, sólo que está en el período de ventana. Con ese dato, ya se puede decir que hoy tuvimos 80 mil casos”.

--¿Y qué se puede hacer?

--Creo que hay que quitar la única variable que se puede modificar ya: la presencialidad. Hay que enviar a los chicos de las escuelas a sus casas; y a los empleados públicos nacionales, provinciales y municipales a trabajar virtualmente. Lo que está pasando es una bomba de tiempo. Yo le aseguro que además de los 30 por ciento positivos de esas colas que hablábamos; hay que tener en cuenta ese 70 por ciento de negativos, de los cuales la mitad tiene un falso negativo. Piense que les dan un papelito diciendo negativo, ellos se van contentos, hacen una vida normal y siguen contagiando. Es decir que hoy, que se fueron a hisopar 110 mil personas en el país, hay 40 mil positivos y, de los que dieron negativos, hay otras 40 mil personas hoy en la Argentina que son falsos negativos. Están infectados y no lo saben. Se fueron a hisopar antes de tiempo. Siguen contagiando porque sí están infectadas. Yo creo que la cifra de hoy estuvo sobre los 80 mil casos si testearan como corresponde.

--Y ahora lo de los grupos familiares convivientes de los cuales eligen a uno o dos…

--Eso no está bien. Siempre tiene que ser de a uno. No queda otra que pensar que lo hacen a propósito, para que no se note la dimensión de lo que está sucediendo. Repito lo que estaba diciéndole: hay que parar. La gente se va contenta con el papelito que dice negativo, pero en realidad es posible que sea un falso negativo con todo lo que eso implica para esa persona y quienes lo rodean.

Atienza dio un ejemplo doloroso en su propia familia. “Ayer falleció mi papá por Covid. En mi casa hace algunos días se fueron a hisopar mis hermanos. Dos salieron positivos y dos negativos. Pero ellos se aislaron igual, y hoy ya están con síntomas. Hay que trabajar sobre el contacto estrecho. Hay que darse cuenta que hay que detener la circulación del virus”.