El pasado 3 de junio todavía había una intención de digerir la pandemia, sin embargo no había dudas de que las redes feministas provisionaban un sostén en medio del derrumbe. Las lecturas críticas desde los feminismos entraban en un terreno sinuoso por la incertidumbre generalizada pero incluso desde ese lugar de incomodidad, los cuidados y la sobrecarga de trabajo en los sectores populares propiciaban un hilo del cual comenzar a tirar para comprender las complejidades del mundo en pandemia. La semana pasada, el Colectivo Ni Una Menos convocó un encuentro virtual muy cerca de la fecha en que se cumplen seis años de aquella movilización masiva de 2015: “Se notó que necesitábamos un espacio para encontrarnos, para poner en común cómo estamos viendo esta situación aún sabiendo que lo que caracteriza al colectivo Ni Una Menos es generar instancias en donde nos podamos encontrar cuerpo a cuerpo” explica Luci Cavallero, integrante del Colectivo. En este espacio de encuentro surgieron propuestas como la redacción de un documento en común entre organizaciones y colectivos feministas, acciones virtuales, afichazos y ruidazos. Formas que adquirieron una gimnasia específica en casi 15 meses de tener que prescindir dolorosamente de la caudalosa masividad de los cuerpos en la calle.

Este 3 junio la exigencia de la aparición con vida de Tehuel y la necesidad de una Ley Nacional de Cupo Laboral Trevesti Trans encabezan una serie de demandas en donde aparece el reconocimiento del trabajo en los comedores, el trabajo de promotorxs de género en los territorios que no solo atienden las cuestiones relacionadas a la violencia de género sino que también responden a las problemáticas de la crisis sanitaria. Se vuelve crucial la demanda por las vacunas para quienes sostienen los cuidados en los barrios populares. Otra de las preocupaciones latentes tiene que ver con la denuncia hacia los grupos económicos que aprovechan la situación de pandemia para incrementar los precios de los alimentos y de alquileres: “Se trata de una demanda que ha salido en muchas oportunidades y tiene que ver con las violencias económicas que mujeres, lesbianas, travestis y trans sufrimos día a día” explica Luci Cavallero.

Carlota Ramirez es trabajadora estatal de la salud, estuvo en la reunión y con su visión clarifica de qué modo la pandemia ha puesto en evidencia aún con más énfasis que los cuidados son esenciales para el sostenimiento de la vida: “No se trata solo de los cuidados específicos para prevenir la transmisión del virus, como lo es mantener el distanciamiento social o lavarse las manos. Los cuidados tienen que ser un ejercicio colectivo y no solo de las personas sino de los recursos materiales y naturales que también requieren de políticas de cuidados. Las vacunas son producidas por laboratorios farmacéuticos privados con apoyo financiero de los Estados que establecen la propiedad de las mismas a través de las patentes, lo que permite ganancias extraordinarias. Los países pueden acceder a la compra de vacunas según su capacidad financiera y también dependiendo del lugar que ocupan y las alianzas que tienen en la arena financiera. La pandemia muestra justamente cómo la salud se ha convertido en una mercancía y no constituye un derecho. Lo mismo que pasa con las vacunas pasa con otros recursos como los métodos anticonceptivos” cuenta Carlota en diálogo con Las12.

Las redes feministas y el trabajo de promotorxs en los territorios fueron herramientas fusionadas que posibilitaron en muchos aspectos de la vida enfrentar la pandemia. Hace algunas semanas se llevó a cabo el Congreso Federal de Promotorxs en Prevención de violencia, participaron 4500 de todo el país. Nerina Favale es responsable de Mujeres Evita de la Provincia de Buenos aires, ella destaca la importancia del debate y la visibilización del trabajo de promotorxs en los territorios: ”La tarea de lxs promotorxs fue la que permitió darle curso a nuevas lógicas que pasaban por lo virtual, facilitar informaciones cuya comunicación cada vez se complejizaba más porque las oficinas ya no funcionaban de la manera que se conocían. Es importante que nuestras voces estén en la discusión sobre la reforma judicial feminista, específicamente por la lejanía del poder judicial con el resto de la ciudadanía. Lxs promotorxs en el territorio son quienes acompañan y trabajan los modos para contrarrestar la forma expulsiva de la justicia”.

Foto: Sebastián Freire

La reforma judicial transfeminista

Cada vez aparecen más complejidades en relación a esta pregunta: no se trata solamente de exigir paridad en la justicia, la forma de elección de jueces y juezas y la aplicación de la Ley Micaela en el ámbito judicial. ¿Por qué va más allá de la vía judicial?: “La reforma judicial transfeminista es una consigna que emerge masivamente con el femicidio de Úrsula Bahillo, en febrero de este año, a raíz de la poca efectividad que viene demostrando el Poder Judicial para prevenir este tipo de crímenes, que ya sabemos que son evitables, aún cuando como en el caso de Úrsula, se había acudido a él en busca de ayuda. Sin embargo, la consigna apunta a una serie de problemas que exceden los estrictamente jurídicos. La reforma judicial transfeminista apunta a una transformación radical de cómo está pensado y organizado el poder judicial de la mano de los feminismos. Esto implica un cuestionamiento de su punto de partida, es decir, el carácter androcéntrico del derecho. Esta es una tarea que involucra a las universidades y escuelas de derecho, docentes, estudiantes, y autoridades universitarias” señala Guadalupe Santana, militante de Mala Junta y Secretaria de Juventudes de la Asociación de Empleades Judiciales de la CABA.

Guadalupe explica que hace falta una jerarquización de las voces transfeministas y de las personas que se acercan en busca de justicia: “Debemos dejar de verlas como meras víctimas y pensarlas como sujetes con agencia, con redes y recursos que deben ponerse en juego para, por ejemplo, salir de situaciones de violencia por razones de género, en conjunto con organizaciones de la sociedad civil ya existentes. La violencia machista excede a “lo judicial”, está arraigado en nuestra cultura y se nutre de fuertes desigualdades estructurales para perpetuarse. Por eso, la consigna de la reforma transfeminista señala que es necesaria una mirada restitutiva de derechos y preventiva, no sólo punitiva en las respuestas judiciales”, concluye Gudalupe.

Ese Negro Montenegro es actvista trasmasculino y menciona la importancia del diálogo entre los feminismos y los movimientos LGTBIQ+: "Es una lucha que si bien se reume en la consigna Ni Una Menos no está hablando de mujeres cis género heterosexuales sino que da cuenta de una violencia que es estructural y que la podemos caracterizar en el patriarcado. Si bien el grito primario y organizador fue un grito contra los femicidios creo que rápidamente nuestras identidades -lo digo en términos de movimientos sociales- nos llevaron a reflexionar en torno a las otras violencias. Cuando decimos Ni Una Menos, decimos también ni una travesti menos, ni una trans menos. En su momento esto resonó para la libertad y la absolución de Higui, o personas que fueron judicializadas por ser quienes eran como Joe Lemonge o Marian Gomes. Hay una historia de lucha que siempre nos encuentra alrededor del 3J y del 8M y hoy nos interpela con la pregunta sobre ¿Dónde está Tehuel? Un varón trans de 22 años que salió de su casa con la promesa de un trabajo informal y todavía no vuelve. Hace tres meses que lo buscamos y no hay rastros”.

El Colectivo Ni Una Menos viene discutiendo desde hace sies años el poder patriarcal con una mirada antiracista, anticolonial y antifacista: “En el momento mas crítico de la pandemia el tejido transfeminista nos ha provisto del vocabulario más certero para entender los modos en los que se está desplegando esta crisis, en términos de cuales son los cuerpos más afectados por el incremento de la tareas no remuneradas, como pensar en una idea de esencialidad del trabajo que tenga en cuenta las tareas no reconocidas que hacen las compañeras en los barrios y en las casas” explica Luci Cavallero y agrega: “Creo que la potencia de este tejido transfeminista en la pandemia tiene que ver con consignas del 3J pasado que es la constatación de que en muchas instancias nos sotienen las redes feministas, ya sea en las asambleas feministas barriales como en muchos espacios en donde estas redes se activan y continúan vigentes y vigorososas”.

Ese Montenegro explica la diferencia entre el decreto de Cupo Laboral Travesti-Trans emitido por el poder ejecutivo y el proyecto de Ley Nacional que contempla una serie de variables: “Por ejemplo el acceso a una línea de crédito diferencial, el estímulo a empresas privadas para que contraten personas travestis y trans, es fundamental que no sea un requisito no tener antecedentes penales y contravencionales. Sabemos que históricamente la comunidad travesti trans ha sido criminalizada. Entonces si se nos ha judicializado y criminalizado por nuestra identidad no es justo que se nos demande estar libre de antecedencia criminal cuando fue el mismo estado el que nos crimanalizó”.

Nancy Salvatierra es parte de la Colectiva feminista Osadía y trabaja con mujeres en situación de encierro en San Martín: “Las condenas se multiplican por ser mujeres o “malas mujeres”. Hay distinción en visitas, formas de atención y alojamiento. La cárcel no está preparada para alojar mujeres y eso es histórico. En la pandemia esto se fue complejizando, en un principio apelamos a la virtualidad, les cargamos los celulares con un fondo solidario. Tratamos de revalorizar la educación y el conocimiento: ellas nos mandaban tips de cómo transitar el encierro, eso que para nosotres era un universo para ellas era algo cotidiano, así fuimos revalorizando sus saberes. Sin olvidar todas las cuestiones referidas a la salud y al sostenimiento de la vida en la cárcel que no están saldadas ni van a estar saldadas de inmediato. Los cuidados no los tenían antes y no los van a tener después de la pandemia. El único derecho que no tienen es el de circular libremente, pero el resto hay que garantizarlos. Entonces con la pandemia fue un ida y vuelta en donde ellas nos han enseñado a muchas de las personas que trabajamos allí dentro el “cómo”. El deseo es abrir las cárceles para que la comunidad entre, son tiempos sensibles pero ellas tiene un ejercicio en esta coyuntura”.

Asamblea internacional

Marzo de 2020 dio sus últimas bocanadas de respiro de ese mundo anterior a la pandemia. El 8 y 9 de marzo de ese año sucedió el llamamiento transforenterizo a una huelga feminista como bastión de resistencia frente a la amenaza de la extrema derecha y de las derechas neofacistas venidas en administradoras del neoliberalismo mas cruento. Por esas fechas se consolidaba el 4to Paro internacional feminista, una huelga en el sentido de la interrupción de todos los tipos de trabajo y que trascendía el sentido “productivo” para poner el centro en los trabajos que sostienen la vida. El próximo 3 de junio, el Colectivo NUM propone una asamblea internacionalista en donde las discusiones puedan dar cuenta de la presencia de los feminismos en el ciclo de revueltas populares. Allá por el 2019, frente a la la agonía del gobierno macrista, el colectivo definía la tierra de Abya Yala como un territorio de reacción al neoliberalismo facsicta, en donde mujeres, lesbianas, travestis y trans, no binaries y maricas se colocaron en la primera línea de la lucha estallada en Ecuador y Chile, y en la resistencia a los golpes de Bolivia, Brasil y Venezuela.

El contexto internacional incide directamente con la realidad local, es necesario poder discutir en este 3J lo que sucede en Colombia, Chile y Palestina: “Solidarizarnos y tejer puentes contra la represión digitada por el gobierno de Iván Duque, lo mismo en relación al pueblo palestino y la agresión padecida sistemáticamente por parte del Estado de Israel y saludar el proceso de elecciones de nuestras compañeras chilenas con este triunfo histórico que sin dudas devuelve un aire fresco a esta región”, de esa manera desde el Colectivo Ni una Menos describen la necesidad de profundizar el diálogo con feministas en otras latitudes, en donde la realidad latinoamericana está en el centro: “Nos convoca pensar las diferentes formas en que los pueblos latinoamericanos resisten los planes que tiene el capital financiero internacional para nuestra región. Creo además que hay un papel importante de los feminismos en las revueltas y en los procesos electorales” dice Luci Cavallero.

Francy Junior es activista de Mujeres Negras de Floresta y miembra del Foro permamante de Mujeres de Manaos en Brasil, será parte de la asamblea que sucederá el próximo 3 de Junio convocada por el Colectivo Ni Una Menos: “Son muchos años de lucha buscando siempre encontrar soluciones a viejos problemas que siguen ligados a la democracia, la desigualdad social, el racismo, la homofobia, el machismo y el patriarcado. Siempre buscando la independencia de los pueblos”. En Brasil, Jair Bolsonaro y los políticos que lo rodean son responsables de la omisión y negligencia en el sistema público de salud que provocó miles y miles de muertes. “Son funcionarios que no adoptan medidas severas para combatir el Covid19, relajaron el aislamiento social para servir a la clase empresarial. Desde los movimientos feministas nos reconocemos como forma de resistencia que busca mantenerse alerta, en relación al hambre y la violencia doméstica que se ha incrementado con la pandemia”.