Hace un par de días, el intendente Pablo Javkin declaró que "la mejor manera de homenajear a Belgrano sería abriendo las escuelas". Bajo la advocación de uno de los pocos próceres indiscutidos de nuestra historia, el jefe comunal contradijo la decisión del Estado santafesino sin que mediara ningún cambio sustancial en los parámetros epidemiológicos en relación al momento en que apoyaba las medidas. El 100% de ocupación de camas y el alto número de casos que se cuentan cada día, son valores irrefutables. Sin embargo, la presencialidad --caballito de batalla de Juntos por el Cambio-- hizo que el intendente, por primera vez desde el inicio de la pandemia, asumiera una posición contraria a la expuesta por el gobierno provincial, que sigue parámetros epidemiológicos del gobierno nacional. Esta vez, Javkin se sumó a los reclamos de Horacio Rodríguez Larreta, el PRO y el Foro de Intendentes Radicales. Lo que cabe preguntarse es que pasó o que está observando el intendente del Frente Progresista, además de los números de la pandemia. Su forma propuesta para "homenajear a Belgrano" es probable que la haya conversado con José Corral y Roy López Molina, que lo visitaron en su despacho el mismo día. 

Vale la pena "darse una vueltita" por el Foro de Intendentes Radicales y ver la posición de algunos, como Dionisio Scarpin --el defensor de Vicentin-- que tiene "explotada" Avellaneda y sigue pidiendo aperturas, o el jefe comunal de Venado Tuerto, que "manda a pelear a los vecinos y no les sostiene el saco", ya que Leonel Chiarella no puso su firma en ningún decreto habilitando nada, sino que hace la vista gorda, acuñando el oxímoron de rebeldía cobarde.

Pablo Javkin fue electo por el Frente Progresista y pertenece a un espacio que ha hecho bandera de la salud pública. Tiene en su gabinete referentes y militantes de esa causa. Es además un dirigente formado y con experiencia desde la lides estudiantiles. Alude a Belgrano: un estadista. Un ejercicio de imaginación lleva a este cronista a interrogarse sobre que haría el General en una situación como ésta. Repasando su vida, su trayectoria, sus decisiones, y aceptando el abanico de posibilidades que ofrecen las ucronías,  tiende a pensar que hubiera consultado con su compañero revolucionario Cosme Argerich. Médico graduado en España, que resistió en las Invasiones Inglesas, participó activamente de la semana de mayo y más tarde acompañó a Belgrano en el campo de batalla, asistiendo a los combatientes del Ejército del Norte, para terminar sus extraordinarios servicios a la patria dotando de infraestructura y adiestrando a sus sucesores --él ya estaba gravemente enfermo-- para el ejército del Libertador San Martín.

 

Antes de eso, recién llegado con su título de médico, Argerich había combatido los brotes de viruela de 1794/96. Años después, publicó un artículo publicado en el Telégrafo Mercantil --primer periódico porteño fundado por Francisco Cabello y Mesa a instancias de Manuel Belgrano--. En él, recomendaba la vacunación antivariólica y fue recién en 1805 que se importó por su trabajo la primera vacuna desde Gran Bretaña, descubierta por Edward Jenner. El 30 de agosto de 1805, Argerich y sus colaboradores comenzaron a vacunar a todos quienes se presentaran, a cargo del Estado. Cerca suyo, como siempre, Manuel Belgrano, celebraba la vida.