Hay seres por allí que disfrutan del automovilismo, que se dejan envolver por la magia de cada carrera de la Fórmula 1, criaturas a quienes las enciende ese vértigo especial, pero que no tuvieron la dicha de ver correr a Carlos Reutemann. El "Lole", a quien tanto los recuerdos orales como los videos de Youtube aportan para reponer sus hazañas en el Gran Circo, se fue este miércoles y parece que también se llevó eso también: el testimonio vivo, con su presencia, del último gran piloto argentino en la categoría más importante del mundo.

La generación -a la que pertenezco- que se sintió conociendo la gloria futbolera mundialista por primera vez cuando la Selección llegó a la final de Brasil en 2014, luego de oír, ver, soñar e imaginarse las maravillas de Diego Maradona en el estadio Azteca, es la misma que creció con las leyendas de Juan Manuel Fangio, Froilán González y Reutemann deslizándose en las pistas de la máxima como quien hoy pisara la luna decidido a brillar allí todavía más que ella.

Los 40 años que se cumplieron el pasado 17 de mayo de la útima victoria argentina en la Fórmula 1, que Reutemann conquistó en el Gran Premio de Bélgica de 1981 a bordo de su Williams, le hablan a nuestros tiempos. Y no le hablan de otra cosa que de la grandeza de su obra sobre ruedas. Ese eco glorioso -activador de recuerdos en muchos casos, de historias para otras y otros, pero siempre conmovedor- iluminará aquellos días en los que el piloto santafesino brilló en las pistas más importantes. Como cuando celebró su cumpleaños, hace 51 abriles, con su debut en Europa en la Fórmula 2. Aquel día puso en aprietos ni más ni menos que al inolvidable Jochen Rindt, que por aquel 1970 era el rey de la categoría y sería campeón post portem del Gran Circo ese año. Fue la jornada inaugural del sueño y el argentino no escatimó en Hockenheim ni siquiera un puñado de todo lo que se había decidido a entregar.

El legado de Reutemann en la Fórmula Uno dejó, en el terreno de lo cuantificable, 12 victorias en la década que lo tuvo como protagonista, tiempo en el que cosechó además 45 podios y estuvo a sólo un punto de consagrarse campeón en 1981, cuando quedó segundo detrás del brasileño Nelson Piquet. El "Lole" cerró, además, tres temporadas en la tercera colocación de unos campeonatos mundiales en los que se lucían figuras como Niki Lauda, Mario Andretti o Emerson Fittipaldi.

En 10 años en la Fórmula 1 -el santafesino se estrenó en 1972 y dijo adiós en 1982-, un protagonista actual como el carismático australiano Daniel Ricciardo logró cruzar siete veces la bandera a cuadros en primer lugar. Parecido a lo del mexicano "Checo" Pérez, quien recién en su décimo calendario pudo celebrar el primero de sus dos triunfos en la máxima. Y a lo de Valtteri Bottas -el finlandés que desde 2017 conduce el mismo Mercedes que ha hecho invencible a Lewis Hamilton-, que ostenta nueve victorias en sus nueve temporadas al más alto nivel.

Quien emprenda un viaje en el tiempo hacia la gloria argentina de la Fórmula Uno se encontrará primero con Reutemann, el último de nuestros grandes en las pistas más voladoras, otro más a cuya hazaña el tiempo sólo le hace justicia, cuando evoca las emociones eternas que generó y que lo sobreviven. El "Lole" nos dice adiós y cierra una mitología de ensueño para el automovilismo de estas tierras, pero también deja encendida la chispa de los sueños que ya vienen prendiendo motores.