A los asesinatos de Pamela Macedo (29) y Angie Velásquez (37) se suma la muerte de Sabrina Nicole Urquiaga (22), ocurrida el 13 de abril en La Plata. Las tres eran integrantes de la organización Otrans Argentina. Pamela y Angie murieron en condición de detenidas, sin recibir agua, alimento ni medicación. Sabrina, mujer trans peruana residente en La Plata desde 2015, sufrió una fuerte depresión que la llevó a encerrarse en su cuarto sola durante varios días. Enterada de la situación, su madre viajó desde Perú para asistirla en sus últimos días. Otrans libró una batalla en el Hospital Rossi de La Plata, donde estuvo internada Sabrina, para que le respetaran su identidad sexual y lo lograron. Pero al momento de fallecer, el Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires se negó a extender el certificado de defunción con su nombre, a pesar de la coincidencia en el número de documento. Los tres casos fueron denunciados por Claudia Vázquez Haro, presidenta de Otrans e integrante de la recientemente fundada Convocatoria Federal Trans y Travesti Argentina (CFTTA).

La falta de un certificado de defunción con el nombre de Sabrina, le trajo problemas a la madre para repatriar el cuerpo. Y una vez solucionado este problema, las dificultades continuaron en el consulado del Perú: se les exige sacar una nueva partida de nacimiento por trámite judicial, para luego presentarlo en el país de origen.

“El fallecimiento de Sabrina muestra que hay aspectos que la Ley de Identidad de Género no pensó: qué pasa con nosotras cuando morimos. La ley 26.743 dice que es suficiente para acreditar la identidad de una persona que coincidan su número de documento y sus apellidos. Tampoco están contemplados estos desfasajes entre legislaciones de países diferentes. Por eso es importante la colaboración entre compañeras trans y travestis de los distintos países. Es una de las razones por las que constituimos la CFTTA, una plataforma federal argentina que forma parte de CoTransLac (Confederación Trans de Latinoamérica y el Caribe)”, dice Claudia Vásquez Haro.

Por otra parte, la búsqueda de justicia por el asesinato de Angie Velásquez entró en una zona de extrema dificultad. Angie también era migrante peruana y su padre se presentó a reclamar el cuerpo “de su hijo” y que le den sepultura. Luego del sepelio, se corre mayor riesgo de que se borren las pruebas de su muerte como consecuencia del trato que recibió en la comisaría 11ª de Ringuelet y en el penal de Florencio Varela, denuncia Otrans. De nuevo las barreras de la legislación internacional y, en este caso, una familia que expulsa y se niega a reconocer la identidad travesti.