Papel en una máquina, una letra, un sonido de apertura al infinito, pero no, solo eso, una serie mecánica: letra, sonido, el papel un poco más afuera, y nada adentro. Una voz desde lo profundo de una pecera humana: 500 pesos. Papel con letra gris. Salida: “Este pueblo de mierda”. Destino: “Cualquier lugar menos este”. Coche semi-cama. Letras, signos y números: S/A, 6 am.

Puerta plegable y detrás escalones: uno, dos, tres. En el primer asiento cajas y papeles, al lado un hombre con un termo y un mate. Azul. Dos hombres azules. Hombres sobre cada asiento. Ropa como montañas, como rocas blandas, como pilas de ropa sobre la silla al lado de la cama, los cuerpos igual sobre los asientos. Superposición de vidas en cuerpos blandos dentro de ropas más duras, a penas más duras.

Hombres de plastilina sobre asientos rojos, algunos más iluminados, otros en las sombras. Una síntesis, un resumen. Un solo asiento sin cuerpo, al lado, una roca de las blandas, sin cara, un “Sincara”, esa cosa negra tan silenciosa como voraz. 15 kilómetros y otros cuerpos, ahora en los pasillos. 15 kilómetros más, otros cuerpos con delantales, carpetas, maletines, pelos con permanentes. Perfumes, colonias, desodorante Impulse. Voces superpuestas como los cuerpos, las ropas, las bolas de plastilina. 15 kilómetros más, en una mochila otro cuerpo peludo, oculto, drogado. Puertas, pasos, una pausa, un grito, de los hombres azules para todos los cuerpos, más cuerpos, más cuerpos, más boletos, obligaciones: escuela, trabajo, una casa. Cuerpos con casas encima, de un lado a otro, sonámbulos.

Él también: sonámbulo, desdoblado, en estado hipnótico, sin memoria, vaciado de todo pensamiento. Solo puede balbucear algunas palabras, las palabras llegan tarde, como ecos en una habitación vacía, como fotos olvidadas en un armario, vinieron los de la mudanza y se llevaron todo, pensó, y también me llevaron a mí.

Vapor de gente, alientos, sobre las ventanas una opacidad de agua, gotas, algunos dedos, letras, corazones, carita feliz.

“Cualquier lugar menos este”, pero dijo Rosario, ¿dónde queda el lugar “cualquiera menos este”? Pero todos quieren un nombre, preguntan hasta dónde, necesitan algo preciso, y a veces hay que mentir, y subir al primero que llegue como si eso fuera lo que estaba esperando. Buenos Aires lo pensó después, pero no tenía plata ¿o sí?

Menos cuerpos, los cuerpos con casas, los pelos con permanente, los maletines, mochilas y guardapolvos parecen, quién sabe, tener motivos, horarios y otros cuerpos que los esperan. O no, simple rutina. Algunas rocas de las blandas siguen ahí, quizás pagaron para dormir más caliente y llegar a otro lado. Él también es como esa montaña de ropa, una bola de plastilina, una bolsa con harina que tiraron en algún lado y va a quedar ahí hasta que alguien lo levante. Porque no le nacieron piernas, o las piernas se le volvieron demasiado blandas, como un hombre de plastilina, se desploma en cada intento por permanecer en pie, la cabeza siempre es más pesada, quizás debería sostenerse desde ahí, al menos para no caerse y aguantar. Piensa que a veces solo hay que aguantar.

Algunas cosas se cumplen, quizás por eso lo boletos tienen escrita la palabra “destino”, y en algunos viajes después del destino solo sigue un galpón oscuro. Una vez despertó ahí y pensó que la muerte debía ser algo parecido a eso.

Una anotación en la agenda, una nota al pie: procurar no quedarse dormido después del destino. Otra anotación: vale bajarse antes, nunca después.

Última parada, dijo uno de los hombres azules, las rocas blandas se apilaron y formaron algo parecido a un hombre, otros se escurrieron como agua por los escalones, él simplemente se desapareció y apareció del otro lado de los ventanales, algunos llaman a eso “adentro” pero él no está entendiendo el concepto.

Un símbolo. Un teléfono, una llamada, un pedido: ayuda.

-Hola.

-Soy yo.

-¿Marcos?

-No, Marcos no está más.

 

Y ese fue el día de la propia separación, eso debía ser nacer, por eso los bebés lloran, y él en ese momento, en ese lugar que tiene por nombre “terminal”, parecía estar terminando y empezando, naciéndose, pariéndose así mismo como una forma de hacer otra cosa con la palabra “destino”.

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