A través de los títeres y su apertura mágica, grupo Sotavento –que integran María Celia Fernández y Axel Siebenrock– ofrece con Soy Abya Yala, soy esta tierra una obra dedicada a recrear, entre leyendas, objetos y máscaras, la cultura chaná. Con dirección de Yeni Mata, Soy Abya Yala se presenta hoy a las 15 en Sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza), con entrada libre y gratuita (colaboración con el elenco a la gorra), ingresando previamente a https://entradaslavarden.com/">https://entradaslavarden.com/

“La primera vez que oímos hablar de la cultura chaná fue en una presentación de cerámica chaná que hizo Gabriel Cepeda en el Museo Estévez. Allí estaba Don Blas Jaime, quien presentó la muestra. Me enteré que era el único chaná que aún hablaba la lengua, el último. Cuando se creía que esa lengua estaba extinguida, apareció este hombre en Paraná, diciendo que él la hablaba y que estaba buscando con quien hablarla. Se enteró un lingüista, que lo fue a entrevistar y comprobó que era cierto. Hasta hicieron un diccionario chaná-castellano. Me pareció fascinante. A partir de ahí empezamos a trabajar con Cepeda y con Don Blas, recogiendo sus historias y las leyendas que figuran en el diccionario, y construyendo este rescate de una cultura que fue exterminada pero de la cual queda un hablante”, explica María Celia Fernández a Rosario/12.

Orientada a todo público, Abya Yala se vale de máscaras, teatro de objetos, títeres de varilla, títeres corporales y títeres acuáticos, en una propuesta que, como señala la artista, “acompaña un movimiento que en realidad lo originó Don Blas Jaime, algo que decimos en el espectáculo. Después de muchos años durante los cuales los pueblos originarios se avergonzaron o tuvieron miedo de darse a conocer, aparece él. Y Gabriel Cepeda retoma esto. Fue él quien se apasionó y reconstruyó la cerámica chaná, y desde hace mucho da talleres sobre el tema por todo Santa Fe. Apareció también gente que rescató las plantas medicinales y las comidas, hubo todo un movimiento alrededor de este rescate al que nosotros nos sumamos con los títeres, que es nuestro oficio”.

-¿Cómo surgió la puesta en escena?

-Trabajamos básicamente con imágenes, y fue mágico trabajar este tema porque no se partió de una búsqueda intelectual sino, más bien, de las imágenes que afloraban de todas estas historias contadas por Blas Jaime. Él es un hablador, un contador, es hermoso estar con él. En algún momento, Cepeda nombró algo muy interesante: los “aparecidos”, una palabra que me quedó rebotando en relación a todos los desaparecidos que hemos tenido. Realmente, Don Blas es un aparecido, es alguien que vuelve desde un lugar para aparecer con su cultura. Es por eso que comenzamos a trabajar con una máscara, a partir de la imagen de la mujer guarda-memoria, que vuelve y reconoce en el humo, en las canoas, en el agua, lo que era su cultura. Es un poco lo que contamos con esa imagen. Luego está la leyenda de las mariposas, de las “flores que vuelan”, que es como se dice mariposa en chaná. El lenguaje chaná es muy poético, y esa poética nos llevó a las imágenes. Y hay algo que fue un hallazgo para nosotros, los títeres acuáticos, a partir de una leyenda, “La armada mítica de los peces”, que cuenta sobre la jerarquía que hay en el río Paraná, donde el yacaré se come a la palometa para sostener la ecología, aun cuando ellos no hablaban de esto. En esa parte hacemos títeres acuáticos, con unas peceras inmensas. Es muy hermoso y poético.

-En las presentaciones que hicieron antes de la pandemia, ¿cómo les resultó la respuesta del público?

-Es muy emocionante, porque el público descubre cosas que a lo mejor conocía o intuía, con palabras que le suenan. Al buscarse en esa historia profunda de nuestro litoral, la gente se emociona, le encanta. Hemos encontrado una recepción muy importante. Hicimos una gira por el sur, donde visitamos comunidades mapuches, y estaban fascinados con ver estas historias de pueblos originarios, de encontrarse reflejados a partir de narraciones hechas con títeres, con objetos. La obra es muy satisfactoria y nos llena de orgullo.

La pandemia interrumpió las presentaciones de Soy Abya Yala, que también recorrió establecimientos de educación primaria, secundaria y terciara, de manera tal que la de hoy es la primera tras los días de aislamiento. Motivo por el cual, Fernández agradece a Sala Lavardén, “porque llamaron a inscripción, cosa que rara vez ocurre desde las salas oficiales. Fue así como nos convocaron, y estamos contentos de volver con esta obra por primera vez después del inicio de la pandemia y en una sala tan hermosa. Rescatar la relectura hacia los pueblos originarios es algo que tenemos que militar todo el tiempo. Cuando todavía se piensa que Colón vino a traernos la civilización, la sabiduría de los pueblos originarios ya era importante, sobre todo en relación a cómo estamos destruyendo nuestro planeta. Si les prestáramos atención, la vida sería mucho más promisoria”.