Una estudiante rinde un final debajo de un paragüas en el jardín de su casa, único sector donde tiene señal de Internet. Otra lo hace desde la habitación de un hospital: está internada por coronavirus. Suena un timbre en medio de una clase: llegó el pedido del supermercado. Una docente procura grabar sus explicaciones mientras su vecina entona repertorios diversos, que van de Luis Miguel a Gilda. De escenas de este estilo, a las que se suman reflexiones diversas, está hecho el libro Relatos compartidos: docencia, virtualidad y pandemia. Reúne relatos breves de docentes, directores y coordinadores del Instituto Superior Octubre (ISO) en torno al giro inesperado que dio la educación en la pandemia, cuando se mudó de las aulas a las casas, del pizarrón a las pantallas.

“Se habló mucho del trabajo docente en la pandemia, pero se los escuchó poco a ellos”, dice Leandro Vecino, rector del Instituto y autor del prólogo, y así resume la razón de ser de la publicación de editorial Octubre. Los educadores fueron invitados a escribir en primera persona sobre sus experiencias antes de que comenzaran las vacaciones de verano de 2021, por eso estos son textos “escritos en caliente, como si fueran una declaración policial” de lo vivido en un año absolutamente atípico. La idea fue de la coordinadora pedagógica Shirly Zelcer, también a cargo de la compilación. Le interesaba que les docentes construyeran “memoria sobre su propia práctica, como una forma de comprenderla mejor, de reconocer aciertos, desafíos, dificultades, de hacerse preguntas y, desde esa actitud reflexiva, nutrir futuras prácticas”, explica.

¿Qué enseñar en tiempos de Covid-19? ¿Lo mismo que en el aula, sólo que a través de una pantalla? ¿Es eso posible? ¿Están la mente, el cuerpo, las emociones predispuestos para aprender? ¿Cómo mantener la relación docente-alumne a la distancia? Estas son algunas preguntas que atraviesan los relatos. También aparecen muy al frente cuestiones de índole práctica, por supuesto no menos importantes dadas las circunstancias. ¿Responder mensajes de WhatsApp a cualquier hora o establecer parámetros? ¿Qué hacer con los estudiantes que no cuentan con recursos tecnológicos? ¿Y con los que no pueden organizarse para cursar por los cambios en los trabajos? ¿Cómo contener a los que tienen familiares con coronavirus? ¿Qué herramientas adquirir para mejorar las clases virtuales? ¿A dónde miran los estudiantes que no prenden sus cámaras? ¿Qué hacer con los ruidos?

Pueden hallarse algunas generalidades: la mayoría de les docentes dice extrañar la presencialidad y haber aprendido mucho de la experiencia, al verse obligada a reinventar su actividad. A la vez, en cada relato hay una riqueza vinculada a la vivencia personal, a la singularidad. No podría ser de otro modo. La tecnología, "aliada y enemiga" en el proceso, como dice uno de los profesores, protagonista indiscutida, genera por sí sola enormes diferencias: están los que ni siquiera conocían Zoom y los que sabían tanto como para guiar a les compañeres que estaban al borde de la desesperación.

Aquello de extrañar las aulas se torna extremo en la pluma de Roberto Saavedra, docente de la Tecnicatura Superior en Enfermería: "Me formé como profesor para estar al lado de los alumnos, sacrílegamente estaba convencido de que mi mano en el hombro de un estudiate acongojado era más poderosa que el dedo de Dios, que mis palabras se proyectaban con la fuerza de un rayo dentro de la esfera áulica, presenciando las caras de asombro por el descubrimiento de nuevos conceptos. Sólo sus risas lograban derribar cuanto ego se había machacado por la soledad y la impersonalidad de las clases por Zoom".

"Es una sensación rara. En cada mesa de examen me siento como ingresando a un lugar privado que no me corresponde. Una intromisión", escribe Marta Tenuta, directora de Estudios. Débora Doering, docente de la Tecnicatura Superior en Seguridad e Higiene en el Trabajo, describe: "Con el pasar de los días observé que comencé a intensificar mis gestos y mi forma de hablar. Siento que este año nos convertimos en actores y actrices". Para Karina Herrera, de la carrera de Enfermería, las clases parecieron algunos días "sesiones de espiritismo". Comprender "necesidades, problemáticas y limitaciones de los estudiantes" fue casi tan importante como transmitirles contenidos, concluye el docente Germán Díaz Pérez. Javier Moreno revela lo "titánico y frustrante" que le resultó intentar pasar "en un pestañeo" de la modalidad presencial a la virtual y cumplir a rajatabla con viejas rutinas.

No podrían quedar fuera de la historia los dolores de espalda y cabeza, el cansancio de la vista, los nervios, el insomnio. Aparecen en alguna enumeración, como también el desgaste por las computadoras que andan con lentitud o los auriculares que no dan resultado y los obstáculos que produce la combinación de la vida familiar con la laboral. En el enredado panorama, los mensajes de agradecimiento de les estudiantes por el esfuerzo funciona como caricia y atenuante. Y en el balance la cuenta da bien: "Más allá de lo desprestigiada que está nuestra tarea, cada integrante de la comunidad educativa sabe cuánto se hizo y eso nos tiene que llenar el pecho de orgullo", escribe Soledad Arriagada, directora de Estudios.

Pasado el temblor de 2020, "quedan muchas más preguntas que antes", admite Zelcer. "Creo que ahora tendríamos que estar en alerta pedagógica, porque son tan fuertes las tradiciones y modelos en la educación que probablemente todo vuelva a ser como era antes, aunque los titulares digan otras cosas. Hay que apostar por motivar innovaciones pero pensadas como micromovimientos que cada docente puede hacer en su propia práctica, que claro serán diferentes y para eso la importancia de promover y entrenar la práctica reflexiva", añade. Por su parte, Leandro Vecino concluye: "Ahora que estamos superando esta etapa de virtualidad exclusiva, el desafío que tenemos es que la presencialidad que empieza no sea igual a la de 2019. Lo más fuerte es que se haya saldado la discusión en torno al uso de la tecnología en la educación, cuestión en la que hay que trabajar muchísimo. Todavía no tenemos la distancia suficiente para ver del todo cómo volver a la presencialidad con tecnología en las aulas".