“¿Qué es un escritor? Alguien que escribe. A fuerza de escribir y escribir, ¿se llega a mejorar la escritura? No se reconoce a sí mismo como un escritor, pero escribe desde hace mucho”, cuenta el narrador de Maratonista ciego (Ediciones DocumentA/Escénicas), la primera novela de Emilio García Wehbi que está entre las cinco finalistas de la segunda edición del Premio Fundación Medifé Filba (FMF), dotado de 500 mil pesos. El jurado integrado por Claudia Piñeiro, Sergio Bizzio y Vera Giaconi (en reemplazo de María Moreno, que se está recuperando de un ACV) eligió también Confesión (Anagrama), de Martín Kohan; Amado señor (Blatt & Ríos), de Pablo Katchadjian; Los llanos (Anagrama), de Federico Falco y No es un río (Literatura Random House), de Selva Almada. El próximo 12 de noviembre se anunciará la novela ganadora, que sucederá a El último Falcon sobre la tierra (Baltasara), de Juan Ignacio Pisano, el ganador de la primera edición del Premio FMF.

“Esta lista que fue elegida tras una profunda lectura y discusión por parte del jurado, mantiene la solidez de su antecesora y está atravesada por distintas búsquedas narrativas contemporáneas: relatos intimistas, ejercicios permanentes con el lenguaje, la narración de sucesos traumáticos, la yuxtaposición de géneros y el juego con la estructura”, afirman los organizadores del Premio FMF en un comunicado. Este año participaron 204 novelas (publicadas en formato impreso entre el 1º de enero y el 31 de diciembre de 2020), de 120 editoriales y de más de 12 provincias. La zona geográfica más representada sigue siendo la Ciudad de Buenos Aires y el AMBA. Solo dos de los escritores finalistas nacieron en ciudades de provincias: Selva Almada (Villa Elisa, Entre Ríos, 1973) y Federico Falco (General Cabrera, Córdoba, 1977), aunque los dos viven hace tiempo en Buenos Aires. En una primera lista más larga, que fue anunciada a mediados de julio, estaban El sol, de Gustavo Ferreyra (Dualidad); La sed, de Marina Yuszczuk (Blatt & Ríos), novela ganadora de la primera edición del Premio Nacional de Novela Sara Gallardo; Las pasiones alegres, de Pablo Farrés (Nudista); ¡Paraguayo!, de Ariel Luppino (Club Hem Editores) y Transradio, primera novela de Maru Leonhard (Compañía Naviera Ilimitada).

Las cinco obras finalistas no se parecen entre sí; el único aire de familia que tienen es desplegar un recorte de las corrientes por las que navega la literatura argentina contemporánea. Emilio García Wehbi (Buenos Aires, 1964), artista interdisciplinario autodidacta que trabaja en el cruce de lenguajes escénicos, puede ser la gran revelación del Premio FMF con Maratonista ciego, su primera novela, donde aborda “la escena cruda e irrevocable de esa fantasía del yo a la que llamamos la propia historia, con sus dosis tan íntimas como ajenas de inevitabilidad, de accidente, de afecto”, plantea Hugo Salas en la contratapa del libro, publicado por la editorial independiente cordobesa Ediciones DocumentA/Escénicas, que dirige Gabriela Halac. La otra novela publicada por una editorial independiente, Blatt & Ríos, es Amado señor, en la que Pablo Katchadjian explora el discurso espiritual a través del diálogo entre el hombre y dios. La “novedad” está en la forma de ese intercambio: las más de sesenta cartas que escribe el narrador, en las que emergen tanto preguntas existenciales como recuerdos de la infancia y de la historia familiar.

“Lo más difícil son los finales, dice Hebe Uhart. Siempre es difícil despedirse de alguien que se quiso mucho”, escribe el narrador de Los llanos, de Federico Falco, desde un pueblito pampeano donde atraviesa el tiempo del duelo por la separación de Ciro. “Un viento se mete justo entre los árboles y está todo tan callado por la hora que el rumor de las hojas crece como la respiración de un animal enorme”, se lee en No es río, la novela de Selva Almada que completa su trilogía de varones, inaugurada con El viento que arrasa y seguida por Ladrilleros, con una historia donde la revelación de un secreto, interpretado como una traición, desata la tragedia. ¿Canta o no canta, la abuela? En Confesión, de Martín Kohan, la abuela que juega al truco con su nieto, en la tercera parte de la novela, revela lo ominoso: “el gran favor” que le hizo a su hijo y al país.