El tipo edita un disco y le pone Odio. Un disco que además de su título, desde el sonido y la lírica cierra un concepto sombrío, desencantado, abrumador. Once canciones que remiten directamente al punk y postpunk de los '80, en las que pasa de la nostalgia (“fue un momento mágico que duró mil años y no va a regresar”) a la duda acerca del mañana (“puede que el concepto de futuro no exista y que somos las sombras”), y de ahí a la total desesperanza (“morirse es una opción”). Sergio Rotman lo explicó en sus redes de la siguiente manera: “Le puse Odio porque es el único sentimiento que estoy seguro de poder sentir”. Con ese panorama, la entrevista se palpita áspera, rugosa. Pero nada que ver. Rotman recibe a Página/12 en su casa de Florida con una energía y un entusiasmo que se contradicen con la aridez de su discurso en las canciones. El motivo de la nota es la presentación en vivo de Odio, por primera vez para un público grande, el jueves 11 a las 20 en Niceto Club (Niceto Vega 5510).

Se acomoda en una silla rodeado por su imponente colección de vinilos. Se levanta para poner uno, ofrece un vaso de agua, se sienta, se levanta otra vez, habla sin parar. Cuenta sobre su infancia de niño bueno, abanderado, su formación de conservatorio en flauta tenor, su paso por la carrera de Periodismo en la USAL, su encuentro con el punk y el modo en que le cambió la vida para siempre: “El Sergio Rotman chiquito se murió y nació este monstruo asqueroso”, se ríe, y sigue contando la historia que lo deposita en 2020 y el confinamiento pandémico. “La imposición de quedarnos adentro para resolver el problema me pareció muy injusta, decidida por intereses. Me pareció que era una farsa; no la enfermedad sino la obligación de meternos todos adentro. Entonces me quedé ahí, y lo único que junté en ese cuarto fue un montón de enojo, odio y resentimiento. Y lo plasmé en un disco”, cuenta sobre la génesis de su segundo trabajo solista, novedad en la vida de este músico que hace más de 35 años alterna su participación en Los Fabulosos Cadillacs, Cienfuegos, El Siempreterno, Mimi Maura y Los Sedantes.

“Me presento así porque es lo que sé hacer y no tengo la intención de conquistar nada -continúa, a propósito de la atmósfera espesa del disco-. Además, ¡es el resto del mundo el que está loco, no yo! ¿Cómo puede ser? ¿Solo yo veo lo que pasa en este planeta? ¿Realmente puede haber gente que no tenga vergüenza de lo que estamos viviendo hace 600 años? Vivimos para que el 0,1% de la gente sea feliz. Un sistema de poder ridículo. A mí me sorprende cuando me preguntan '¿por qué tanta oscuridad?' ¡Si es lo más obvio! Es inmoral la desigualdad que existe. Las relaciones humanas son un desastre, las reglas y las leyes son un desastre. Sigue todo no igual, ¡peor! Lo que vos entendés como oscuro es la realidad más absoluta”.

-Igual, hay diferentes maneras de reaccionar desde el arte a los horrores del mundo.

-Bueno, pero esta es la que yo sé. No sé hacer otra cosa.

-En varias oportunidades te expresaste sobre la música de ahora con cierto enojo. ¿Tocar con tu hijo (Leroy) y con Florián (hijo de Vicentico) en el disco no te hizo ver con algo de esperanza a las nuevas generaciones de músicos?

-Yo no estoy enojado, ¿eh? Tengo quizás una opinión sobre el modo en que ejecutan esa música, pero no me molesta para nada la música moderna. Sobre todo porque la escuela de la que yo vengo me obliga ética y moralmente a apreciar la novedad y no quedarme en lo viejo. Después, yo hago la música que puedo hacer. Pero, como conozco, veo una mediocridad descomunal. Cuando te vienen con los millones de clics o de reproducciones de algo... ¡es una mierda! No hay forma de que nada que tenga 20 millones de nosequé sea bueno. Olvídenlo: la multitud siempre está equivocada. ¿Te llamás Paul McCartney? No. ¿Te llamás John Lennon? No. ¿Y tenés millones de seguidores? Ya está: out. No existe, no hay ninguna forma de que lo popular sea bueno. ¿Por qué? Porque las condiciones musicales que se plantean desde los '80 de cómo tiene que ser el pop demuestran que es así: mové el fucking culo, cantá la bobada más boba que puedas y vas a ser la reina del pop.

-Alguna vez dijiste que Spotify convirtió la música en commodity. Es una generalización medio compleja, sobre todo si vos mismo lanzás tus discos a través de esa plataforma.

-Creo que el proceso de tener todo es tan importante como lo final que vas a recibir. Por ahí, el problema de la música hoy es haberle quitado la necesidad de llegar a ella. El proceso de llegar a la música grabada era un arte en sí mismo. Yo no estoy en contra, ¿eh? Sería ridículo, es ir en contra de la evolución normal de la tecnología. Pero la condición para que tengamos Spotify es que la música sea lo que es: me das 26 segundos, si en 26 segundos yo no te seduzco, hacés así y cambiás. La relación que tenías antes con la magia de escuchar música hacía que ese proceso fuera totalmente diferente.

-Pero aunque la facilidad de tener al alcance todo haya generado, según tu punto de vista, producciones más mediocres, si tenés la voluntad artística se puede lograr algo bueno y difundirlo en ese formato.

-Sí, seguro. Hay otro asunto que es importante. Hoy, acceder a mostrar tu música es cero complicado. No necesitás nada: lo hacés desde tu propio teléfono. Después podrás tener 5, 5000 o cinco millones de reproducciones. Cuando nosotros empezamos a tocar, existía una cosa que se llamaba el underground, que se trataba de llevarle tu música a la gente y en el proceso ser humillado de la peor forma que un ser humano puede ser humillado: vas a tocar a las cuatro menos cuarto de la mañana, la cocaína se va a terminar a las doce de la noche, los tickets de whisky los vas a haber terminado a la 1.30, y desde ese momento, vas a estar murmurando y temblando en un camarín sin luz. Y de repente te dicen "¡dale!", y salís como una tromba. ¡Así creás un tipo de ser humano! Someté a un artista a esa vejación y después vemos. Eso te hace un artistón. Y si no, tenés a los Trueno, los Chita que tenés ahora (se ríe).

-¿Cómo surgió la idea de editar como single una versión de "La oscuridad", del Indio Solari?

-La hice porque estoy tratando de hacer todo lo que siempre dije que no haría. Eso es un motor total. Y también porque es una canción excelente. El Indio Solari viene haciendo música muy buena hace mucho tiempo. A mí su parte rocanrolera me parece un espanto pero su lírica siempre es indudable. Cuando se sacó varios estigmas que tenía del rocanrol, creo que se volvió mucho más interesante.

-Como alguna vez el propio Indio dijo sobre Cerati: su carrera solista es más aventurera.

-Es que es muy parecido lo que les pasó. A mí los Redondos no me gustan, pero me doy cuenta de que son una buena banda. Pero él, cuando presenta las canciones en otro formato es mucho más atractivo, cuando se sale del lugar que en definitiva es ese lugar que nosotros odiábamos, eso que vinimos a romper en los '80, ese enemigo que ellos representaban, el rocanrol básico, macho. Ahora sale con temas como "La oscuridad" o "Encuentro con un ángel amateur", que es terrible, ¡tremendo! ¡Es Chavela Vargas el hijo de puta!