Brasil autorizó la venta de harina derivada de trigo transgénico tolerante a la sequía, un desarrollo nacional a cargo de la empresa Bioceres. Era el último paso para habilitar la comercialización del producto que ya había sido aprobado por distintos organismos del gobierno nacional. Organizaciones socioambientales y científicos cuestionan el desarrollo. 

El trigo HB4 es un desarrollo nacional producto de la colaboración público-privada de más de 18 años entre Bioceres y un grupo de investigación del Conicet liderado por la Raquel Chan. La tecnología consiste en insertarle a la planta de trigo el gen HB4 del girasol, una especie resistente a la falta de agua y, de esta forma, mejorar su rendimiento frente a sequías o condiciones climáticas adversas. Al recibir un gen exógeno, la planta pasa a ser transgénica.  

La importancia de la aprobación de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (Ctnbio) de Brasil, principal comprador de trigo argentino, radica en que era el último paso de tres para comenzar a comercializar el producto. Es que para que en Argentina se apruebe un transgénico, debe pasar por tres áreas del Ministerio de Agricultura: la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) y el Senasa, en donde ya estaba aprobado; y la Dirección Nacional de Mercados Agropecuarios.

La primera en autorizarlo fue Conabia, que requirió una demostración de que el nuevo producto no es dañino para el medio ambiente, o por lo menos igual de dañino que el producto sin el gen, con resultados positivos. Senasa exigió corroborar que el producto no tenga más alérgenos o tóxicos que el original.

La Dirección Nacional de Mercados define que el producto no le genere un problema económico al país. Un problema económico sería que el país al que se destina el 40 por ciento de las 10 millones de toneladas del cereal que se embarcan por año, Brasil, no lo quiera comprar. Es por este motivo que el dictamen del organismo brasileño era el último paso que faltaba para comenzar a comercializar. 

Tras conocerse esta aprobación por parte de Brasil para harina de trigo modificado, las acciones de Bioceres saltaron más de 8 por ciento en Nasdaq, mercado de valores donde cotiza. 

Cuestionamientos

Desde que el trámite comenzó a avanzar en las distintas oficinas del ministerio de Agricultura, los movimientos socioambientales e incluso científicos comenzaron a activar alertas. Tras la primera autorización realizada por el ejecutivo, más de 1400 científicos del Conicet  pertenecientes a 35 universidades públicas nacionales, firmaron una carta en la que manifestaron públicamente un rechazo al trigo transgénico HB4. 

"Esta autorización remite a un modelo de agronegocio que se ha demostrado nocivo en términos ambientales y sociales, causante principal de las pérdidas de biodiversidad, que no resuelve los problemas de la alimentación y que amenaza además la salud de nuestro pueblo confrontando la seguridad y la soberanía alimentaria”, comenzaba el escrito, firmado por Alicia Massarini, Particia Kandus, Rafael Lajmanovich, Walter Pengue, Haydée Norma Pizarro, Elena María Abraham, Matías Blaustein, Damián Marino, Patricia Puntos, Guillermo Folguera, Maristella Svampa, Juan Wahren y Damián Verzeñassi, entre otros.

Fue enviada a las autoridades de los ministerios correspondientes, solicitando que se deje sin efecto esta aprobación y se convoque a un amplio debate social, con el objetivo de democratizar la toma de este tipo de decisiones. Cuestionan el uso masivo de agrotóxicos del modelo agropecuario y precisan que el glufosinato de amonio, que se usará con el nuevo trigo, “es un herbicida 15 veces más tóxico que el glifosato, ampliamente cuestionado y prohibido en muchos países por su toxicidad aguda".

Recordaron que el trigo es la base de la alimentación de los argentinos, ya que con él se elabora el pan y gran parte de los alimentos a base de harina: “A partir de esta autorización, el trigo HB4 tendrá residuos de glufosinato al igual que las harinas y sus derivados, es decir, habrá glufosinato en alimentos básicos de consumo diario”.

Afirmaron que este tipo de semillas tiene relación directa con los desmontes masivos, los desalojos de campesinos y pueblos originarios, la destrucción de humedales y los incendios: “Los transgénicos agrícolas, a pesar del enorme esfuerzo propagandístico en pos de presentarlos como una innovación virtuosa para alimentar al mundo sólo han servido para generar lucro para unos pocos. Los organismos transgénicos no son necesarios para garantizar ningún derecho del pueblo, por el contrario, atentan contra la salud socioambiental y amenazan la soberanía alimentaria”, aseguran los científicos.