Una imprevista ola de refugiados asola Noruega con la particularidad de que ninguno de ellos proviene de otra geografía sino de eras pasadas. La pregunta por ese escenario es lo que motivó Beforeigners, cuya segunda temporada se estrenó el domingo por HBO Max. Así es como guerreros nórdicos, seres de la Edad de Piedra y escandinavos del siglo XIX conviven en una Oslo ambientada en un futuro inminente. Más allá de la premisa extravagante y la corrosiva alegoría de la crisis migratoria, la ficción tiene un empaquetado lógico. La creación de Eilif Skodvin y Anne Bjørnstad mete en su molde a los personajes de Vikings, la tónica policial y ese festival a pura consonante que tiene las entregas creadas en dichas latitudes.

“No quiero parecer una idiota, pero ¿quién rayos es “Jack el Destripador”, se cuestiona Alfhildr Enginsdottir (Krista Kosonen). Ella es la primera vikinga en sumarse a la policía noruega y la pregunta se la hace a su compañero, el investigador Lars Haaland (Nicolai Cleve Broch). El choque de cosmovisiones y hábitos genera una oleada de crímenes de un nuevo tipo y la inmigrante será quien provea el expertise bárbaro. Como para sumarle más problemas a esta capital convertida en una bacanal de extranjeros multitemporales. Aquí no es extraño que un grupo de adolescentes quiera sacarse una selfie con un rey como Olaf el Santo (Tobias Santelmann), que en las discotecas se baile música tradicional, surjan tribus que detesten la tecnología esclavizadora o próceres trabajen como repartidores de pizza. Pero además del policial, estos seis episodios se destacan por el humor retorcido gracias a la dinámica de pareja dispareja entre los dos protagonistas. El moderno agente que no puede comer pan por ser celíaco y la guerrera indomable que lo gasta por creer en “el dios del gluten”.

Como en Lilyhammer, sus realizadores pervierten los códigos de fórmulas probadas. En aquella eran las historias de mafia, en esta ocasión, la distopía se siente a escala humana, con un rictus cotidiano y que nunca reniega del entretenimiento. Skodvin y Bjørnstad han citado al largometraje sudafricano Sector 9 (Neill Blomkamp, 2009) y la serie fantástica The Leftovers, junto a clásicos de la literatura de ciencia ficción como Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell, entre las referencias que tuvieron en mente. Por el modo en que se invierte la lógica de fugas históricas podría mencionarse a la novela de Michael Crichton Rescate en el tiempo. E incluso, el enrarecido formato buddy cop, recuerda -y mucho- a Alien Nation (Graham Baker, 1988), la película en la que James Caan tenía como colega a un extraterrestre. Trampolín para una posterior serie de TV que indagó en la tensión de una convivencia inesperada que tiene la xenofobia como primera respuesta. Cambiar una raza espacial por seres de otros períodos, permutar Los Angeles por Oslo y aparecerá Beforeigners.

Aquí los outsiders son ciudadanos indeseables, están recluidos a ghettos, mendigan y hablan una lengua desconocida para sus herederos. La atrevida lectura sociopolítica y cultural es por lejos una de las claves de la primera producción original de HBO hecha en Noruega. El hecho de que los “extranjeros de antes” (tal es la traducción de la serie) provengan de la misma tierra y sean un dolor de cabeza no deja de ser una crítica muy certera por parte de sus creadores. Y que el asesino serial de White Chappel haga de las suyas lejos de Londres retorcerá aún más el escenario que propone Beforeigners.