El Fondo Monetario Internacional volvió a disminuir los pronósticos de crecimiento para la Argentina este año. El organismo publicó ayer un informe en el que actualiza sus perspectivas para la región y estimó en 2017 una suba del PBI local del 2,2 por ciento. En enero pasado la entidad había proyectado para este año un crecimiento del 2,4 por ciento y tres meses antes, en octubre, lo hacía al 2,7. El Fondo difundió una estimación de la inflación del 21,6 por ciento, una cifra que se ubica 4,6 puntos porcentuales por arriba del techo de la meta del Central. La autoridad monetaria, pese al pronóstico de los organismos internacionales y consultoras, mantiene en 17 por ciento su objetivo de suba de precios para el año. El Ministerio de Hacienda sostiene el pronóstico del Presupuesto de crecimiento del PBI del 3,5 por ciento. Los informes que circulan en la city desconfían y ya aseguran que el Gobierno planteó “un tridente de metas imposible”: no cumplirá con el objetivo de crecimiento, ni de inflación ni de reducción del déficit fiscal.   

La mirada del Fondo sobre la Argentina, a pesar de reducir su pronóstico de PBI, es que el modelo económico avanza en la dirección correcta. En su informe volvió a poner el foco en cuánto de positivo tienen los ajustes realizados en los últimos meses y afirmó que, a mediano plazo, permitirán un crecimiento sostenido. “Se proyecta que el crecimiento ronde 2,5 por ciento en 2018 y 2019, cuando se acelerará el reequilibrio fiscal, mientras la recuperación de la inversión privada y las exportaciones continúa a un ritmo gradual, en un contexto de moneda relativamente fuerte y progreso en reformas estructurales”, adelantó el organismo. 

El organismo celebra los ajustes de las cuentas fiscales y la desregulación de los movimientos de capitales, en tanto que asegura que es necesario reforzar la reducción de impuestos para las empresas como ya se hizo con la quita de las retenciones al complejo agropecuario. “La aceleración más robusta, sostenible y equitativa de la actividad económica exigiría un avance decisivo en la eliminación de cuellos de botella estructurales que entorpecen la productividad y la acumulación de capital, con reformas que disminuyan la carga tributaria de las empresas, respalden el desarrollo de los mercados de capitales domésticos, ayuden a disminuir las brechas de infraestructura y fomenten la competencia interna”, indicó.

El documento del Fondo Monetario estimó que Brasil tendrá un crecimiento del 0,2 por ciento este año, luego de fuertes caídas en 2015 (-3,8 por ciento) y en 2016 (-3,6 por ciento). El informe es previo al estallido de la crisis política de esta semana, en la cual el presidente Michel Temer quedó al borde de la renuncia. El responsable del FMI para Occidente, Alejandro Werner, aclaró ayer que “es muy pronto para hacer un diagnóstio sobre las consecuencias de la nueva crisis en Brasil”. Dijo que el organismo seguirá de cerca la situación pero descartó un impacto profundo para el resto de América latina. “Cuando fue la crisis política de Brasil hace dos años, o la volatilidad de México ante la posible renegociación del tratado de libre comercio, el impacto regional fue limitado. Ahora la probabilidad de un contagio también es menor”, cerró.