Nunca abjuró de la pasión literaria. Ni siquiera cuando su padre, un médico que ejercía en la provincia de Córdoba, le pidió que se inscribiera en Derecho, carrera que pronto abandonó para estudiar Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Leer, escribir y editar fueron vertientes de una misma corriente para el escritor, crítico, periodista, profesor y editor Jorge Lafforgue, que murió el miércoles 5 de enero, a los 86 años. Generoso y entrañable “todo terreno”, su profesión más prolongada fue la actividad editorial, en sellos emblemáticos como Losada, el Centro Editor de América Latina, Legasa, la sucursal argentina de la española Alianza, Eudeba y El Ateneo, donde entre otras tareas ofició de “escritor fantasma” (ghost writer). Los estudios críticos que realizó sobre Rodolfo Walsh, Horacio Quiroga y Leopoldo Marechal son fundamentales, como también los ensayos sobre narrativa policial, Asesinos de papel, que escribió junto con Jorge B. Rivera (1935-2004), y la compilación de literatura latinoamericana y argentina.

“Escribir es desordenar. El orden pone paños fríos, cauteriza, remienda, tapa, esconde: ordena”, escribió Lafforgue en Cartografía personal. Escritos y escritores de América Latina (Taurus), un libro que reúne sus trabajos periodísticos en Crisis, Siete Días, Panorama y La Opinión, entre otros medios, entrevistas a Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Jorge Amado, más trabajos críticos sobre el boom y Mario Vargas Llosa en particular, un retrato-reportaje a Antonio Di Benedetto y prólogos, entrevistas y presentaciones varias con Augusto Monterroso, Adolfo Bioy Casares, Héctor Tizón, Juana Bignozzi y Julio Ramón Ribeyro, entre otros. A fines de los años 50, como editor de la revista Centro, de la UBA, publicó el cuento “La narración de la historia”, de Carlos Correas (1931-2000), un relato en el que se narraba un levante callejero homosexual. El texto fue considerado obsceno, la edición fue requisada y Correas y Lafforgue resultaron condenados a seis meses de prisión.

En los años 60 fue asesor editorial en Losada y pese a la reticencia de Gonzalo Losada de expandir el catálogo hacia los nuevos escritores, Lafforgue pudo abrir unas pocas “nuevas ventanas” con Roberto Arlt y Jorge Amado. En simultáneo también trabajó en el Centro Editor creado por Boris Spivacow. Maoísta en su juventud, por una beca que recibió vivió un tiempo en China y hasta el mismo Mao lo condecoró. Como editor en Legasa, ya en la década del 80, publicó la narrativa de Daniel Moyano, Héctor Tizón, José Pablo Feinmann, Rodolfo Rabanal, Jorge Asís, Hugo Foguet, Guillermo Saccomanno, Liliana Heker, Juan Sasturain, Pedro Orgambide, Mempo Giardinelli, Juan Martini, Vicente Battista, Liliana Heer, Luis Gusmán, Mario Goloboff y Guillermo Martínez. También editó ensayos de José Luis Romero, Alejandro Horowicz, Juan José Sebreli, Eliseo Verón y Silvia Sigal y textos de investigación periodística de Horacio Verbitsky, Álvaro Abós, Isidoro Gilbert, Alfredo Eric Calcagno, Rodolfo Terragno y Raúl Alfonsín.

Durante años se dedicó a la docencia universitaria y estuvo a cargo de las cátedras de Literatura Latinoamericana en la Universidad del Salvador y en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ). Publicó Florencio Sánchez (1967), Nueva novela latinoamericana (1969), El teatro del siglo XX, junto con Eduardo Romano; Cuentos policiales argentinos (1997), Historia de caudillos argentinos (1999), Los desterrados y otros textos (1990), compilación de relatos de Horacio Quiroga; Textos de y sobre Rodolfo Walsh (2000), Explicar la Argentina (2009) y Manuel Pampín. Editor Argentino (2017), una biografía del artífice de la editorial Corregidor. Una afirmación de Ricardo Piglia, que aparece como epígrafe en Cartografía personal, condensa la trayectoria intelectual de Lafforgue: “La crítica es la forma moderna de la autobiografía. Uno escribe su vida cuando cree escribir sus lecturas”.