Desde Londres  

Boris Johnson reconoció que estuvo en la fiesta de 10 Downing Street, pero esgrimió una excusa pinochesca para justificarlo. En la Cámara de los Comunes el primer ministro británico pidió disculpas a la nación diciendo que pensaba que era un evento de trabajo. “Downing Street tiene un jardín que se usa con frecuencia para trabajar. Cuando pasé por allí brevemente después de las 6 de la tarde el 20 de mayo de 2020 fue para saludar a mi staff. Pensé que era un evento laboral y volví a mi oficina 25 minutos más tarde. Ahora sé que lo que debería haber hecho es mandar a todos adentro y entender que si bien la reunión estaba dentro de lo técnicamente permitido, para millones de personas que hicieron extraordinarios sacrificios era inaceptable. A todos ellos y al parlamento les pido disculpas y que tengan un poco de paciencia para ver a qué conclusión llega la investigación en curso sobre los hechos”, dijo el primer ministro. 

En una sesión tempestuosa con un parlamento abarrotado de diputados con barbijo, el primer ministro invocó una y otra vez esta "investigación en curso" como quien tira la pelota afuera para ganar un poco de tiempo. Johnson no convenció a nadie. El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, se burló abiertamente de su excusa y pidió su renuncia. “La idea de que no se dio cuenta de que estaba en medio de una fiesta es tan ridícula que es ofensiva para los británicos. Finalmente el primer ministro se ha visto obligado a admitir lo que sabe todo el país que, cuando la sociedad estaba en confinamiento, él estaba armando fiestas en Downing Street. La pregunta ahora es si lo va a sacar de su puesto la gente, su propio partido o si adoptará una conducta honorable y renunciará él mismo”, dijo Starmer.

Más grave aún que el ataque de Starmer, secundado con argumentos similares por otros laboristas y opositores, fue la reacción de miembros del Partido Conservador. El líder del partido Conservador en Escocia, Douglas Ross, señaló que el primer ministro debía renunciar. “Esta situación es insostenible”, dijo Ross. Más de la mitad de los diputados conservadores en Escocia respaldaron su pedido.

El apoyo interno que obtuvo Johnson le llegó principalmente de los diputados que forman parte del gobierno en un país en el que para formar parte del gabinete hay que tener un escaño en el parlamento. “El Primer Ministro hizo bien en pedir disculpas. La gente está muy dolida por lo que ha sucedido y él ha asumido plena responsabilidad por el hecho. Ahora tenemos que esperar que la investigación concluya para saber qué pasó realmente”, dijo la ministra de cultura Nadine Dorries en un tweet que fue replicado por otros miembros del gobierno.

¿Qué hechos?

El problema de la investigación sobre el “partygate” a cargo de una alta funcionaria de carrera, Sue Gray, es que los hechos continúan ampliándose cada semana, cada día, a veces a cada hora. El furor se centra en torno a la fiesta del 20 de mayo, pero desde que estalló el escándalo a finales de noviembre ha salido información de reuniones “de trabajo” el 15 de Mayo y de varios eventos en diciembre de 2020. En la reunión del 15 de mayo hay una foto con Boris Johnson, su esposa Carrie, su bebé recién nacido, su entonces asesor principal Dominic Cummings y unas 20 personas más que toman vino tinto y comen crackers (criollitas) con queso en el luminoso jardín de uno de esos días veraniegos que no abundan en el Reino Unido.

En la fiesta del 20 de mayo se sabe que el principal asesor de Boris Johnson, Martin Reynolds envió un mail de invitación a más de 100 personas a las que recomendaba “to bring booze to make the most of this lovely weather”(traigan alcohol para aprovechar al máximo este maravilloso clima). Según indicó un portavoz de 10 Downing Street después de la sesión parlamentaria, el primer ministro no estaba al tanto de este mail, ni de que hubiera una fiesta en ciernes, algo que roza los límites de la verosimilitud.

Caroline Slocock, que trabajó en la oficina privada de Margaret Thatcher y John Major, señaló a la BBC que era “inconcebible” que el primer ministro no supiera del evento, entre otras cosas porque Reynolds no manda la invitación a título personal sino que usa el “we” (nosotros), es decir él y su superior, Boris Johnson. En el principal “Think Tank” sobre el estado, el Institute for Government, coincidieron en que la excusa de Johnson era totalmente inverosímil. “El primer ministro tenía que saber que un evento de esta naturaleza iba a tomar lugar”, dijo Hannah White.

Mislead or not mislead, that is the question

La excusa es inverosímil, pero es la única que Johnson tiene a mano para evitar que lo acusen de haber “mislead” (engañar) al parlamento, acusación que le costaría el puesto. En las seis largas semanas que ha durado el escándalo el primer ministro dijo en más de una oportunidad al parlamento que no había habido ninguna fiesta en 10 Downing Street y que no se habían violado las reglas de confinamiento que regían para todos los británicos.

Con el mail de su secretario privado invitando al evento, el primer ministro no podía decir que ignoraba un hecho que estaba ocurriendo en su propia casa. La única coartada que le quedaba – y que le queda – es que no sabía que se trataba de un evento social – prohibido en aquella época de confinamiento social - por más vasos y carcajadas y “booze” que hubieran dando vuelta.

Acorralado con esta estrategia, el primer ministro espera que el furor se disuelva con el tiempo que tome la investigación de Sue Gray. Mucho dependerá de las revelaciones que sigan saliendo en el camino. Esta mañana el “The Independent” publicó que se le había aconsejado al personal de 10 Downing Street borrar todo mensaje que pudiera hacer referencia a fiestas. Dos fuentes señalaron que estaban bajo presión para hacerlo antes de que la investigación los llamara a declarar o tuviera acceso a sus archivos.

Nuevos mails, nuevas revelaciones, más detalles, nuevas fotos pueden volver insostenible la posición de Johnson aún antes de que la investigación llegue a una conclusión. Según una encuesta publicada por el matutino entre el 55 y el 65% de los votantes cree que Johnson debe renunciar. A poco más de dos años de ganar una mayoría absoluta de 80 diputados en la Cámara, el primer ministro está contra las cuerdas.